Opinión

La luz de Draghi

    Mario Draghi, presidente de Italia

    José María Triper

    Anda el Gobierno engendrando decretos y medidas tan controvertidas como ineficaces para frenar la incontenible subida de los precios de la electricidad que este octubre van camino de marcar un nuevo máximo histórico, aunque de eso no hablaron los adoctrinados delegados socialistas en el éxtasis sanchista de Valencia. Y mientras ellos dan palos de ciego, en Italia Mario Draghi, otra vez Draghi, sin esperar a que la Unión Europea le resuelva la cuestión, ha abordado el problema con acciones concretas y directas para abaratar en un 40 por ciento el aumento de la tarifa de la luz y en un 30 por ciento la del gas, además de aprobar una inyección de fondos públicos de 4.200 millones en dos fases que hasta septiembre habían reducido el incremento del recibo de la luz a sólo un 9 por ciento cuando hasta junio crecía en torno al 20 por ciento.

    Pero la medida estrella de Draghi ha sido suprimir los costes fijos de la factura para los ciudadanos y las pequeñas empresas, al menos hasta fin de año, para trasladarlos después al sistema tributario. De este modo será el Estado y no los usuarios, quienes asuman estos cargos, al igual que en la parte regulada de la factura del gas que, en este caso, se amplía también a las grandes empresas.

    Algo que, ya explicamos en estas mismas páginas, es perfectamente aplicable a España si se quiere. Porque en el tema de los costes fijos parece razonable que se pueda repercutir en la tarifa el coste derivados del transporte, la distribución y el suministro. Lo que no es lógico y normal es que el consumidor final esté pagando también en su recibo unos costes procedentes de decisiones políticas como el déficit tarifario, es decir, la diferencia entre los ingresos que las empresas eléctricas españolas perciben por los pagos de los consumidores y los costes que la normativa reconoce por suministrar electricidad. Como se preguntaba un destacado especialista y ex directivo del sector, "¿por qué tiene que pagar el consumidor este déficit si no estamos pagando el rescate bancario, por ejemplo?"

    Otros costes derivados de decisiones políticas y que se podrían rebajar de inmediato o suprimir serían el que se repercute por el suministro eléctrico en Canarias que se interpreta como una doble subvención, la garantía de rentabilidad de las energías renovables o la moratoria nuclear. ¿No hubiese sido aconsejable mantener una energía no contaminante como la nuclear como energía de base, que en Francia Macron ha anunciado ya que va a intensificar con minirreactores nucleares?

    Son todas ellas medidas meramente políticas sin ninguna relación con los costes fijos del sistema y cuya eliminación permitiría una rebaja en el recibo que los expertos estiman en torno al 30 por ciento del total. Sobre todo, cuando todos los especialistas consultados resaltan la anomalía que supone el hecho de que los consumidores minoristas, que son aquellos con contratos inferiores a 15 kilovatios (hogares y pequeños comercios) y consumen sólo el 34 por ciento de la electricidad suministrada, están pagando en torno al 73 por ciento de los costes fijos.

    Así de fácil y sin inventar nada. Sólo tienen que plagiar lo que hacen otros, algo en lo que nuestro jefe de Gobierno ha demostrado, desde sus inicios con la tesis doctoral, ser un especialista competente y consumado.

    Y respecto al show socialista de este fin de semana, sólo un titular y una reflexión a vuelapluma. El titular: Gana Sánchez, pierde el PSOE. Y la reflexión: ese giro hacia la socialdemocracia que pregonan no es creíble mientras Sánchez prolongue el gobierno de coalición con Podemos y se mantengan las alianzas de la Frankestein con los independentistas y con Bildu convirtiendo al socialismo en el cómplice necesario, cuando no en el abanderado, de los enemigos de España y de la democracia.