"No esperen una solo línea sobre sus amantes, sus conductas poco ejemplares mientras pedía ejemplaridad desde los discursos de Nochebuena, o su verdadera fortuna ni la forma de conseguirla", nos dice una fuente relacionada con Laurence Debray, sobre las memorias de don Juan Carlos, cuya publicación recogíamos este lunes. "Pero sí leeremos su verdad sobre el golpe de estado del 23-F o sobre sus relaciones con Franco, con su padre y con varios presidentes del Gobierno, empezando por Arias Navarro", nos aclaran desde el entorno de la francesa.

Desde que Point de Vue nos sorprendió con la noticia de las memorias de Juan Carlos I, las apuestas sobre lo que esas páginas pudieran contener no han cesado. La editorial Planeta ha confirmado que, si todo sale como lo tiene previsto el rey emérito, el texto verá la luz entre el verano próximo y las Navidades de 2025. Y, por si eso no fuera suficiente para captar la atención, se ha anunciado que el libro será publicado en varios idiomas: español, inglés, francés, italiano y alemán. Un detalle que no es menor, porque su significado no se limita únicamente a lo literario; se trata de un movimiento con mayúsculas, un acto de reivindicación por parte del rey que, aunque distante del poder, sigue siendo uno de los grandes personajes de la historia contemporánea de España.

Las memorias que Juan Carlos I ha redactado, con la colaboración de la periodista y filósofa francesa Laurence Debray (esa que dice que Juan Carlos sueña en francés), se presentarán como un testimonio personal e inédito, pero no exento de polémica. El propio autor ha dejado claro que su intención no es politizar el relato de su vida. No obstante, es imposible que quien ha vivido en esa posición la historia reciente de España despoje de contenido político casi cualquiera de sus palabra. Porque el rey emérito no está ajeno a la política. Él, que fue el artífice de la Transición, no podrá eludir la tentación de relatar cómo y por qué se convirtió en una pieza clave de ese proceso, cómo se manejó con Franco, quien le designo como sucesor, y con unos presidentes de Gobierno tan dispares como Arias Navarro, Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, Zapatero y Mariano Rajoy, cómo gestionó las tensiones internas y las presiones externas que marcaron su reinado.

La figura de Juan Carlos I ha sido durante mucho tiempo un mito

La figura de Juan Carlos I ha sido durante mucho tiempo un mito. Pero como todos los mitos, está rodeada de sombras y luces, y, en este caso, muchas de esas luces se han ido apagando. Las críticas, tanto de los medios como de la sociedad, han sido implacables, y el antiguo monarca siente que ha llegado el momento de exponer su versión de los hechos. De ahí que no le importe en absoluto que se diga que las memorias tienen un marcado sesgo personal: "No necesito pedirle permiso a nadie", se ha oído decir a aquellos que conocen su intención. Es su historia, y es él quien tiene derecho a contarla.

Un dato que ha causado curiosidad entre los que seguimos estos procesos editoriales es el nombre de la editorial encargada de publicarlo: Planeta. Se podría pensar que la proximidad de esta editorial con la Casa Real española podría influir en el contenido de las memorias, pero parece que, al final, lo que manda en el mundo editorial es el negocio. Planeta no tiene reparos en que el rey emérito publique su obra, y el entorno cercano a los Borbones tampoco muestra temor. La Casa Real española, aunque distante en los últimos años de la figura de Juan Carlos, no ha visto en las memorias una amenaza directa. Los expertos que han analizado el proceso apuntan que el hecho de que el texto sea corregido por Laurence Debray, que lo ha redactado en francés y español, con un estilo más literario, sin modificar el fondo, ha sido la clave para que dificultades.

Las memorias de Juan Carlos I prometen revelar más que anécdotas y confidencias personales. El rey ha querido hablar de los momentos cruciales de su vida, aquellos que marcaron un antes y un después en la historia de España. Pero también hay espacio para reflexionar sobre los años más íntimos, aquellos en los que el hombre detrás de la figura de monarca vivió alejado de la presión pública, en los que los retos deportivos y las pasiones personales pasaron a primer plano. Aun así, las críticas que no ha podido esquivar en los últimos años siguen presentes, y es en ellas donde el rey emérito ha centrado muchas de sus palabras.

"Me están robando mi historia", dijo Juan Carlos I en una de sus intervenciones privadas, frase que, curiosamente, aparece en el adelanto que la revista Point de Vue publicó en septiembre pasado. La sensación de despojo, de que su imagen ha sido utilizada y tergiversada sin su consentimiento, es una de las motivaciones que empujó al monarca a dar este paso. Tal vez la respuesta definitiva al mundo editorial que, sin quererlo, lo ha utilizado como personaje en infinidad de libros, es ahora, precisamente, esta: el escribir él mismo su historia. El título, Reconciliación, está cargado de simbolismos. Juan Carlos I parece querer zanjar no solo su propio relato, sino también la relación con el pueblo español, con la monarquía y con la Historia misma. Es un intento de encontrar paz, de ofrecer su versión de los hechos sin filtros, sin intermediarios. Después de años de crisis institucional y personal, el rey emérito busca, tal vez, restituir algo más que su figura pública: pretende, a través de las palabras, restablecer su propio orden.

¿Qué nos espera entre las páginas de esas memorias?

Pero, ¿qué nos espera entre las páginas de esas memorias? Momentos de gran carga emocional, pero también una mirada penetrante sobre los entresijos de la política española de las últimas décadas. Para algunos, será un testimonio histórico; para otros, será simplemente el canto del cisne de una figura cuya trascendencia fue mucho más allá de lo que él mismo imaginó. Las memorias de Juan Carlos I llegarán a las librerías con gran expectación. El libro se convertirá en un referente, tanto por el contenido como por lo que representa: el primer monarca en la historia de España que decide escribir sus memorias y publicarlas. Un gesto que no solo marca un hito en la monarquía, sino que también nos invita a reflexionar sobre el poder, el legado y las sombras que siempre acompañan a aquellos que lo ostentan.

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