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Así salvó Pulitzer la Estatua de la Libertad con un crowdfunding pionero
- En Estados Unidos tuvieron problemas para recaudar su parte del presupuesto
- El magnate de los medios encontró una forma para conseguir los 100.000 dólares restantes...
- ... publicando en su periódico los nombres de todas las personas que hiciesen una donación
Javier Calvo, Remo Vicario
Madrid,
La Estatua de la Libertad, en su privilegiada ubicación a la entrada del puerto de Nueva York, es una impresionante obra de ingeniería y arte, un reclamo turístico y un símbolo de los valores que trata de transmitir Estados Unidos, como la libertad, la democracia o la esperanza. Fue construida en 1886, como obsequio de Francia a Estados Unidos para conmemorar, con retraso, el centenario de su independencia, recordar su larga amistad y para garantizar la alianza entre ambos países; y ha sido testigo de innumerables momentos históricos.
De hecho, hasta la propia Estatua de la Libertad ha sido protagonista de situaciones trascendentales. Empezando por su propia construcción. Como decíamos, se trataba de un proyecto conjunto entre Francia y Estados Unidos, impulsado por los galos, y en concreto por Eduardo Laboulaye. La estatua tenía que estar lista para el centenario, que se celebraba el 4 de julio de 1776, pero no fue así.
El proyecto se encontró con dos obstáculos. El primero era el presupuesto, elevadísimo. Y el segundo estaba relacionado con los propios estadounidenses, que estaban muy poco emocionados con la idea. Era un país que acababa de salir de una Guerra Civil, estaba en un periodo de reconstrucción y parecía tener otras prioridades.
En Francia las cosas no iban mucho mejor. Entran en guerra con Prusia, lo que obliga a paralizar el proyecto. Tras ceder el territorio de Alsacia-Lorena al Imperio Alemán, se sienten decepcionados, al considerar que no habían contado con el apoyo de Estados Unidos, donde residían numerosos inmigrantes germanos. Y por si fuera poco, los problemas de la III República vuelve a paralizar todo el proceso.
Finalmente, superan todos los obstáculos, y contratan al escultor Frédéric Auguste Bartholdi para el diseño. Él mismo viaja a Estados Unidos en 1871, donde decide la ubicación, en la hoy conocida como Isla de la Libertad. También se reúne con el presidente norteamericano, Ulysses S. Grant. Por mutuo acuerdo entre Francia y Estados Unidos, los galos se encargarían de la construcción de la estatua y su posterior ensamblaje, una vez que las piezas se transportaran a Nueva York. Mientras que en Estados Unidos se encargarían de construir la base de la propia estatua.
Problemas financieros
Pero los problemas financieros se dispararon a ambos lados del Atlántico. En Francia llevaron a cabo numerosas actividades para tratar de recaudar fondos que permitieran la construcción del monumento. De todo tipo. Artículos en prensa, espectáculos, banquetes, impuestos, loterías... a lo que hubo que sumar las múltiples donaciones de empresas, entidades gubernamentales y particulares. Aún así, sufrieron para alcanzar el objetivo de un millón de francos, muy por encima de los 400.000 presupuestados inicialmente. En 1880 ya tenían el total de fondos necesarios.
En Estados Unidos no se quedaron atrás para financiar su parte. Organizan obras de teatro, exposiciones de arte... hasta combates de boxeo. A pesar de todos los esfuerzos, estaban siendo incapaces de recaudar los fondos necesarios para financiar la construcción de la base de la estatua. Necesitaban 250.000 dólares de la época, equivalentes a 6 millones de hoy, y les faltaba una tercera parte.
Ante la incapacidad para completar la recaudación necesaria, entra en escena Joseph Pulitzer, el famoso editor de periódicos, y también fundador de los prestigiosos premios que llevan su nombre. Pone a disposición de la causa las primeras páginas de su periódico, el New York World. Impulsa una enorme campaña de publicidad, para recaudar fondos, al tiempo que criticaba a las clases altas por su incapacidad para haber alcanzar el objetivo.
No le movía únicamente la generosidad o el interés público. Maestro del espectáculo y creador del sensacionalismo, el infoentretenimiento y la prensa amarilla, lo que buscaba, por encima de todo, era vender más periódicos.
Campaña de crowdfunding
Sea como fuere, y tuviera los objetivos que quisiera, puso todo su conocimiento para impulsar la causa. Además de, como decíamos, hacer constantes llamamientos a colaborar en sus editoriales y de pedir a los ciudadanos que donaran dinero, también vendió con su periódico pequeñas réplicas de la Estatua de la Libertad, que fueron todo un éxito. También le dio vida, convirtiéndola en un personaje real, a la que entrevistaba y que escribía artículos de opinión.
Pero el gran éxito, y la campaña que más ayudó a completar la recaudación de fondos, fue el sistema de microdonaciones, en una especie de pionero del crowdfunding. En concreto, Pulitzer se comprometió a publicar en su periódico el nombre de todos los donantes, sin importar la cantidad con la que colaborasen, ya fuera un centavo, un dólar o lo que quisieran.
La respuesta fue masiva. Participaron más de 160.000 personas, incluyendo niños, empresarios, barrenderos o políticos. Más de tres cuartas partes de las donaciones fueron de menos de un dólar. Y todas vieron su nombre escrito en el periódico. En tan solo 5 meses captaron 101.091 dólares, los 100.000 que faltaban para completar la obra y 1.091 dólares más para hacerle un regalo al escultor.
Más periódicos vendidos
Pulitzer también se benefició, por supuesto. La campaña tuvo un impacto positivo para las cuentas de su periódico, que además de los constantes éxitos de ventas que registró, consiguió 50.000 nuevos suscriptores en el mismo periodo.
Con los fondos conseguidos a ambos lados del Atlántico, comenzaron las tareas. En Nueva York, con la construcción del pedestal y la base. Mientras que en Francia se construyeron todas las partes de la estatua. Las 350 piezas, guardadas en 214 cajas, y todas las tuercas, los remaches y los pernos necesarios para la ensambladura, viajaron a Estados Unidos en barco, en concreto, en la fragata Isère.
Una vez llegó a su destino, la estatua fue montada en tan solo cuatro meses. Y así fue como el 28 de octubre de 1886 la Estatua de la Libertad concluyó su largo periplo y fue por fin inaugurada. En un evento que contó con la presencia incluso del presidente del país, en ese momento Grover Cleveland.
El éxito del monumento fue instantáneo. En dos semanas lo habían visitado ya 20.000 personas. En 1964 alcanzó el millón de visitantes al año. Mientras que hoy en día la estatua recibe 3,5 millones de personas al año.