Opinión

Urge aún contener el gasto público


    elEconomista.es

    El BCE dejó clara este mes la prudencia con la que planea normalizar su política monetaria. En un mensaje más explícito de lo habitual, la institución no solo retrasó a diciembre el final del programa de compras masivas de deuda, inicialmente previsto para septiembre.

    Además, postergó el comienzo de las alzas de los tipos hasta pasado el verano de 2019. Con plazos tan largos, el mercado reaccionó manteniendo las laxas condiciones de financiación que constituyen su tónica desde hace años y que hacen que Estados como el español capten recursos a intereses negativos en varios vencimientos.

    Es más, en 2018, España volverá a ver ahorros en el capítulo del servicio de la deuda pública (5.000 millones en este ejercicio). Este alivio constituye una buena noticia para la economía en un momento en el que otros vientos de cola se dejarán sentir menos que en ejercicios anteriores, ya que la inflación se está normalizando e incluso se espera que el PIB inicie su desaceleración.

    Sin embargo, conviene afrontar con racionalidad la tregua que el BCE propicia. Los 5.000 millones de ahorro en intereses que España disfrutará en 2018 serán absorbidos por el alza de las pensiones, sin que quede posibilidad de usarlos para potenciar inversiones productivas en innovación o en el mercado de trabajo.

    Es más, se trata de un colchón temporal para las Administraciones, ya que es un hecho que el BCE camina hacia la normalización de su política monetaria. Constituiría un grave error que el Gobierno minusvalorara esa realidad y cumpliera sus planes de fuertes incrementos del gasto público. Los mayores desembolsos llevarán la deuda por encima de su actual nivel (cercano al 100% del PIB) y harán muy vulnerable a la economía española.