Opinión

¿Historia democrática?


    Joaquín Leguina

    Este invento de la "memoria" histórica ha venido de Francia (como Napoleón) y es una idea absurda y contradictoria, pues, como dejó escrito Francisco Ayala, "no hay, en verdad, ningún hombre que posea memoria histórica… nadie recuerda ni puede recordar lo sucedido fuera del ámbito de la propia existencia".

    Lo cual conduce a una situación conflictiva, la que existe entre la memoria personal y también la colectiva o histórica por un lado y la Historia como disciplina científica por el otro.

    Santos Juliá, el notable historiador, escribió a este propósito:

    "Memoria externa, social, histórica, es el relato de acontecimientos históricos que ciertos miembros del grupo elaboran o producen en el presente sobre una selección de materiales del pasado. Las huellas del pasado, por muy traumáticas que sean, permanecen en el presente sometidas a las reinterpretaciones que impone el paso del tiempo, la acumulación de nuevos conocimientos y vivencias y la aparición en el debate público de nuevas generaciones a las que les han sido ahorrados los sufrimientos de sus antepasados".

    Pero lo peor de esta "memoria democrática" es que pretende resaltar y condenar las tropelías del franquismo y a vez olvidar las que se cometieron durante la II República y los asesinatos cometidos en la retaguardia republicana durante la guerra civil. Guerra que representó la mayor tragedia de la Historia de España.

    En 2017, Rubén Buren y yo publicamos una novela –que ganó el Premio Alfonso X- en torno a la historia del bisabuelo de Rubén, el anarquista Melchor Rodríguez, conocido como El Ángel Rojo, que salvó la vida a miles de personas conservadoras en la retaguardia madrileña, aunque nada pudo hacer contra los masivos asesinatos cometidos aquí, por ejemplo en Paracuellos del Jarama. Esa masacre seguía la política de exterminio de clase inaugurada por Lenin (seis millones de muertos) y continuada por Stalin, que llegó a 20 millones de muertos. La masacre de Paracuellos no debe separarse de los asesinatos de presos en la cárcel Modelo.

    Esta barbaridad se pretende ocultar y nadie, que yo sepa, hará una película sobre aquella tragedia. Y me pregunto cuántos actores se negarían a participar en lo que probablemente considerarían una "justificación del franquismo".

    Lo que nunca se ha escrito es que los asesinos que cometieron aquella masacre eran miembros del "glorioso" Quinto Regimiento, que siempre estuvo en manos del Partido Comunista de España.

    Me viene a la memoria un viejo debate entre Muñoz Molina y la recién fallecida Almudena Grandes. Grandes atribuyó a una monja violada por los rojos (la madre Maravillas) uno de los Avisos Espirituales (al alma) de San Juan de la Cruz1; además, se preguntaba: "¿Imaginan el goce que sentiría la monja al caer en manos de una pandilla de milicianos jóvenes, armados y –mmm- sudorosos?".

    ¿Ese era el feminismo de la señora Grandes?

    No hace falta imaginar lo que sintieron en Madrid, en los meses atroces del principio de la guerra, millares de personas al caer en manos de pandillas de milicianos, armados y casi siempre jóvenes, aunque tal vez no siempre sudorosos.

    ¿Por qué no echamos al olvido toda esa basura y apostamos otra vez por la reconciliación nacional? Eso sí, saquemos de las cunetas a los asesinados por franquistas o izquierdistas.