El esperado acto de conciliación entre el rey emérito Juan Carlos I y el expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha concluido sin acuerdo este viernes en los juzgados de Santander. El antiguo monarca, que reclama una rectificación pública y 50.000 euros en concepto de indemnización por presuntas calumnias, no se ha presentado al encuentro, lo que deja abierta la vía judicial para un futuro litigio entre ambas partes.
La cita judicial fue convocada a raíz de varias declaraciones realizadas por Revilla en medios de comunicación en los últimos años, donde se ha referido al emérito con términos como "evasor", "apátrida fiscal", y lo ha acusado de cometer "tropelías" y actuar como un presunto "corrupto". Aunque no se han revelado en detalle cuáles de esas expresiones motivaron la acción legal de Juan Carlos I, la defensa del exjefe de Estado las considera "injuriosas y calumniosas".
Revilla, por su parte, se ha mostrado tajante a su llegada al juzgado: "No me retracto", ha sentenciado ante los medios, reafirmando que su postura no ha cambiado pese a la demanda. "Si me encontrara con él, le diría que me ha defraudado", ha declarado con contundencia. "Lo que tiene que hacer es pedir perdón y repatriar todo el dinero que tiene por ahí fuera", ha añadido, en referencia a los fondos del emérito que durante años han sido objeto de controversia y debate público.

Pese a que el acto tenía lugar en Santander, Juan Carlos I, que está en Galicia, ha optado por no asistir. Su equipo legal, encabezado por la abogada Guadalupe Sánchez —quien también representa al empresario Alberto González Amador, novio de Isabel Díaz Ayuso, en otras causas— acudió en su nombre, acompañada del procurador del padre del monarca. La ausencia del rey emérito no ha sorprendido, ya que este se encuentra actualmente en Sanxenxo. Precisamente este jueves, el propio Juan Carlos ironizaba ante la prensa sobre su posible presencia en el acto con un evasivo: "Hace mucho tiempo que no voy a Santander".
Con la fallida conciliación, la vía civil queda despejada para que el monarca interponga una demanda formal contra Revilla, una posibilidad que su defensa ya había contemplado como probable si no se alcanzaba un acuerdo extrajudicial. Según fuentes jurídicas cercanas al proceso, el equipo de Juan Carlos I considera que las afirmaciones del expresidente cántabro han sobrepasado los límites de la libertad de expresión y podrían constituir una vulneración de su derecho al honor.
Revilla, fiel a su estilo directo, se ha defendido argumentando que sus declaraciones reflejan la indignación de gran parte de la ciudadanía por los escándalos que han salpicado al emérito en los últimos años. "Yo solo he dicho lo que piensan muchos españoles. Y no retiro ni una palabra", insistió. También ha cuestionado la oportunidad de la demanda, insinuando que se trata de un intento por "lavar la imagen pública" del rey emérito, quien abandonó España en 2020 tras las investigaciones abiertas en su contra por presuntos delitos fiscales.
La polémica entre ambos personajes se enmarca en un contexto especialmente delicado para la figura del exmonarca. A pesar de que algunas causas judiciales fueron finalmente archivadas, la sombra de la opacidad fiscal, los movimientos de dinero en paraísos fiscales y sus vínculos con empresarios del Golfo Pérsico han erosionado considerablemente su reputación.

Mientras tanto, en Sanxenxo, Juan Carlos I continúa con su agenda náutica sin mostrar señales públicas de preocupación. A bordo del Bribón, su emblemática embarcación, competirá este fin de semana en la segunda prueba de la Liga Nacional de la clase 6 metros. Su presencia en España durante estos días ha vuelto a levantar polvareda mediática y política, con algunos sectores cuestionando la "normalización" de sus visitas, pese a no haber dado explicaciones públicas sobre los hechos que motivaron su autoexilio.
Este nuevo frente judicial se suma a la ya de por sí compleja situación mediática que rodea al emérito. Desde su abdicación en 2014, su figura ha sido objeto de un creciente escrutinio público, especialmente tras las revelaciones sobre sus fortunas ocultas y supuestos tratos opacos con gobiernos extranjeros. Aunque logró regularizar una parte de su situación fiscal en España, la falta de transparencia en muchos aspectos de su patrimonio sigue generando controversia.
Por su parte, Miguel Ángel Revilla ha reiterado que su enfrentamiento con el emérito no es personal, sino político y ético. "No se puede permitir que una figura como la del rey, que representa al Estado, acumule fortuna fuera del país y no dé explicaciones", dijo. En tono crítico, ha defendido su derecho a opinar libremente y ha asegurado estar dispuesto a acudir a los tribunales si así se lo exige el monarca: "No tengo miedo. Y no voy a rectificar algo que considero justo y necesario para la democracia".
En los próximos días, los abogados del rey Juan Carlos decidirán si formalizan la demanda. En caso de prosperar, el juicio enfrentaría a dos rostros muy conocidos del panorama nacional: uno, símbolo de la monarquía cuestionada; el otro, una de las voces más críticas del sistema desde el ámbito regional. Más allá del desenlace judicial, el caso ya se perfila como un nuevo episodio en la larga y agitada historia del declive del emérito.
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