El mundo de la interpretación y la cultura ha amenecido desolado este martes, 17 de diciembre, con la muerte de Marisa Paredes, una de las actrices más importantes de su generación y más comprometida con unos ideales que ha defendido hasta el final de sus días. Su cuerpo es velado en el Tanatorio de San Isidro de Madrid. Allí, su novio, Chema Prado, ha tenido unas palabras.
"Ha sido muy repentino. Esta madrugada. Tuvo un fallo cardiaco y enseguida", ha lamentado el exdirector de la Filmoteca Nacional sobre la actriz, que ha fallecido a los 78 años y tras ingresar este martes en la Jiménez Díaz de la capital.

La actriz se encontraba bien, incluso este fin de semana fue al teatro para ver a su hija, María Isasi, que también es actriz y se queda sin su progenitora a los 49 años: "Estuvo viendo a su hija el domingo en el teatro, no se encontraba mal". Y Chema ha añadido, invadido por la emoción: "Me gustaría que la recordáramos como una extraorinaria persona y una magfícia actriz".
La mujer que dio vida a Becky del Páramo, Amanda Gris y otros personajes inolvidables en Entre tinieblas, Tacones lejanos y La flor de mi secreto deja un legado inigualable en el cine y un testimonio vital marcado por la independencia, el compromiso y la elegancia. El cine español, que en 2018 le concedió el Goya de Honor como reconocimiento a toda su carrera, pierde no solo a una intérprete extraordinaria, sino también a una figura fascinante, a menudo envuelta en un halo de misterio.

En los años 70, mantuvo una relación con el director Antonio Isasi-Isasmendi, una figura clave del cine español. De esa unión nació su única hija. La relación duró apenas siete años, pero Marisa siempre habló de esa etapa con cariño y respeto. Isasi-Isasmendi fue, sin duda, una figura importante en su vida, aunque el matrimonio nunca estuvo en los planes de la actriz.
Desde 1983, compartía su vida con Chema Prado, exdirector de la Filmoteca Nacional, con quien construyó una relación sólida y cómplice. Ambos vivían juntos en el emblemático edificio de Torres Blancas, en la Avenida de América de Madrid, y siempre se mantuvieron alejados del ruido mediático. Prado, en una de las pocas entrevistas en las que habló de su relación, recordó cómo conoció a Marisa gracias a Pedro Almodóvar: "Acababa de rodar Entre tinieblas y yo le pedí que me la presentara. Fue en Venecia". Desde entonces, Marisa y Chema se convirtieron en compañeros inseparables. La muerte, este martes gris, les separa.

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