Si la muerte de Marisa Paredes este martes a los 71 años y a causa de un fallo cardiaco ha dejado en shock al mundo del cine español, quienes están realmente destrozados tras su marcha son sus compañeros de profesión, amigos cercanos y especialmente su familia, su compañero sentimental, Chema Prado, y su única hija, María Isasi.
La muerte repentina de la actriz ha llegado después de que este domingo, incluso, acudiera al teatro para ver a su hija sobre las tablas. Así lo ha explicado Prado a su llegada al tanatorio, destrozado: "Estuvo viendo a su hija el domingo en el teatro, no se encontraba mal (...) Me gustaría que la recordáramos como una extraorinaria persona y una magfícia actriz".
Poco tiempo después se ha desplazado hasta el tanatorio de San Isidro María Isasi, que no ha podido contener la emoción y las lágrimas por la pérdida de su madre y el inmeso apoyo que está recibiendo tras su partida: "Es un día bastante duro. Daros a todos las gracias por estar aquí. La cantidad inconmensurable de mensajes que he tenido, llenos de amor. Como dice un amigo, ella le pertenece a todo el mundo, así que es vuestra y vuestra será siempre. Y gracias, gracias por acompañarme, por acompañarnos a la familia en este momento".

Al velatorio de este martes se sumará la capilla ardiente que se instalará este miércoles en el Teatro Español de Madrid: "Mañana ella estará donde tiene que estar, en su Teatro Español, en su Plaza Santa Ana, que es donde nació y donde hubiera querido estar siempre, de 10 a 12, y allí la despediremos con todo nuestro amor", ha explicado.
Destrozada, la actriz ha reconocido que le gustaría que su madre sea recordada "como era: maravillosa, valiente, luchadora, era una diosa". "Y nos dejó un gran legado cinematográfico, político, social, de lucha por los derechos, de la libertad de prensa, de pensamiento, de feminismo, de tantas cosas...", ha añadido con la voz entrecortada.
Sobre la visita que recibió el fin de semana de su madre en el teatro, ha dicho: "Estuvo viéndome, sí, precisamente en ese escenario, en el Teatro Español, nuestra última función de Luces de Bohemia, muy emocionada y muy feliz".
La muerte de Marisa Paredes
La mujer que dio vida a Becky del Páramo, Amanda Gris y otros personajes inolvidables en Entre tinieblas, Tacones lejanos y La flor de mi secreto deja un legado inigualable en el cine y un testimonio vital marcado por la independencia, el compromiso y la elegancia. El cine español, que en 2018 le concedió el Goya de Honor como reconocimiento a toda su carrera, pierde no solo a una intérprete extraordinaria, sino también a una figura fascinante, a menudo envuelta en un halo de misterio.

En los años 70, mantuvo una relación con el director Antonio Isasi-Isasmendi, una figura clave del cine español. De esa unión nació su única hija. La relación duró apenas siete años, pero Marisa siempre habló de esa etapa con cariño y respeto. Isasi-Isasmendi fue, sin duda, una figura importante en su vida, aunque el matrimonio nunca estuvo en los planes de la actriz.
Desde 1983, compartía su vida con Chema Prado, exdirector de la Filmoteca Nacional, con quien construyó una relación sólida y cómplice. Ambos vivían juntos en el emblemático edificio de Torres Blancas, en la Avenida de América de Madrid, y siempre se mantuvieron alejados del ruido mediático. Prado, en una de las pocas entrevistas en las que habló de su relación, recordó cómo conoció a Marisa gracias a Pedro Almodóvar: "Acababa de rodar Entre tinieblas y yo le pedí que me la presentara. Fue en Venecia". Desde entonces, Marisa y Chema se convirtieron en compañeros inseparables. La muerte, este martes gris, les separa.

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