Charlene de Mónaco y Kate Middleton marcan el camino del calzado cómodo y elegante este verano (aunque caro)

Durante la celebración del 20 aniversario de la ascensión al trono del príncipe Alberto II, Charlene deslumbró con los elegantes Ascent 55 de Gianvito Rossi. Estos tacones, elaborados en cuero blanco liso, cuentan con un diseño refinado: punta afilada, talón descubierto y un tacón kitten heel de 55 mm con una ligera curva que aporta elegancia sin sacrificar comodidad. El detalle del cinturón fino al tobillo con un broche dorado en forma de lazo —sello característico del diseñador— añadió un toque de distinción al look.

Los zapatos de Charlene contrastaron delicadamente con su vestido: un modelo sin mangas de Oscar de la Renta en tono rosa pálido, con aplicaciones de encaje floral en el bajo asimétrico y un cinturón a juego que marcaba la cintura. Un conjunto equilibrado entre lo clásico y lo moderno, en el que el calzado cumplió un papel clave.

No es la primera vez esta temporada que la princesa de Mónaco elige a Gianvito Rossi. A principios de mes, en una aparición familiar en Carladez, optó por unas bailarinas slingback planas del mismo diseñador, combinadas con un vestido plisado de Zimmermann en tono marfil. Entonces el look fue relajado; esta vez, la ocasión exigía un aire más estructurado, aunque manteniendo la misma línea estilística.

Charlene no es la única royal en rendirse al poder de los slingback. Kate Middleton también apostó por ellos en sus últimos compromisos. En Wimbledon, la princesa de Gales lució los Ribbon Sling 85 de Gianvito Rossi, en ante nude y con un tacón más alto, pero con la misma silueta afilada y el broche dorado en el tobillo. Su precio oscila los 690 euros. La modelo Jordyn Woods, por su parte, apareció en París hace dos semanas con unos slingbacks de Hermès combinados con capri, prueba de que este perfil —punta aguda, tacón medio y talón al aire— domina el panorama de la moda actual.

La versión blanca elegida por Charlene puede considerarse la más formal de todas, especialmente por la manera en que armonizó su look con el de su hija, la princesa Gabriella, quien llevó unas sandalias blancas de proporciones similares. Aunque no era un conjunto idéntico, la coordinación madre e hija aportó un guiño de complicidad estilística, un detalle habitual en las apariciones oficiales de la familia monegasca.

La jornada celebrada en el Palacio Principesco de Montecarlo conmemoraba dos décadas desde que el príncipe Alberto II asumiera oficialmente el trono de Mónaco en 2005 tras el fallecimiento del príncipe Rainiero III. Acompañado de Charlene y sus hijos, el príncipe Jacques y la princesa Gabriella, el soberano participó en un evento cargado de simbolismo para la casa Grimaldi.