Así creó Holanda la empresa más grande, poderosa y sangrienta de la historia
- La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales es la primera cotizada
- Su valoración llegó a alcanzar el equivalente a 7,9 billones de dólares
- Tenía un ejército de 10.000 hombres y 40 buques para imponerse por la fuerza
Álvaro Moreno, Lorena Torío, Remo Vicario
Madrid,
Una de las bases del sistema económico mundial es la bolsa de valores. Los índices, las cotizaciones, los futuros y sociedades anónimas son cosas que vemos todos los días al abrir cualquier diario económico, y se trata de una herramienta fundamental para que las empresas consigan financiación, mientras quien quiera puede sacar provecho, o arruinarse, del buen hacer de la misma, convirtiéndose en el dueño de una pequeña parte.
La idea no surgió de la mano de un Inditex, un Santander o un Iberdrola decimonónico en Gran Bretaña. El origen de los mercados data del año 1602, tres años antes de que Miguel de Cervantes publicara 'El Quijote', y cinco antes del inicio de la primera colonia inglesa en lo que hoy es Estados Unidos.
Una de las bases de la economía mundial entonces eran las especias, pues, a falta de neveras, era la mejor herramienta para la conservación de los alimentos. En un mundo en el que el hambre campa a sus anchas, saber que puedes guardar un poco de comida cuando te sobre era esencial.
En Holanda, las especias fluían muy bien y en gran cantidad en los comienzos del siglo XV. Portugal dominaba el comercio de este producto, mientras que Amberes se había convertido en uno de los centros de distribución de Europa. El problema fue que, en aquel entonces, los Países Bajos se formaron como país, independizandose de la monarquía hispánica, que estuvo 80 años enviando ejércitos de forma sistemática para reintegrar esas provincias rebeldes en el imperio.
Tuvieron tan mala suerte que, al poco de empezar este conflicto, la corona de Portugal cayó en la cabeza del rey de España, y el que era su principal suministrador de especias ahora le estaba invadiendo, por lo que el escenario cambiaba de forma radical. Las consecuencias no tardaron en manifestarse y el precio de este recurso tenía fluctuaciones más fuertes que una criptomoneda recién estrenada en el parqué.
La primera SA de la historia
Con unos recursos muy escasos, dada la extensión del país y la situación de guerra constante, los holandeses tuvieron que tomar medidas imaginativas para lograr establecer sus propias rutas hacia Asia, y así asegurar los flujos comerciales. Mientras que otros países crearon imperios en ultramar para asegurar este fin, que respondían directamente ante el rey, los neerlandeses se pusieron el monóculo y montaron la primera SA de la historia.
La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (conocida como VOC por sus siglas en inglés) es, probablemente, la empresa privada más poderosa e influyente de la historia de la humanidad. Esta firma alquilaba al Estado el derecho de explotación del comercio de los ricos mercados orientales. Para lograr ese fin, tenía el derecho a negociar en nombre de Países Bajos, acuñar su propia moneda, conquistar con ejércitos privados lo que necesitase e impartir justicia en esos lugares.
Sin embargo, para montar un proyecto semejante necesitas dinero, mucho dinero, algo que, precisamente, no sobraba. Ante la escasez de recursos, tomaron una decisión que cambiaría la historia: partir la propiedad de esta empresa en acciones, que se venderían a quien las quisiera para, con ese dinero, financiar la puesta en marcha.
Lo único que hizo el estado holandés, a parte de ir cediendo periódicamente los derechos de explotación comercial, fue decretar que el número de acciones que se venderían en las diferentes bolsas del país se repartirían de una forma concreta. Las acciones que salieron al mercado en Amsterdam fueron un 50% del total, Zelanda tuvo un 25% y, luego, se llevarían un 6,5% Rotterdam, Hoorn, Enkhuizen y Delft, cada una.
¿De quién era la empresa?
Al principio la idea es que no se podía comprar la propiedad de la empresa, sino que la alquilabas durante un plazo de diez años, una decisión que no se ejecutó y que generó numerosos debates y conflictos legales. Por lo tanto, los propietarios iniciales eran los que se quedaban con las acciones hasta que las vendían y la VOC tuvo durante sus primeros 200 años prácticamente los mismos dueños. Sentaba así las bases de las sociedades anónimas que hoy todos conocemos.
Esta experiencia se basaba en un concepto que ya existía, el viejo modelo de las expediciones. Era bastante común en los países con tradición comercial la fórmula de pagar una expedición en barco entre diversos propietarios, que compraban una parte de la misma, a cambio de repartirse en función de estos títulos el futuro beneficio de la misión. Sin embargo, esta fórmula se usaba para actividades concretas, que empezaban y acababan, pero esta fue la primera vez que este modelo se aplicaba en un ente permanente, en un emporio empresarial.
Además, había otro incentivo muy fuerte para los accionistas, pues cada vez que la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales superase unos beneficios del 5% se repartirían jugosos dividendos. Fueron los primeros de la historia y, aunque al principio no se pagaron porque había que engrasar la maquinaria, llegaron a ser del 18%, regularmente, durante más de un siglo.
Consejo de administración
Respecto al funcionamiento de esta empresa, se creó una administración central, 'Los 17 señores'. Se trataba de una fórmula inicial de un consejo de administración. Unos representantes de las cámaras de comercio, que se crearon en aquel entonces, controlaban la empresa. Votaban las decisiones, estudiaban las cuentas y realizaban listas de encargos, para que toda la estructura administrativa de la misma, repartida por varios continentes, siguiese una dirección. Esta junta se reunía entre dos y tres veces al año.
La gente que trabajaba para la Compañía no eran súbditos, ni estaban ligados a ella por un juramento de obediencia hacia un rey. Se trataba de empleados que, en muchas ocasiones, no eran ni siquiera neerlandeses. En su época más gloriosa contaba con cerca de 50.000 trabajadores, que se encargaban de navegar rutas marítimas desde Sudáfrica hasta Japón, realizar expediciones en Australia, cuidar y mantener los fuertes, construir barcos y mantener una flota de 150 naves.
Al margen de estos empleados, la compañía contaba con 40 buques de guerra, listos para la acción, y más de 10.000 hombres que constituían un auténtico ejército, para invadir territorios cuando el comercio no podía lograrse con un apretón de manos.
Una valoración de 7,9 billones
En 1637, en el apogeo del comercio neerlandés, la VOC cotizaba en el parqué con una valoración superior a los 78 millones de florines, que al cambio a dólares y contando la inflación, estaríamos hablando de uno 7,9 billones de dólares, más que Apple, Microsoft y Google, juntas. Más que el PIB de España y Alemania.
Como la Compañía, se crearon otras empresas comerciales similares, pero ninguna llegó a alcanzar el valor de la neerlandesa. La Compañía del Mississippi, creada por Francia para dominar el monopolio de América, valía 6,8 billones de dólares actuales; mientras que la English South Sea Company, la sociedad anónima británica para el controlar el suministro de esclavos a América, estuvo valorada en 4,5 billones de dólares.
Pero, volviendo a la Compañía neerlandesa, el precio comentado fue el de la empresa en su plenitud, en medio de una gran especulación, muy ligada a fenómenos como la burbuja de los tulipanes, periodo en el que la empresa se disparó un 1.200% en el parqué. En su salida a bolsa, recaudó 6,43 millones de florines, unos 850 millones de euros. Desde el Instituto Nacional de Historia de Holanda afirman que, el valor real de la compañía, durante la mayor parte de su vida, rondaría los 1.000 millones de euros, mientras que el resto respondería a un proceso de especulación, que se dio en todos los mercados bursátiles recién nacidos de la época.
Respecto a sus cifras empresariales, en su edad de oro, entre 1630 y 1670, el beneficio anual promedio rondaba los 2,1 millones de florines. Una cifra elevadísima para la época , que equivalía a unos 262 millones de euros. El 'truco' de su modelo de negocio era un control estricto de los costes, que eran fijos, mientras que los ingresos del comercio iban creciendo de una forma exponencial.
Comercio y guerra
Y, a pesar de que su formación y avance viniese de señores con traje que se apretaban la mano en señal de buena voluntad, el destino de la Compañía Oriental se decidiría, no solo sobre unas bases organizativas sólidas y un modelo empresarial totalmente innovador, sino sobre la sangre de aquellos que no se doblegaban a su voluntad. La empresa firmó numerosos acuerdos libres con regiones y países, pero muchos fueron a través de la espada.
La base de la nueva compañía sería Yakarta, en la exótica isla de Batavia, en Indonesia. El lugar era ideal, pues gozaba de una posición privilegiada, entre varias islas del archipiélago, y era un punto perfecto para el abastecimiento de los navíos. ¿El problema? Que allí vivía gente.
Tras una guerra a cuatro bandos por dominar la región, con Inglaterra, Portugal y la potencia local, los holandeses finalmente lograron tomar la región, tras arrasar Yakarta, para convertirse posteriormente en los dueños de las cenizas. En los años posteriores, la compañía cotizada se dedicó a traer población de diferentes puntos del océano Índico y toda Asia. Yakarta estuvo en el centro de estos agresivos cambios de población, con inmigrantes chinos trabajando en las plantaciones de azúcar. Sin embargo, tras un desplome en el pecio de la materia prima, comenzó una campaña de deportaciones que, ante el incremento de la tensión entre ambas partes, finalizó con una masacre de 10.000 chinos. La Compañía quería acabar con un conato de rebelión en la joya de su imperio comercial.
La estrategia inicial fue establecer un punto fijo en Yakarta, pero pronto la empresa pasó a la ofensiva, y se lanzó a asegurar por la fuerza puertos cercanos. Tomaron Malaca, Acech, Macassar y Bantam, consolidándose sobre gobiernos locales, y tomando antiguas posiciones portuguesas que, aunque sobre el papel pertenecían al país luso, no tenían forma de defenderlas.
Paralelamente, la compañía logró una presencia dominante en Ceilán, en Sri Lanka. La isla también estaba dominada por los portugueses que, en ese momento, estaban intentando convertir al cristianismo a la población. La firma neerlandesa vio la debilidad de su rival y se alió con las fuerzas locales para, conjuntamente, expulsar a los ibéricos. Durante toda la historia, la Compañía fue soberana de la totalidad de las costas de Ceilán, pero no fue capaz de doblegar al interior, a pesar de lanzar varias expediciones.
La derrota contra España
La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales tomó también el sur de Taiwan, región que usaron para su comercio con China y para sus plantaciones de azúcar. Estuvieron allí durante casi 40 años, hasta que los chinos lograron expulsarlos de la misma. De camino, usaron esta posición como base de operaciones para intentar conquistar las islas Filipinas, que pertenecían entonces a la Monarquía Hispánica.
Los holandeses contaban con 19 barcos, de los cuales 16 eran galeones, y los españoles apenas tenían 4 navíos. Con esta proporción de fuerza los neerlandeses se lanzaron a tomar Manila, pero los españoles, con apenas 15 muertos frente a los 500 neerlandeses, detuvieron en seco el avance enemigo. Tras este fracaso, la Compañía renunció a sus pretensiones de hacerse con el archipiélago, viendo imposible la empresa.
Por último, la VOC logró tener presencia en las lejanas tierras de Japón. El imperio del sol naciente, que en ese momento era inaccesible para la mayor parte de los países, se abrió a comerciar con estos nuevos visitantes. Estos hábiles comerciantes se establecieron en Dejima, una isla artificial que usaban los nipones para comerciar sin que los extranjeros pisaran suelo japonés. Desde 1641, la VOC consiguió el privilegio de ser los únicos europeos con derecho a negociar con el mercado japonés, un monopolio que explotaron a través de su presencia en esta isla.
Potencia esclavista
Por otra parte, también era una potencia esclavista. Buena parte de su mano de obra barata provenía de Sudáfrica al comienzo. Al principio y viendo que en muchos casos era más rentable y menos peligroso contratar gente de la región, rebajaron el uso de esclavos. Los holandeses temían que diversos pueblos esclavizados pudieran escapar a la comunidad local que se encontraba a escasos kilómetros, de modo que decidieron crear un sistema diferente que permitió volver a comprar masivamente seres humanos.
La idea sería conseguir esclavos en las remotas regiones de su amplia red comercial, y llevarlos a lugares donde estuvieran totalmente aislados. Muchos de los trabajadores en los campos de indonesia eran esclavos, comprados a negreros portugueses en Angola. Cuando la compañía estaba a pleno rendimiento, compraba esclavos de forma regular de Ceilán, Malaya y Madagascar, para trabajar en sus plantaciones. Se estima que, en el año 1700, tenían 25.000 esclavos.
Este sistema fue evolucionando después de la quiebra de la Compañía, y llegó a su cénit cuando el Gobierno holandés tomó los territorios que habían pertenecido a la empresa privada, para explotarlos por sí mismos. Una vez sucedió esto, se llevó a millares de esclavos negros a trabajar en plantaciones en indonesia, creando situaciones demográficas y culturales extrañas, al suplantar a voluntad unas poblaciones por otras, obligando a pueblos a irse de sus casas. Aunque el dominio neerlandés de Indonesia es ya otra historia.