Opinión

¿Peras a un olmo? ¿Milagros al BCE?


    Miguel Ángel Bernal Alonso

    Este último jueves se celebró la reunión de nuestro banco central. Ciertamente no existía ninguna expectativa sobre alguna toma de medidas de política monetaria y en este sentido no hubo sorpresa alguna. Se esperaba, eso sí, alguna indicación sobre el programa de compra de activos que la institución está llevando. Las expectativas eran fundadas, dado que en marzo de 2017 finalizará el programa de compras. Previamente a la reunión había habido una especie de rumores y desmentidos sobre la adopción de medidas de recorte del programa de compras del BCE, el denominado tapering. Pues bien, dicen que los bancos centrales deben sorprender y la verdad es que ha sorprendido.

    La sorpresa saltaba cuando el gobernador, Mario Draghi, lejos de hablar sobre el protocolo que utilizará en marzo de 2017 para finalizar o recortar el volumen de sus compra de activos de renta fija, comentó que el BCE podría continuar y prorrogar durante más tiempo el programa de estímulos monetarios. Sorpresa porque como decía se esperaba un anuncio de recorte o finalización, también porque en la mayor parte de los bancos centrales, Japón y EEUU, su posición parece ser totalmente la contraria. Japón nos decía que no le gustaban los tipos bajos a largo plazo, EEUU porque lleva lanzando mensajes innumerables sobre la necesidad de llevar a cabo subidas de tipo de interés.

    Las valoraciones no se han hecho esperar. Una de las primeras críticas ha venido por parte de los bancos. La idea de una etapa muy prolongada de tiempo con tipos de interés no solo bajos, sino negativos, dañan las cuentas de resultados de los bancos. Desde luego la afirmación es cierta, pero me hago dos preguntas. La primera: ¿el banco central debe cuidar las cuentas de resultados de los bancos o los niveles de inflación y crecimiento de su área económica? La respuesta: parece que lo correcto, lo que nos dicen los manuales y las actas fundacionales es precisamente lo segundo: inflación y crecimiento. Los bajos tipos de interés son un problema más, el auténtico problema de la banca sigue siendo su modelo de negocio, pues el actual es caduco; además de soportar mega estructuras enormes que lastran su rentabilidad. La segunda: ¿la inflación actual y la actividad avalan tipos más altos? En este caso la respuesta es no. La inflación si va a repuntar, será por el petróleo, pues la subyacente está muy próxima al uno por ciento. La actividad para nada es brillante, no lo es porque el paro sigue mostrando unas tasas totalmente inaceptables. Ni actividad, ni precios en Europa dan la razón a los que piden tipos más altos.

    Expuesta mi visión sobre los comentarios del perjuicio a los bancos, hay otro aspecto que despierta mi interés y no es otro que la eficacia de las medidas. La pregunta para las personas, para las familias, para las empresas es: ¿son efectivas estas medidas? Los que me conocen ya saben la respuesta: no, por sí solas no. La política monetaria tiene unos límites; suelen ser medidas sorpresivas para modular las visiones de las personas, si lo prefieren, la confianza y las perspectivas de futuro. Por otra parte la idea generalizada es que, además, son medidas con fecha de caducidad. No modulan las decisiones en el largo plazo, más bien en el corto plazo. Tienen una incidencia puntual en el gasto de familias y empresas. Para cambiar estructuras y acometer medidas de largo alcance hay que tomar otras soluciones.

    Una vez más, perdón para los que me leen por lo reiterativo: la política monetaria es un paliativo a corto plazo, pero no la solución a largo plazo. Cuando el gobernador del BCE habla en sus comparecencias, siempre, pronuncia tres palabras: reformas, fiscalidad y presupuestos.

    Son muchos los que se han lanzado a la yugular de Draghi, muchos representan el sector crediticio y financiero, pero de eso ya he hablado. Pocos se han manifestado desde la economía real. Lo hacen porque para los endeudados (Europa, como el resto del mundo, está en máximos de endeudamiento) una política de tipos siempre es juego de suma cero. Veamos las entidades de crédito: con tipos bajos ganan menos, pero si los subieran y los hipotecados, o aquellos a los que se ha prestado dinero no pudieran pagar, rápidamente las entidades de créditos elevarían la morosidad. Los tipos de interés equilibran a los que dan o reciben dinero y préstamos. Los que dan o reciben, lloran o ríen siempre en sentido contrario. Pero el BCE sabe que el problema es el enorme crédito acumulado que nos ahoga el crecimiento. Dejemos de criticar al crédito, sobre todo cuando las economías están en máximos históricos de endeudamiento.

    Claro que se aboga por la represión financiera. Me obligan a contratar productos de mayor riesgo que puedo soportar, yo que soy una ahorrador, o nación ahorradora. ¿Cómo? ¿Qué me dicen? ¿Queremos acabar con el impasse provocado por el enorme endeudamiento? Solución: quitas y reestructuraciones.

    Perdonen que no me pueda extender más. ¿No será que pedimos peras al olmo? Draghi, BCE, y política monetaria tienen un límite. ¿Reordenación de deudas? ¿Presupuestos y fiscalidad? ¿Existe vida más allá del BCE?