El presidente de los Estados Unidos ha protagonizado un nuevo momento viral en redes sociales. Joe Biden recibió el pasado lunes la visita del rey Abdalá de Jordania para promover un alto fuego en Gaza, acompañado por su hijo mayor y heredero, Hussein, y su esposa, Rania de Jordania. Fue precisamente con la consorte con quien el presidente tuvo un desafortunado lapsus al confundirla con una famosa de la industria musical: Rihanna.
La visita de los reyes hachemitas ha sido muy comentada en todas las mesas de actualidad de la parrilla televisiva. Más aún la foto familiar donde aparecen el matrimonio Biden sonriente y relajado, en contraste con los rostros serios de los reyes jordanos. Una actitud que hace gala de las diferentes posturas de los democráticos en el reciente conflicto entre Palestina e Israel, donde los reyes jordanos dejaron muy clara su posición a favor de los palestinos. Incluso, Rania realizó ayudas humanitarias desde el inicio de la guerra israelí.
Sin embargo, lo más comentado fue la rueda de prensa que tuvo lugar después de un encuentro más privado, en el que Joe Biden volvió a protagonizar uno de sus populares despistes. El presidente de los Estados Unidos confundió a Rania con la artista Rihanna: "Bienvenida, Reina Rihanna", expresó. Un comentario que ha sido utilizado por la oposición para poner en duda las capacidades de Biden al frente del gobierno estadounidense y un descuido que el propio Joe intentó disimular con la continuación de su discurso. Mientras, el rey Abdalá ni se inmutó, pero tampoco lo hizo cuando Biden preguntó por el príncipe Hussein, que en ese momento se encontraba ausente.
La realidad es que Biden lleva varios despistes en su mandato. Ya ocurrió cuando confundió al líder egipcio Abdelfatah Al Sisi con Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México. También tuvo un accidente que hizo saltar todas las alarmas, cuando se tropezó con un saco de arena y se cayó en medio de una entrega de diplomas durante una ceremonia de graduación de nuevos miembros de la Fuerza Aérea estadounidense. Por este motivo, a sus 81 años, el informe del Departamento de Justicia pone en duda su estado de salud mental. Mientras, el propio Joe intenta disimular sus lapsus recurrentes y defiende que sus capacidades "están bien". Sin embargo, no lo tiene nada fácil para mantenerse en la Casa Blanca. Los más jóvenes están descontentos por su apoyo a Israel en el conflicto armado, y la oposición utiliza sus últimos comportamientos como arma política para arrebatarle el mandato.
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