Retail - Consumo

La industria agroalimentaria española se va a Marruecos para vender más barato en la UE

  • El número de compañías presentes en el país africano crece un 35% en tres años
  • Grupos como Acesur, Borges o Garavilla tienen filiales en el país
  • Las exportación de tomate de Marruecos a Europa crecen un 52% en diez años
Protestas de tractores en la frontera con Portugal

Javier Romera

El campo español atraviesa un momento convulso y lleno de dificultades. La sequía ha hecho mella en gran parte de las producciones agrarias, lo que unido a la proliferación de otros fenómenos meteorológicos extremos, como aguaceros, heladas y pedriscos, ha provocado que la siniestrabilidad se haya elevado en 2023 un 61%, hasta los 1.300 millones de euros en pérdidas, según los datos de Agroseguro.

Y desde el punto de vista legislativo, no ha ido mucho mejor. "Bruselas se ha cebado con los agricultores y ganaderos y el campo español tiembla con cada nueva medida que se pone en marcha", explican desde Asaja. Ante todo ello, según esta organización, "la rentabilidad de los productores agrícolas, y no digamos de los ganaderos, está cada vez más en entredicho y la preocupación e indefensión que sentimos, para afrontar un nuevo año, es máxima".

Es una situación muy complicada, ante la que la industria agroalimentaria española solo parece ver por ahora una salida: tomar posiciones en Marruecos para ser más competitiva y poder exportar a Europa. La fuerte subida de los costes y el alza de los salarios y las cotizaciones sociales ha provocado que en solo tres años el número de empresas del sector que han abierto delegaciones en el país norteafricano haya crecido un 35%. Son ya un total de 50 compañías, el 16% de las más de 300 registradas en total por el Icex.

Entre las compañías allí instaladas, entre otras muchas, hay envasadores de aceite, como Acesur, la propietaria de Coosur y La Española; Borges o Alimenter; compañías de frutas y hortalizas como Agroatlas Europa, Iberfruta, Plantas de Navarra o Agrícola Perichan; de conservas, como Garavilla o Francisco Gil Gomes; de bulbos y semillas, como Agromillora Catalana o Semillas Fito o Florimond y de maquinaria agrícola, como Internaco; de riesgo, como Nutricontrol. Aunque hay casos como el del gigante del arroz Ebro Foods, propietario de marcas como Brillante, que llevan años instaladas en Marruecos para abastecer el mercado local, el objetivo que se persigue en la mayoría de los casos es el de reducir los costes para poder ser más competitivos. Es un caso similar al de Juver, que distribuye también para el mercado local.

Subida de los costes

Según el último Informe Anual de Indicadores del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2022 los costes agrarios registraron un incremento interanual del 32%. Las mayores subidas las experimentaron los fertilizantes (74,3%), los carburantes (68%) y la electricidad (53,8%). Pero es que a todo eso hay que sumar además el aumento de los costes laborales tras la subida del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) y de las cotizaciones sociales. Para las empresas agroalimentarias resulta así mucho más económico producir en Marruecos para exportar después a Europa u otras regiones.

Clemente González-Soler, copresidente junto a Adil Rail del Consejo Económico Marruecos-España (Cemaes), lo que está ocurriendo tiene una explicación muy sencilla. "El exceso de regulación en Europa está ahogando a muchas empresas, que ante un entorno legal más favorables y mayores facilidades están apostando por instalarse en otras áreas como el norte de África, especialmente en Marruecos". González Soler, fundador y presidente del grupo Alibérico, que cuenta también con filiales en el país norteafricano, tiene claro que lo que está pasando en este momento es que "mientras que China produce y Estados Unidos innova, Europa se dedica a regular".

La organización de agricultores y ganaderos Coag apunta asimismo que "las condiciones de producción desiguales, por disponer de productos fitosanitarios que en la UE están prohibidos o por permitir condiciones laborales a veces abusivas y costes salariales muy inferiores, hacen que las producciones procedentes de países como Marruecos o Turquía compitan deslealmente a su entrada en los mercados europeos". De hecho, hay productos, como el tomate, donde la Comisión Europea prevé ya una caída del 22% de la producción hasta 2035.

"Lo más grave de todo es que Bruselas es consciente de ello y no pretende poner remedio", asegura Andrés Góngora, secretario provincial de Coag en Almería. A pesar de la polémica abierta tras el ataque de la exministra francesa de Medioambiente, Ségoléne Royal, contra el tomate español, al que calificó de "incomestible", lo cierto es que las importaciones de tomate marroquí al mercado europeo se han incrementado en un 52% desde 2013 a 2022, mientras que los procedentes de Turquía casi se han cuadruplicado.