No sabemos cuáles son sus méritos, salvo nacer hija de una infanta de España. Y sin embargo la alaban, la aplauden y hacen como que la admiran para que acepte premios, vaya a fiestas y eventos, o pose en los photocall. Es por dinero, claro, para ella y para sus aduladores. Es una impostura. Pero la sonrisa de Victoria Federica de Marichalar y Borbón no siempre es impostada. A poco más de una semana de celebrar su primer cuarto de siglo, y después de romper con otro novio, la joven que ocupa el quinto lugar en la línea de sucesión al trono ríe de verdad, con esa alegría inevitable de los 25 años, cuando la vida se escapa a borbotones en las miradas, en los poros de la piel y en el ansia por hacer cosas.
Pero muchas personas, a esa edad, saben equilibrar ese torrente veinteañero con la madurez que exigen las necesidades cotidianas. Victoria Federica pudo haber estudiado lo que se le antojara, en las mejores universidades del planeta. De hecho, la ahijada de Felipe de Borbón (sí, el Rey es su padrino) estudió en el carísimo colegio San Patricio de Madrid. No le fue bien y la cambiaron al colegio St. George's de La Moraleja. Tampoco es barato. Luego intentó acometer estudios superiores y se matriculó para estudiar business en The College For International Studies, una universidad estadounidense inaccesible para la inmensa mayoría de los jóvenes, pero no pudo con ello: duró un año y medio entre ausencias, indisciplinas, falta de voluntad y sobre todo falta de necesidad de labrarse un futuro.
Victoria Federica, como su hermano, cuenta entre otros privilegios con el de haber podido estudiar en Suiza, como su abuelo, o en las mejores y más prestigiosas universidades privadas de Estados Unidos, o donde hubiera querido. Pero no aprovechó ese privilegio. Prefirió el dinero fácil, los cheques de la revista Hola, de la tele, de las marcas, la fama de papel cuché, el foco, ser una influencer o eso que llaman una socialité: o sea, cobrar gracias a su sangre, gracias a ser quien es, concursar en programas de prime time por más dinero del que gana una ingeniera o una doctora en Medicina o una prometedora y esforzada abogada de su edad.
En esa paradoja se ha instalado: frente a la inmadurez que demuestran sus decisiones vitales para elegir su camino, se disfraza de adulta. Es la paradoja de una persona que no parece representar valores sólidos, sino la antítesis del mérito, del esfuerzo y sin embargo es invitada a premios y eventos porque atrae a la prensa, esa a la que ella no trata con excesiva simpatía. Eso cuando no cobra por el mero hecho de acudir, con vestido de marca prestado o regalado, con joyas por la cara, con la autoridad de quien parece decir con sus silencios: "Aquí estoy yo ejerciendo de niñata, porque puedo y porque soy nieta de Juan Carlos de Borbón". Una lástima. ¿Se creerá que realmente la admiran?
Este retrato de Victoria Federica no es ajeno a los responsables de imagen de Casa Real. Por eso, salvo situaciones inevitables, como compromisos familiares donde sería escandaloso no aparecer, no abundan las fotografías con los Reyes junto a esta mediática sobrina, poco ilustrada y apreciada por quien examine su trayectoria. Sus primas la princesa Leonor o la infanta Cristina, en el extremo opuesto, volcadas en su formación, en el esfuerzo, en sus obligaciones institucionales, no se prodigan en escenas públicas con la influencer real, bautizada en la pila del Palacio Real con agua del río Jordán y con el actual jefe del Estado como padrino.
No sabemos si esta forma de ser preocupa a sus padres, separados cuando no había cumplido diez añitos. Jaime de Marichalar se la lleva a la Semana de la Moda de París, ya que él trabaja para el imperio del lujo, LVHM, y su madre trató de inculcarle la noble pasión de la hípica donde sí se aplicó durante años. No parece que una de sus tatarabuelas, que le da su nombre, Victoria Eugenia de Battenberg, se mostrará hoy orgullosa de ella. Tampoco la bisabuela a la que debe su otro nombre, Federica de Hannover, aplaudiría su trayectoria. O eso nos indican las biografias de sus ilustres antepasadas. Ambas representaban valores muy distintos: responsabilidad, resiliencia y compromiso con su tiempo.
Con semejante pedigrí, no resulta extraño que la atención mediática se pose sobre ella. Lo llamativo es que esa atención suele traducirse en halagos, invitaciones, contratos publicitarios y premios que contrastan con una trayectoria personal y académica más que discreta.
Victoria Federica es, sencillamente, una mujer que, pese a contar con todos los privilegios, apenas ha sabido transformarlos en valores sólidos, esfuerzo académico o logros profesionales que no dependan directamente de su apellido.
Su perfil es rentable en lo económico, aunque alejado del concepto de mérito y esfuerzo que muchos jóvenes de su generación se ven obligados a encarnar. Y sin embargo la ajaban, la invitan, la aplauden y la premian.
Victoria Federica ha convertido su vida en un escaparate. Sus redes sociales, seguidas por más de 375.000 usuarios, muestran viajes, posados en lugares exclusivos y colaboraciones con marcas de moda. Este despliegue la ha llevado incluso a ser nominada a los Premios Forbes 2025 en la categoría de Mejor Creador de Contenido, un reconocimiento que ha desatado controversia.
Muchos usuarios de redes sociales han cuestionado que su carrera como creadora digital no se entendería sin el peso de su linaje. Para sus detractores, se trata de un ejemplo claro de cómo la fama heredada sustituye al esfuerzo, mientras que sus defensores destacan que precisamente ese reclamo es lo que buscan las marcas a la hora de elegir embajadores.
La joven ha trabajado con firmas como Hoss Intropia y generó gran expectación con su colaboración junto a Belén Esteban para la marca Nude Project. Además, protagonizó el cartel de la Feria de San Isidro 2025, donde se mostró orgullosa de su herencia taurina y de la figura de su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I.
En lo personal, Victoria Federica atraviesa un momento delicado tras su ruptura con el empresario Borja Moreno Oriol. La relación, iniciada en el verano de 2024. Ambos han pasado los últimos meses de forma independiente, disfrutando del verano por separado y dice Hola que sin terceras personas implicadas.

No es la primera vez que la vida sentimental de la sobrina de Felipe VI ocupa titulares. En 2018 se la relacionó con el torero Gonzalo Caballero y, entre 2019 y 2022, mantuvo una relación más estable con el DJ Jorge Bárcenas, con quien terminó de manera amistosa. La paradoja de Victoria Federica no ha pasado inadvertida para Zarzuela. Su perfil mediático genera incomodidad en una institución que intenta proyectar austeridad, discreción y un aire de profesionalidad. No es casualidad que Vic no aparezca en actos oficiales.
De hecho, la Casa Real prefiere reservar sus apariciones a situaciones inevitables, como bodas familiares, funerales o celebraciones de especial relevancia. El contraste entre las dos ramas de la familia resulta evidente: mientras Leonor se prepara para asumir un papel institucional de primer orden, Victoria se mueve con soltura en la pasarela de las redes sociales y los focos de la moda.
Victoria Federica es hoy un nombre de peso en el mercado de la influencia digital. Su presencia garantiza titulares y su figura genera interés en todo tipo de eventos. Ese tirón es suficiente para justificar su inclusión en premios y para convertirla en un reclamo publicitario de primer nivel. Pero tal vez habrá que explicar con mayor profundidad qué o a quién se premia.
¿Merece ese reconocimiento o se trata simplemente de un negocio, una consecuencia de su apellido y su capacidad para catalizar la potencia mediática y económica de los eventos? ¿Estamos ante un fenómeno mediático construido sobre privilegios heredados o ante una profesional que ha sabido explotar con habilidad su imagen?
La respuesta, quizás, sea una mezcla de ambas. Victoria Federica es un producto de su tiempo, de la cultura del escaparate y de una sociedad que premia tanto el mérito como el linaje, aunque este último genere contradicciones.
Relacionados
- Froilán y Victoria Federica, los hermanos con peor imagen de los ocho nietos de los eméritos: por qué sus primas Leonor y Sofía no quieren fotos con ellos
- Las reacciones de Tana Rivera y Victoria Federica a la guerra entre Morante de la Puebla y Roca Rey
- Victoria Federica luce el peinado más festivalero en Starlite y se le cae la baba con este cantante