Industria
España elige una apuesta arriesgada con el rechazo de los cazas de EEUU: esperar a los portaviones y las aeronaves de sexta generación
- El poder aéreo descansa ahora en los aviones Eurofighter y los F-18
- La Armada quiere desarrollar su propio portaviones para 2040
- España participa en el tortuoso programa del caza de sexta generación
Julio De Manuel Écija
España ha confirmado esta semana una realidad que los mentideros militares discutían desde hace tiempo: Madrid veía con malos ojos adquirir los F-35 Lightning II estadounidenses y prefería buscar "alternativas"; un eufemismo para decir que la Armada tendrá sus capacidades aeronavales mermadas durante años. Con esta decisión, Defensa deberá buscar fórmulas para estirar sus actuales capacidades aéreas, hacer malabares con los aliados de la OTAN y desarrollar armas alternativas. Las opciones que se le dibujan al poder militar aéreo en España pasa por tres opciones: la construcción de hasta tres portaviones, uno de ellos convencional; el desarrollo del caza europeo de sexta generación FCAS; y ampliar las capacidades aéreas y espaciales con drones y satélites.
Las fuerzas aéreas de España se encuentran divididas entre las tres ramas militares. El Ejército de Tierra posee el grueso de los helicópteros de ataque y transporte, la Armada cuenta con los vetustos cazas aeronavales Harrier y algunas unidades designadas a los Infantes de Marina, y el Ejército del Aire y el Espacio se reserva todo lo demás: los aviones de combate F-18 Hornet y Eurofighter Typhoon, los cargueros de transporte de Airbus y la gestión espacial.
En conjunto, según estimaciones del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS), España tiene un arsenal aéreo de unos 180 aviones de combate, más de 180 helicópteros (la inmensa mayoría de transporte o función multipropósito) y unos 70 aviones de transporte (incluidos los famosos Airbus A400M).
Gran parte de esta tecnología es local, como los Airbus y los Typhoon, mientras que el resto proviene sobre todo de Estados Unidos, como los F-18. La filosofía militar de España ha sido tradicionalmente europeísta y los principales desarrollos armamentísticos de sus fuerzas aéreas repartidas en los diferentes brazos buscan diseñar el futuro aéreo en suelo continental. Sin embargo, la negativa de adquirir los aviones de Lockheed Martin deja un vacío importante.
Tortuoso programa del FCAS
Para controlar los cielos, España cuenta con dos proyectos bajo la manga. El primero es el programa del avión de combate de sexta generación. Junto con Alemania y Francia, los tres países están desarrollando la aeronave que promete ser la joya de la corona de la aviación europea. El Futuro Sistema de Combate Aéreo (FCAS, por sus siglas en inglés) se inició en 2018 por Dassault Aviation y Airbus, al que se le añadió poco después Indra. Su principal característica es un sistema interoperativo de drones y avión tripulado. El objetivo es que es que los compañeros de ala autónomos sean controlados por inteligencia artificial desde el avión tripulado.
El programa afronta grandes problemas tanto dentro como fuera. Reino Unido e Italia decidieron no participar y junto con Japón están desarrollando su propio sistema de sexta generación gemelo: el Programa Aéreo de Combate Global (GCAP), integrado por el Tempest, un nuevo caza de combate. La salida de Londres y Roma fue significativa, ya que sí participaron en el desarrollo del Eurofighter.
Dentro de las fábricas, la situación es incluso peor. A mediados de junio, las tensiones y broncas entre alemanes y franceses por los retrasos y la forma de trabajar llegaron a un punto que obligó a intervenir a los mandatarios respectivos. Friedrich Merz, canciller de Alemania, se ha comprometido a encontrar una solución para finales de año.
En juego está un programa de 100.000 millones de euros, de los cuales los gobiernos ya han desembolsado 7.500 millones. El objetivo es que el avión esté operativo en 2035, fecha que con los problemas internos se antoja improbable. Mientras llega, España deberá seguir contando con los Typhoon y buscar un sustituto para los envejecidos Hornet. Entre los candidatos se encuentran más Eurofighter (poniendo en riesgo depender solo de un tipo de caza) o buscar compradores: el Rafale de Francia, el Gripen de Suecia o el KF-21 Boramae de Corea del Sur.
Un portaviones para 2040
La Armada ha encargado a Navantia realizar un estudio para desarrollar el primer portaviones convencional de España. Este proyecto, que como pronto no estaría hasta 2040, se uniría a otros dos buques anfibios, con capacidad para transportar aeronaves de aterrizaje vertical, drones y helicópteros. Juntos, España tendría una flota de hasta tres navíos con capacidad aeronaval.
El mayor damnificado de la negativa a comprar los aviones estadounidenses es el Juan Carlos I, el buque de asalto anfibio que permite operar con los Harrier. Los aviones de Lockheed Martin son la aeronave de combate más avanzada de Occidente, cuentan con capacidad para portar armas nucleares y tecnología de indetección; pero su adquisición también implica aumentar la dependencia hacia EEUU, algo que los gobiernos de Europa ven con malos ojos. El F-35 en su variante B puede aterrizar en vertical y despegar en pista corta, igual que los vetustos cazas británicos.
Con la jubilación de los Harrier prevista para finales de la década, España se quedará sin capacidad de combate aeronaval durante años hasta que llegue el portaviones convencional, que permitiría operar con cazas como el Rafale francés en su versión naval.
Drones y satélites
La industria de drones en Europa se encuentra en pañales, pero las guerras en Ucrania y en Oriente Medio han demostrado la relevancia de estos aparatos en los conflictos venideros. El país eslavo es la mayor potencia industrial del planeta en vehículos no tripulados, con una producción anual cercana a los 3 millones de unidades. Una de las opciones que las fuerzas aéreas en España pueden explorar es un mayor desarrollo de estos aparatos en diferentes escenarios de combate como vigilancia, bombardeo y exploración.
Su desarrollo es interesante en el mar. Con la desaparición de los Harrier, la capacidad militar se sustenta únicamente en los helicópteros SH-60B Seahawk. La implementación de drones aéreos que aterricen y despeguen desde los buques de la Armada puede paliar parte de las capacidades de no tener cazas de combate en la Armada.
Otra área que se le abre a España es el desarrollo espacial. Con la absorción de las capacidades satelitales en la división espacial de Indra y la creación de empresas emergentes como PLD Space, especializada en cohetes, el país puede tejer una industria espacial con aplicaciones militares. En este caso, destaca el lanzamiento del SpainSat NG I, uno de los satélites de comunicaciones más avanzados de la OTAN, cuyo hermano está previsto que se ponga el órbita a finales de año.