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Especial 8M: una mirada económica

Empleo

Futuro incierto: las mujeres siguen infrarrepresentadas en las profesiones más demandadas

  • Los empleos relacionados con las ingenierías serán los más solicitados y mejor pagados 
  • Actualmente, las mujeres tan solo representan el 20% del global de ingenieros en España 
Foto: Dreamstime

Aitor Caballero Cortés
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Inteligencia Artificial, computación cuántica, big data... las profesiones del futuro serán digitales o no serán, por tanto, muchos oficios tendrán dos opciones: renovarse o morir. A este trayecto se exponen especialmente las mujeres, infrarrepresentadas en el sector y con unas previsiones que no auguran, por el momento, grandes cambios.

La cuestión es que esta era digital ya está aquí y, por tanto, todos los empleos relacionados con las nuevas tecnologías se encuentran en un momento de crecimiento exponencial. La red social LinkedIn hizo el pasado mes de enero un listado de 25 profesiones en auge para este 2024, de las cuales, en más de la mitad, estudiar una ingeniería o una FP de ámbitos similares es casi un requisito indispensable. Otros, como el XVIII Informe Los + Buscados de la consultora LHH Recruitment Solutions, subrayan la necesidad de las empresas de disponer de empleados con habilidades tecnológicas, entre los cuales destacan posiciones como el de ingeniero de automatización en la industria.

Y es que este sector ya ha avisado que en España se necesitarán alrededor de 200.000 ingenieros en la próxima década, de acuerdo con el Observatorio de la Ingeniería de España de 2022 (último año con datos disponibles). Esta no es una casuística únicamente de nuestro país, sino que, en todo el mundo, el futuro pasa principalmente por ingenieros, como destaca el medio estadounidense Business Insider. También el Foro Económico Mundial, en el Informe sobre el futuro del empleo 2023, recalca el papel de los perfiles tecnológicos, ya que son claves para el 85% de las organizaciones para su proceso de transformación.

En España, según el Observatorio de la Ingeniería mencionado anteriormente, se estima que hay unos 750.000 ingenieros, de los cuales el 3,7% están jubilados y el resto son población activa. Una densidad de 15,7 ingenieros por cada 1.000 habitantes, superior a países como Italia y Francia, aunque por debajo de Alemania. Pero a pesar de esta aparente abundancia de graduados, la tasa de paro en el sector es prácticamente inexistente (2%), y el porcentaje de ingenieros que se dedican a una profesión relacionada con sus estudios es del 87%.

Todos estos datos son a nivel global entre hombres y mujeres. Si se desglosan por sexos, las realidades son muy diferentes: ellas tan solo representan el 20% del total de ingenieros y, además, sufren más el paro que ellos (4% vs 1,5%). En cuanto a salarios, la situación de los ingenieros en España es privilegiada, ya que la media retributiva es un 40% más alta (unos 33.000 euros anuales). Como contrapartida, este oficio tampoco se libra de la brecha salarial, aunque esta se sitúa en el 10%, la mitad que la del conjunto de la población.

Pasos adelante en paridad

Este gap entre hombres y mujeres viene de lejos. "Tradicionalmente el hombre era el que estudiaba y la mujer se encargaba de los cuidados, trasladándose de generación en generación, aunque con menos intensidad", explica Andrea Álvaro. Ella es graduada en ingeniería informática y actualmente se encuentra estudiando un máster en ciberseguridad. La brecha en cuanto a la obtención de estudios superiores se invirtió hace tiempo, y prueba de ello es el nivel de formación de la población adulta: el 44,7% de las mujeres entre 25 y 64 años tienen educación superior, por el 37,5% de los hombres de su misma edad. Una diferencia que se acentúa entre los jóvenes, ya que el 57% de las mujeres entre 25 y 34 años tienen educación superior, por un 44,1% de ellos.

Una disparidad que, sin embargo, se sigue sin reflejar en los salarios, ya que hay una brecha de casi el 20% entre hombres y mujeres según la Agencia Tributaria, siendo del 17% entre los jóvenes. Se da, por tanto, una situación paradójica: las personas más formadas, en este caso las mujeres, tienen peores salarios que los hombres. Las razones para explicar esta situación van desde la alta representación de ellas en los contratos de jornada reducida (73,9% del total), hasta el menor porcentaje de mujeres que se dedican a lo que han estudiado, bien por inactividad, desempleo, o por tener otro empleo diferente.

Todo ello está relacionado con el hecho de ser madre, algo que, durante muchos años, ha dificultado el progreso profesional. Ahora, parece que esa visión parece que ha desaparecido gracias a la paridad de permisos de paternidad y maternidad instaurada en el 2021: "Da más tranquilidad que tanto el padre como la madre tengan que parar" asegura Lucía Cabanillas, graduada en ingeniería de telecomunicaciones y compañera de Andrea en el máster de ciberseguridad, ya que de esta manera "se valora mucho más la formación y el desempeño profesional", afirma Andrea.

Ramas masculinas y femeninas

Un motivo que también está siendo diferencial para dar con la tecla de la brecha salarial es qué estudios, dentro de la educación superior, cursan hombres y mujeres. Los casos de Andrea y Lucía son una excepción a la regla y así lo confirman: "De 60 personas en el máster, solo somos 10 chicas" afirman. Incluso en el caso de Andrea, asegura que fue "la única mujer" en clase en el grado. Esta es una tendencia que, a priori, pensamos que se está corrigiendo, pero el Observatorio de la Ingeniería indica que, a pesar de un creciente interés en la profesión en la última década, esto ha sido gracias a los hombres. De hecho, las jóvenes marcan el menor porcentaje de ingenieras entre todos los rangos de edad: las de 35 años o menos representan el 15%, mientras que entre 36 y 45 años hay un 24% de ingenieras, entre 46 y 55 años un 22% y más de 55 años, un 18%.

Esta segregación es algo difícil de explicar. Lucía y Andrea lo achacan a la tradición, aunque también hacen referencia a la educación en el hogar desde la infancia: "Desde el tipo de juguetes que das a los hijos, hasta que son adolescentes... yo, por ejemplo, cuando entré a telecomunicaciones, vi que la mayoría de chicos manejaban mejor que yo el ordenador por su costumbre de jugar a videojuegos", expone Lucía. Un informe elaborado por el centro de investigación Iseak apunta a una mayor ansiedad por las matemáticas en ellas que en ellos, además de diferencias en el contexto de cada estudiante. Generalmente, ellas sienten más apoyo por padres y profesores para realizar estudios superiores, de ahí que también sean más en número, pero ese apoyo no se centra en un futuro laboral relacionado con las matemáticas o carreras científicas, ya que a ellos les son más insistentes en este aspecto.

Sea cual sea el motivo de esta elección de los estudios, lo que podemos confirmar es que el gap está muy lejos de cerrarse, ya que la tendencia, aunque sea positiva, va demasiado despacio. Desde el curso 2015-2016 hasta el 2022-2023, el número de nuevas estudiantes en ingeniería ascendió de 13.700 a 17.600. El de los hombres descendió de los 46.500 a 45.600. Esto se transforma, por tanto, en un mayor número de ingenieros egresados (21.100 en el curso 2021-2022) que de ingenieras (7.800). Casi el triple de hombres.

Esto puede tener repercusiones en la futura brecha salarial. La Fundación BBVA ha realizado un ranking de 100 carreras en los que tiene en cuenta atributos como la tasa de empleo, la probabilidad de tener un ingreso mensual de 1.500 euros o más con esos estudios, el ajuste del empleo al nivel de estudios y el ajuste del empleo al área de estudio. De esta clasificación, si se ordena por la probabilidad de tener ingresos mensuales de 1.500 euros o superior, entre las 25 primeras carreras que aparecen, 18 son ingenierías. Las peores, en este aspecto, son carreras de artes y humanidades, servicios, ciencias sociales, periodismo y documentación y ciencia: ámbitos en los que las mujeres egresadas prácticamente duplican a los egresados, excepto en el último. Por tanto, el panorama es que en los sectores que estarán mejor remunerados, las mujeres son minoría en las carreras afines, a excepción del sector sanitario.

Para romper esta tendencia, el sistema educativo no solo se puede encomendar a la voluntad de estudiantes como Andrea y Lucía. Ellas no se plantearon que se metían a una "carrera de chicos", o al menos, eso no les echó para atrás, pero ambas aseguran que para muchas otras sí puede que sea un factor determinante. Andrea cree que esta desigualdad entre hombres y mujeres ingenieros disminuirá, pero que será "un proceso largo". Lucía, de acuerdo con su compañera, cree que ocurrirá lo mismo, así como muchos más chicos "se animarán a estudiar enfermería, medicina o farmacia". Pero ambas creen que los referentes es un factor pendiente de explotar, porque estos "ya existen, pero no se les da la suficiente visibilidad", dice Andrea. Además, Lucía añade la necesidad de un buen plan de orientación, algo que "echaron en falta en su momento", declara.