Opinión
Ralentización y disparates económicos
- La caída de las perspectivas es señal de desaceleración
Miguel Ángel Bernal Alonso
Madrid,
No, el Ecobarómetro que elabora este diario no miente, la economía española ha entrado en una etapa de desaceleración. El PIB nos lo corroboró con esa caída de una décima de un trimestre a otro, recordarán que pasamos de un 0,7 a un 0,6%. El mercado laboral lo siente, recuerden los datos de paro del mes de agosto de los últimos diez años, con caídas de afiliación a la Seguridad Social. Como verán, la mayor parte de los datos de los indicadores que contempla el barómetro se deterioran.
Previamente otros indicadores nos habían puesto de manifiesto la nueva deriva de nuestra economía, el ecobarómetro, un indicador de indicadores, lo confirma. Miremos los datos de comercio minorista que vaticinaban el fuerte frenazo del gasto de los hogares españoles, algo refutado posteriormente. No es extraño que, con este comportamiento, el gasto de las familias haya incidido en la visión de los consumidores. La confianza de los ciudadanos en la economía ha empeorado y la percepción hoy es diferente a la de principio de año. Muy preocupante este giro si tenemos en cuenta que coincide con una caída de las expectativas de las empresas, muy relevante el caso de las manufactureras. Normalmente las expectativas de los consumidores suelen ser mucho más volátiles que las de las empresas, ahora bien, cuando ambas rápidamente empiezan a deteriorarse es un síntoma de desaceleración.
Es cierto que existían expectativas fundadas de un cierto freno al crecimiento doméstico al igual que ocurría con el resto de las economías de nuestro entorno. Aquellos vientos de cola que impulsaron el ritmo de actividad- mejora de la balanza comercial por la caída del precio del crudo, tipos de interés en niveles negativos, prima de riesgo intervenida y domada por las compras del Banco Central Europeo, reformas tímidas e inacabadas del ya extinto ejecutivo de Rajoy- fueron factores fundamentales para que la economía española creciera a ritmos que nos ponían entre los países con mayor repunte de la actividad.
Hoy esos vientos de cola están agotados. El petróleo está lejos de los niveles a los que se vieron en el derrumbe de su precio. La política monetaria está agotada y el gobierno de Rajoy no tubo los redaños suficientes, con una mayoría absoluta demoledora, de llevar a cabo las reformas que eran y son necesarias. Cuántas veces reclamó Draghi reformas estructurales económicas antes del agotamiento de medidas del BCE. Añadamos a ello el tremendo problema que tenemos con las cada vez mayores políticas proteccionistas impulsadas por Trump, la preocupante situación de los países iberoamericanos y la ralentización del crecimiento Chino y tendremos un entorno hostil para el crecimiento.
Pero como suele ser costumbre en este país, somos especialistas en aumentar y amplificar problemas. El que es el heredero del peor presidente de la democracia española, el doctor presidente Pedro Sánchez, con su viceprimer ministro Pablo Iglesias, han complicado el panorama. No solo lo han complicado sino que intentan batir el récord de disparates perpetrado por el infame Zapatero, aquel que llevó a este país a tasas de paro increíbles, que dilapidó el dinero público, el que llamó antipatriota a los que decíamos que la situación era mala.
El Sr. Sánchez ha dinamitado en tan solo tres meses la credibilidad ganada desde la salida del pésimo Zapatero con sus idas y venidas, sus afirmaciones y desmentidos, sus continuos cambios de dirección, su doble discurso dependiendo del lugar e interlocutor; un gobierno que no tiene un ideario ni programa económico con un presidente que cada vez que habla sube el pan. El mejor indicador de la nefasta actuación que está llevando a cabo este gobierno interino lo tienen en la prima de riesgo española. Este indicador de la confianza de los inversores extranjeros ha subido en tres meses, prácticamente el tiempo que Sánchez lleva patéticamente la presidencia de este país, un 44%, concretamente 136,50 puntos de diferencial frente Alemania.
Desde hace tiempo la ministra de economía nos avisa de una ralentización, algo que está muy bien, el problema es que no hace nada. Hasta el momento Nadia Calviño lleva diciendo que nos frenamos, sin embargo no hace nada. ¿Qué medidas se van a tomar para paliar, en la medida de lo posible, el contexto desfavorable y el fin de los vientos de cola?. Nada ni una solo palabra, ni una idea, es más, ni siquiera critica ni dice nada de las descabelladas ideas económicas vertidas en el disparatado borrador de presupuesto esbozado por el viceprimer ministro, el Sr. Iglesias. Anuncia desaceleración para que nos preparemos, pero no sabe qué hacer.
En un momento en el que las empresas multinacionales cierran plantas por el encarecimiento de la energía eléctrica en España, añadimos gasolina al incendio aumentando disparatadamente el salario mínimo interprofesional y la contribución empresarial a la Seguridad Social. Hasta el momento no he oído ni una sola medida del ejecutivo para crear empleo, tan solo el aumento del gasto público. Bien haría la ministra en decirle al doctor en economía que las pensiones, los aumentos y su sostenibilidad se solucionan con creación de empleo de calidad. Los programas de gasto y disparates económicos condujeron a este país al borde de la intervención, Sánchez e Iglesias conducen ahora y pisan el acelerador todo lo que pueden.