Opinión
La desgracia demográfica española
- El retraso de la maternidad trae dos problemas claves:embarazos difíciles y menos fertilidad
Joaquín Leguina
La demografía española camina a buen paso hacia la desgracia con una tasa de envejecimiento que crece a gran velocidad. Esa tasa o índice de envejecimiento (habitantes con 65 años y más respecto al total de la población) no depende en su evolución de la mortalidad sino de la deriva en la fecundidad y, en menor medida, de los movimientos migratorios. Lo primero que pone en riesgo esta deriva es la sostenibilidad de las pensiones y quizá por eso la demografía ha saltado a los medios de comunicación. Pero entre los indiferentes a este peligroso fenómeno se encuentra en primera fila Teresa Ribera, pues para ella la demografía española no existe, pese a que el "reto demográfico" figure en el nombre de su ministerio.
La última aportación periodística que he leído se titula Radiografía de la natalidad y la ha escrito Javier Jorrín basándose en el último informe de Eurostat. He aquí un resumen:
La fecundidad española es de las más bajas del mundo y a eso se une, lógicamente, una edad cada vez más avanzada a la hora de tener hijos. Hoy, en nuestro país tener el primer hijo antes de los 25 años es casi un acontecimiento nacional. La maternidad se sigue retrasando, hasta el punto de que ya es más habitual que las mujeres españolas tengan el primer hijo con 38 años que con 27. En España la edad media de las mujeres para tener hijos son los 34 años, tres años más tarde que en el conjunto de Europa, donde se produce a los 31 años.
España es el país de la eurozona con más madres primerizas a partir de los 39 años. En el año 2022 casi 17 de cada 1.000 mujeres tuvieron su primer hijo con 39 años, un 40% más que en el conjunto de la eurozona. Pronto será más habitual tener el primer hijo con 40 años que con 25. Este retraso de la maternidad condena a España a seguir profundizando en la caída de las tasas de fecundidad, y eso que ya es el país de Europa con la fecundidad más baja.
Pues bien, con excepciones como es la Comunidad de Madrid, estos problemas demográficos se ignoran por parte del Gobierno, y la ya citada ministra del ramo, ecologista de salón, no quiere hablar de ello.
Pero volvamos al retraso de la maternidad, que conlleva además dos problemas. El primero es que la gestación se complica con la edad, lo que da como resultado que muchas mujeres tengan dificultad para ser madres si empiezan a intentarlo a edades avanzadas. El segundo es que se acorta la probabilidad de tenerlos, lo que complica que las mujeres puedan tener el número de hijos que desean.
A pesar de esa baja fecundidad, las tasas de pobreza infantil están entre las más altas de la UE y es que para muchos jóvenes españoles la aventura de la maternidad implica bordear, o entrar de lleno, en la pobreza. Una aventura a la que no quieren condenar a sus hijos, por lo que deciden retrasar la llegada del primer hijo con la esperanza de que su situación mejore en el futuro. O de que algún gobierno se ocupe de la fecundidad.