Unidos por una Defensa sólida y resiliente
- La capacidad de inversión en I+D es un aspecto crítico que requiere de gran atención
- La inversión en la cadena de suministro de defensa no debe recaer únicamente en las pymes
Adolfo Becerril
Madrid,
La reciente celebración de la Feria Internacional de Defensa (Feindef) ha puesto de manifiesto los retos y oportunidades que enfrenta esta industria en España. En un contexto global marcado por la incertidumbre geopolítica, la cadena de suministro de defensa se encuentra en una encrucijada que exige una respuesta. Esta Feria ha servido como un punto de encuentro para reflexionar sobre la importancia de fortalecer nuestra capacidad industrial y tecnológica en Defensa, un aspecto crucial para garantizar la soberanía y la seguridad nacional.
La estructura del sector se caracteriza por un alto grado de concentración en grandes integradores, mientras que la base industrial está compuesta, mayoritariamente, por pymes altamente atomizadas. Esta dualidad plantea barreras de entrada significativas, que van desde obstáculos financieros y tecnológicos hasta requisitos regulatorios, como las certificaciones de la OTAN y la UE. En este sentido, es fundamental que se promueva un entorno más inclusivo que permita a las pymes acceder a oportunidades y recursos, facilitando su integración en la cadena de suministro y fomentando un ecosistema más robusto. Uno de los desafíos más acuciantes que enfrentan las pymes en este sector es la falta de liquidez y financiación estructural.
Dependientes de hitos de pagos en contratos a largo plazo, su margen operativo se ve limitado, exponiéndolas a riesgos de mucha concentración. Los plazos de pago prolongados por parte de grandes integradores y la Administración Pública son aspectos que, si bien presentan desafíos para la situación financiera de las pymes en el sector, también ofrecen la oportunidad de trabajar juntos en la búsqueda de soluciones que optimicen estos procesos. Al mismo tiempo, es fundamental avanzar en la digitalización y en la resiliencia industrial, lo que permitirá a las empresas adaptarse mejor a las disrupciones geopolíticas y fortalecer su capacidad operativa. Fomentar la colaboración en estos ámbitos puede contribuir a crear un entorno más sólido y sostenible para la industria de defensa, beneficiando a todos los actores involucrados.
La capacidad de inversión en investigación y desarrollo (I+D) es otro aspecto crítico que requiere atención. Muchas pymes se ven excluidas de programas tecnológicos avanzados debido a la falta de escala y recursos. Aquí, la Administración Pública puede desempeñar un papel fundamental al fomentar alianzas estratégicas entre empresas y centros de investigación, así como al impulsar programas de I+D que beneficien a toda la industria. La creación de un marco que incentive la innovación y la transferencia de tecnología es esencial para fortalecer la competitividad del sector.
La capacidad productiva es otro aspecto igualmente preocupante. Muchas pymes carecen de la infraestructura necesaria para escalar rápidamente en respuesta a grandes programas, lo que podría generar cuellos de botella en materiales estratégicos, componentes electrónicos y elementos críticos de aeronaves. Este desequilibrio entre la demanda y la capacidad puede comprometer la soberanía industrial, especialmente si se depende de proveedores extranjeros o de empresas financieramente frágiles.
La inversión en la cadena de suministro de defensa no debe recaer únicamente en las pymes. Es imperativo que diversos actores, incluyendo el Estado, grandes integradores y fondos privados, asuman un papel activo en la revitalización del sector. El Estado puede utilizar presupuestos de defensa y fondos europeos para implementar mecanismos de capital-riesgo, mientras que los grandes integradores pueden fortalecer la base industrial mediante programas de desarrollo conjunto y compromisos de subcontratación a nivel nacional. Asimismo, los fondos privados, incluidos los de capital riesgo, pueden ser clave para impulsar la innovación e invertir en empresas tecnológicas que desarrollan sensores, microelectrónica, e inteligencia artificial.
Ejemplos internacionales muestran cómo otros países han abordado estos desafíos. Algunos han implementado programas de apoyo a la base industrial y tecnológica de defensa, mientras que otros han fortalecido a sus proveedores críticos mediante subvenciones directas. En algunos casos, los gobiernos invierten directamente en la base industrial a través de leyes específicas y programas de capital de riesgo tecnológico. En este sentido, España puede aprender de estas experiencias y adaptar las mejores prácticas a su contexto, creando un entorno que fomente la colaboración y la inversión en el sector.
Recientemente, España ha priorizado programas terrestres, como vehículos de combate y la modernización de sistemas existentes. Esta apuesta presenta oportunidades significativas, como el impulso económico y la creación de empleo local, así como una mayor autonomía estratégica frente a proveedores externos. Sin embargo, también existen desafíos estratégicos, como el riesgo de infra-invertir en tecnologías disruptivas en un entorno de alta competencia internacional. Para lograr un equilibrio necesario, la inversión en tecnologías terrestres debe ir acompañada de una capacidad tecnológica dual, que desarrolle sensores y software aplicables a plataformas aéreas y terrestres. Además, es crucial establecer sinergias con el ecosistema digital y vincularse a programas europeos que exigen tecnologías de futuro.
En conclusión, España necesita una estrategia industrial de defensa más cohesionada que combine apoyo financiero directo a pymes clave, inversión en tecnologías de futuro y una coordinación efectiva entre los sectores de Defensa, Industria, Ciencia e Innovación. Invertir en la cadena de suministro no es opcional; la resiliencia de la defensa nacional depende tanto de los grandes integradores como de un tejido de pymes robusto y tecnológicamente capaz. El equilibrio entre las capacidades terrestres y aeroespaciales debe evaluarse en función de las amenazas estratégicas percibidas y las capacidades que España desea aportar a la OTAN y la UE. La industria de defensa no solo es un pilar de seguridad, sino también una oportunidad para el crecimiento económico y la innovación en el país. La colaboración entre todos los actores involucrados será clave para construir un futuro más seguro y próspero para España en el ámbito de la defensa.