Opinión

Dura lección para el inversor conservador

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    elEconomista.es

    El ejercicio 2022 ya puede calificarse como el peor desde que hay registros para los inversores en renta fija. Una tormenta perfecta se ha desencadenado tanto sobre las rentabilidades del bono soberano como el corporativo, minadas por los niveles históricos de inflación presenciados en Europa y en EEUU.

    La situación sólo podía agravarse ante la previsible reacción de la Fed y el BCE, que ha propiciado continuas alzas de tipos en los últimos meses. Se equivoca, no obstante, el inversor que siga aferrándose a la idea de que ésta es una situación excepcional y en breve el bono volverá a ser un activo capaz de brindar una seguridad total. El año 2022 ha dejado claro que la renta fija también está expuesta a pérdidas y éstas pueden ser cuantiosas.