Imagen histórica, con mucha lluvia, muy british. El 6 de mayo, a los 74 años, Carlos III se coronó como el monarca más longevo de la historia que accede al trono. En la misma ceremonia, que tuvo lugar en la Abadía de Westminster, en Londres, fue nombrado cabeza suprema de la iglesia protestante anglicana de Inglaterra y Gales. A esta fotografía histórica se unió Camilla, que dejó de ser queen consort para ascender al trono como reina, tal y como dejó dicho Isabel II. Londres y Reino Unido se convirtieron en el centro del mundo aquel día de primavera. A las 13:00 se escuchó la memorable frase "God save the King!" Junto al monarca estaba su hijo, el príncipe de Gales. En un momento de su intervención, el heredero le dio un beso. Su padre, emocionadísimo, le dijo: "Gracias, Guillermo". La elegancia de nuestra reina y la polémica de la asistencia de Harry despertaron nuestra atención. Así lo contamos entonces.

La coronación de Carlos III reunió a 2.000 invitados. Una cifra similar a la del funeral de la reina Isabel II, en septiembre de 2022, cuando se dieron cita 500 mandatarios, realeza, jefes de Estado y presidentes. Entre ellos, asistieron los reyes de España, Felipe VI y Letizia. La Reina confió en un estilismo 100% Carolina Herrera. La chaqueta llevaba un impresionante detalle de bordados florales en el centro, que iba enmarcado por una larga fila de falsos botones decorativos, cuello caja y hombros armados con hombreras. Remataba el conjunto con una pamela minimal XL y una cartera también de Carolina Herrera. Un vestido muy aplaudido.

Con una escaleta medida al milímetro, trazada en la Operación Orbe Dorado, Carlos y Camilla encabezaron la procesión desde el Palacio de Buckingham hasta la Abadía de Westminster. En la llamada Procesión del Rey vimos salir la primera carroza (hubo dos). Un carro ligero que llevó Isabel II en 2012 por su Jubileo de Diamante (60 años como soberana). El segundo carruaje, ya con el rey coronado, fue la histórica Gold State Coach, conocida como la Carroza de Oro. La misma que utilizó Jorge III en 1762 y la misma que desfiló en 2022 con el holograma de la reina Isabel II con motivo de su Jubileo de Platino. Ocho Windsor Greys tiraron del vehículo debido a su enorme peso (cuatro toneladas).
La ceremonia eco con vestidos reciclados
Para un evento marcado por los nuevos tiempos, se hizo un esfuerzo por el reciclaje, sobre todo por parte de Carlos, conocido como el monarca eco. Así, reutilizó los vestidos de sus antepasados, de Jorge IV, Jorge V, Jorge VI y de su propia madre, Isabel II. El rey, en su entrada a la abadía, vestía la túnica de Estado de terciopelo carmesí, la misma que llevó su abuelo en la coronación de 1937. El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, ofició la ceremonia. Carlos III tomó asiento en la silla su antepasado el rey Eduardo. Tras lanzar Dios salve al rey, el monarca juró la ley y el respeto a la iglesia.
En el juramento, el monarca fue ungido en la cabeza, en las manos y en el pecho con el aceite consagrado por arzobispo anglicano en Jerusalén en la Iglesia del Santo Sepulcro. El aceite, vegano, procedía de la prensa de aceitunas de dos olivares del Monte de los Olivos. También fue ungida Camilla. El momento de la unción, el rey portaba la Supertúnica, un abrigo de color dorado reciclado también de cuarta mano, tras Jorge V, Jorge VI e Isabel II. Sobre esta túnica, el Manto Imperial, elaborado en hilo de oro, oro, plata y seda. Después, la investidura. Carlos recibió el cetro, tres espadas y un anillo, una entrega simbólica de su poder y autoridad, pero también de deber. El siguiente paso fue colocarle la corona de San Eduardo, cortada y ajustada al perímetro de su cabeza. Un kilo de peso. Después, le colocaron la Corona del Estado Imperial, que fue la que lució en la procesión de regreso a palacio. Camilla también ascendió al Trono, aunque sin prestar juramento porque no es monarca de facto. La reina portaba la corona de la reina María.

La coronación del Carlos III pasó a la historia por los 250 millones de libras esterlinas (280 millones de euros) que alcanzó el coste del dispositivo de seguridad especial para cubrir el evento, que supuso la incorporación de miles de agentes de la policía y escuadrones de protección de la ceremonia y de sus invitados.
Los otros dos focos apuntaban ese día a Harry, que asistió relegado a un alejadísimo segundo plano; y el príncipe Andrés, invisibilizado y despojado de honores militares por su conexión con la oscura red de tráfico sexual de menores del que fuera su amigo el magnate pederasta condenado Jeffrey Epstein. El duque de Sussex fue colocado en la tercera fila de los bancos de Westminster, junto a sus primas Eugenia y Beatriz; y sus respectivos maridos, Jack Brooksbank; y Edo Mapelli Mozzi. Compartió espacio con una prima de su abuela Isabel II, Alexandra. Lejos de Harry se contraban Kate y Guillermo, que se sentaron en el front row (primera fila), como herederos.
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