"Ya se trabaja con planes para un deceso fuera de España", aseguran fuentes conocedoras de las gestiones que se coordinan entre Casa Real y el Gobierno. Cinco años después de que el antiguo monarca decidiera auto exiliarse en España, tanto la familia del Emérito como el Ejecutivo de Pedro Sánchez asumen que don Juan Carlos ni siquiera se plantea volver a residir en España y todas las fuentes consultadas coinciden que la probabilidad de que una persona de esa edad muera en donde reside es muy alta. Pero a vendrá a España a promocionar y presentar sus memorias, editadas por Planeta y escritas a cuatro manos con su biógrafa, la francesa Laurence Debray. Será a finales de este año, cuando el Rey Juan Carlos I rompa uno de los grandes tabúes de la realeza: contar su historia con voz propia. Reconciliación, el título de sus memorias, promete no solo desvelar los episodios ocultos de una vida ligada a la historia de España, sino también ofrecer un retrato íntimo de un hombre marcado por el exilio, la familia y el paso del tiempo.
La salud del anterior jefe del Estado es "buena", según las fuentes consultadas aunque de vez en cuando "tiene que cambiarse las pilas", cosa que suele hacer en Suiza y en España, dependiendo de los que se trate, y "está muy vigilado y en las mejores manos", señalan. Eso sí, a nadie se le escapa que el padre de Felipe VI va para los 88 años, los que cumplirá el próximo 5 de enero, posiblemente en Abu Dabi y rodeado de incondicionales y buena parte de sus parientes: es decir, su hermana la infanta Margarita y su familia, sus hijas las infantas Elena y Cristina, y todos los nietos de las infantas, pero no su mujer, la reina doña Sofía, ni su hijo ni sus nietas Borbón Ortiz (la princesa Leonor y la infanta Sofía), ni por supuesto la reina Letizia.
El Emérito dijo que se autoexilió porque pretendía con su marcha minimizar el daño causado a la Corona
En el verano de 2020, el marido de la reina Sofía se marchó a Abu Dhabi. El Emérito dijo que pretendía con su marcha minimizar el daño causado a la Corona, entendemos que por asuntos tan turbios como que se libró de condenas por prescripción, porque reguló y pagó, o porque fue inviolable cuando cometió los delitos. Pero exonerado en términos formales pero señalado como comisionista y defraudador, eso sí, impune.
Pro fue su hijo quien actuó frente a los negocios paralelos con los que se ha enriquecido su padre en los años de reinado. Don Juan Carlos se marchó después de que su propio hijo le retirara públicamente la asignación que administra como jefe de la Casa del Rey, poco más de 200.000 euros a año que no tienen gran importancia para Su Majestad (es lo que le cuestan solo sus habituales viajes en avión privado) por las cifras materiales pero sí por la humillación que supuso que el Rey de España tuviera ese gesto con su propio padre para ser coherente con la ejemplaridad que defiende el actual Monarca. La respuesta de don Juan Carlos fue irse y emitir una carta: "Mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones, desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu responsabilidad", rezaba la música en la que justificaba su mudanza al Golfo Pérsico, a residir bajo el paraguas de sus amigos árabes, en una teocracia que poco tiene que ver con regímenes democráticos.
Y no ha vuelto salvo esporádicamente, a cuestiones médicas, a sus regatas de Galicia, a alguna boda o funeral o a otras celebraciones familiares como el cumpleaños de la infanta Elena o el 18 cumpleaños de la princesa Leonor. Pero no se le permite pernoctar en el palacio de la Zarzuela. Hizo tentativa de regresar a su país en las navidades de 2020, cuando el COVID aún mataba mucha gente y el antiguo monarca había recibido el privilegio de vacunarse junto a sus hijas las Infantas antes que muchos españoles. Hizo tres regularizaciones fiscales, supuestamente con la ayuda de amigos que le prestaron dinero para que Hacienda cerrara las inspecciones contra él. Pero no funcionó. Trató de vender el mensaje de que era víctima de juicios mediáticos pero las pruebas (que no condenas) de su reprochable conducta se unieron a los bochornos de sus amantes repartiendo estopa, entrevistas y fotos por portadas de revistas y periódicos y hasta platós de televisión. En marzo de 2022, el Emérito envió una misiva a su hijo para confirmar su decisión de trasladar la residencia "de forma permanente" a Abu Dhab, "lugar al que he adaptado mi forma de vida y al cual agradezco enormemente su magnífica hospitalidad", decía.
Tras pagar millones a Hacienda y lograr que se cerraran los expedientes fiscales, hizo su primer viaje a España, que supuso un baño de masas y un circo mediático de tal dimensión que su hijo le llamó a capítulo y mantuvieron en Zarzuela una conversación de 4 horas tras la cual don Juan Carlos salió de España viajando de noche para regresar de nuevo hacia su exilio. Después, ha vuelto muchas veces, pero no duerme en Palacio, ni en Zarzuela ni en Marivent ni por supuesto en el Palacio Real. Y no parece que vaya a regresar de forma permanente.
"Mi padre siempre me aconsejó que no escribiera mis memorias. Los reyes no se confiesan"
Una de las razones de volver a España será la promoción y lanzamiento de sus memorias. Porque el rey no residirá en España pero su biografía sí, y en muchos otros países además de editarse en el menos tres idiomas: francés, español e inglés.
"Mi padre siempre me aconsejó que no escribiera mis memorias. Los reyes no se confiesan", escribió el emérito en esta obra personal y, según Planeta, "a corazón abierto". Sin embargo, tras décadas en el centro del poder y años recientes en la sombra de Abu Dabi, Juan Carlos ha decidido hablar. "Siento que me roban mi historia", afirmó, dando sentido al impulso de relatarla por sí mismo.
Las memorias, presentadas por la editorial como un "acontecimiento histórico", relatan con detalle "la parte privada de una vida pública", hilando la crónica de un joven criado entre palacios y exilios hasta convertirse en figura clave en la transformación democrática de España.

Pero Reconciliación no es solo un ejercicio político. Es también un viaje emocional por los claroscuros de una existencia marcada por las expectativas ajenas, los errores propios y los lazos familiares que hoy se sienten más lejanos que nunca. Escrita entre el recuerdo de Estoril y la soledad de Abu Dabi, esta autobiografía ofrece un retrato sin adornos del hombre detrás del trono. Más allá de los episodios históricos, la obra promete anécdotas personales, alegrías y heridas que todavía laten. Una vida narrada desde el ocaso, cuando el poder ya no brilla y las preguntas pesan más que las respuestas.
El 23-F y sus relaciones con Franco
En este libro de memorias, según una fuente relacionada con Laurence Debray, "no esperen una sola línea sobre sus amantes, sus conductas poco ejemplares mientras pedía ejemplaridad desde los discursos de Nochebuena, o su verdadera fortuna ni la forma de conseguirla", pero sí leeremos "su verdad sobre el golpe de estado del 23-F o sobre sus relaciones con Franco, con su padre y con varios presidentes del Gobierno, empezando por Arias Navarro", tal y como publicamos en abril.
Las memorias que Juan Carlos I ha redactado, con la colaboración de la periodista y filósofa francesa Debray (esa que dice que Juan Carlos sueña en francés), se presentarán como un testimonio personal e inédito, pero no exento de polémica. El propio autor ha dejado claro que su intención no es politizar el relato de su vida. No obstante, es imposible que quien ha vivido en esa posición la historia reciente de España despoje de contenido político casi cualquiera de sus palabras. Porque el rey emérito no está ajeno a la política. Él, que fue el artífice de la Transición, no podrá eludir la tentación de relatar cómo y por qué se convirtió en una pieza clave de ese proceso, cómo se manejó con Franco, quien le designo como sucesor, y con unos presidentes de Gobierno tan dispares como Arias Navarro, Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, Zapatero y Mariano Rajoy, cómo gestionó las tensiones internas y las presiones externas que marcaron su reinado.
Con el apoyo de su hija Elena
El emérito ha encontrado respaldo en su hija la infanta Elena, que estaba al tanto de la decisión del exmonarca y le ha expresado su apoyo incondicional. Según cercanos a la familia, Elena considera que su padre tiene todo el derecho de relatar su propia versión de los hechos, sin que ello implique hacer algo incorrecto.
