¿Hay que ser más hormiga o más cigarra en renta fija?
elEconomista.es
La distancia entre la rentabilidad del bono americano a 2 años y la del 10 años roza mínimos de más de una década, lo que hace que algunos expertos se fijen en el atractivo del título a corto plazo. Hay quien avisa de la posibilidad de que no se recuperen los diferenciales del pasado
Invertir en renta fija en este momento es tarea delicada. Con la Reserva Federal (Fed) subiendo tipos de interés, y el Banco Central Europeo (BCE) preparándose para retirar los estímulos, las caídas en los precios parecen ser la tónica que seguirá el mercado en el medio plazo, algo que ya se ha empezado a ver, especialmente desde el pasado diciembre, en los bonos estadounidenses y alemanes. Sin embargo, el incremento en las rentabilidades que se ha visto en el tramo corto de la curva estadounidense es ahora interesante para el inversor que tenga la intención de invertir sin jugar con la curva, esperando al vencimiento del título y a cobrar la rentabilidad que ofrece el título.
Es la opinión de la estadounidense BlackRock, que destaca cómo "el rápido as- censo de los rendimientos de la deuda pública estadounidense a corto plazo está au-mentando su atractivo". Te-niendo en cuenta esta opinión, parece que la fábula de la cigarra y la hormiga no se aplica ahora al inversor pasivo en renta fija: hay que ser más cigarra, y centrarse en el corto plazo, antes fijarse en el largo plazo, como hacía la hormiga.
Y es que el diferencial entre la rentabilidad que ofrece el bono estadounidense con vencimiento a 10 años y el de los títulos a dos años está ahora en zona de mínimos. El viernes, a media sesión de Wall Street, el spread se movía en el entorno de los 55,7 puntos básicos, cerca de los 49,7 puntos que llegó a tocar a principios del ejercicio, el nivel más bajo en más de 10 años -ver gráfico-, no visto desde finales de 2007. Este diferencial es inferior al que mantiene la curva alemana, en torno a los 115 puntos básicos actual- mente, la española, en 162, o la francesa, cerca de los 130 puntos básicos.
Así, al margen de cómo pueda mo- verse la curva en el futuro, aplanándose o ganando pendiente, la si-tuación actual en las rentabilidades de los distintos vencimientos de la renta fija estadounidense anima a comprar los plazos cortos: frente al 2,84 por ciento que ofrece el título a 10 años, llama la atención que el que vence en dos ejercicios ofrezca ya un 2,28 por ciento.
Desde BlackRock detallan cómo "el constante aumento de los bonos con vencimientos más cortos proporciona un mayor colchón frente a las preocupaciones sobre los aumentos de tipos de interés". Según ellos, "los tipos de interés deberían alzarse más de un punto porcentual para neutralizar los ingresos de un año del bono a 2 años estadounidense. Esto es prácticamente el doble que el año pasado, y se sitúa en un nivel muy superior a la protección que ofrecen los bonos a más largo plazo ahora".
El futuro de las pendientes
Hay expertos que avisan de que la pendiente de la curva va a ser más plana de ahora en adelante. Es el caso de Enrique Lluva, subdirector de renta fija en Imantia Capital, quien explica que "las pendientes tan pronunciadas que hemos visto en el pasado difícilmente se van a volver a ver. Es complicado que vuelvan a tener lugar pendientes de 250 puntos. Creemos que el mundo ha cambiado, y tenemos que adaptarnos a él. El escenario de rendimientos a largo plazo que descuentan crecimientos económicos y añadidos de inflación, con rentabilidades al 5 por ciento en vencimientos a 10 años, son cosas que mucho me temo pertenecen al pasado. El problema es que en un mundo global, con una competitividad tan alta, es raro ver inflaciones desbordadas, salvo en momentos puntuales".
Javier Santacruz, profesor del IEB, explica cómo "el balance de fuerzas está ahora claramente orientado hacia una inflación muy moderada, pero hay que tener en cuenta que los tipos no son sólo inflación, y para que la curva tienda a aplanarse también debe producirse un frenazo en la actividad económica". No hay que olvidar que el ciclo ya es uno de los más largos que se recuerdan, y que, tanto la Reserva Federal estadounidense como el Banco Central Europeo, esperan una ralentización del avance del PIB para los próximos años: la Fed cree que en EEUU se pasará del 2,5 por ciento que estiman para este año, al 2,0 por ciento en 2020, mientras el BCE estima que el PIB de la eurozona pasará del 2,4 por ciento estimado para 2018, hasta el 1,7 por ciento en 2020.
Juan Ramón Caridad, director del master MFIA, explica cómo "cuando tomas posiciones en la parte corta de la curva estás tomando exposición a lo que hacen o dejan de hacer los bancos centrales; cuando lo haces en la parte media, estás reflejando una opinión sobre las expectativas de crecimiento de la economía, y cuando lo haces en los tramos a 10 y 30 años reflejas expectativas de inflación". Esto explicaría que, en caso de que el aumento de la cesta de precios sea moderado y, como viene ocurriendo en los últimos años, no alcance el objetivo del 2 por ciento marcado por la Fed y el BCE, las rentabilidades de los vencimientos más largos tendrán un elemento de presión que no permitirá que la curva coja pendiente. Y la idea de que las altas inflaciones no regresarán no es poco común ahora. Muchos expertos hablan del impacto de la tecnología, el llamado efecto Amazon, en las tasas de inflación por el abaratamiento de costes.
El último ejemplo del lento avance de los precios ha sido la revisión del mes de febrero para la eurozona que se hizo el pasado viernes: mostró un avance al 1,1 por ciento, por debajo del 1,3 por ciento que se publicó inicialmente.