Opinión

La futura política económica en Alemania: resolver el puzzle de múltiples coaliciones posibles

    El fin de la era Merkel en Alemania abre la puerta a múltiples combinaciones tras las elecciones del 26 de septiembre en Alemania

    Eszter Wirth

    El 26 de septiembre los ciudadanos alemanes están llamados a las urnas para elegir la composición del Bundestag tras una campaña con sondeos que se asemejan a una montaña rusa. Aunque éstos favorecen desde agosto a los socialdemócratas SPD de Olaf Scholz (intención de voto del 25%), lo único que se da por hecho es que los partidos deberán gobernar en coalición, algo habitual en Alemania, pero esta vez lo más probable es una formada por tres partidos para llegar a 50% de escaños.

    Scholz, con larga experiencia política como ministro de las carteras de Asuntos Sociales y luego de Finanzas durante dos gobiernos de Merkel, se está beneficiando de los errores de imagen cometidos por los otros candidatos. Armin Laschet, elegido sucesor de Merkel por los democristianos CDU/CSU, ha caído estrepitosamente en las encuestas tras reírse mientras el presidente federal pronunciaba palabras de pésame a los afectados de las inundaciones y una campaña sin rumbo. Muchos miembros del partido se arrepienten de no haber elegido al bávaro Markus Söder, considerado más carismático que Laschet. Annalena Baerbock fue elegida musa verde, pero carece de experiencia en política, ha pecado de maquillar su currículum y hasta se le acusa de plagio. Tampoco logró sacar rédito de las inundaciones catastróficas atribuibles al cambio climático.

    No obstante, ni CDU/CSU ni SPD desean formar una nueva gran coalición, sino que tratarán de unir fuerzas con partidos más pequeños que tendrán un rol decisivo en la elección del nuevo canciller. Se trata del Partido Verde, con una intención de voto del 16% pese a los errores de Baerbock, y del liberal FDP, un partido de la clase urbana acomodada, con un 12%. No obstante, las dos formaciones cuentan con una agenda económica muy dispar.

    Los últimos gobiernos germanos se han caracterizado por políticas fiscales disciplinadas, respetando la regla constitucional que solo permite déficits públicos federales máximos equivalentes al 0,35% del PIB al año. 2020 representó la excepción a dicha regla, pues el gobierno aprobó un paquete de 130.000 millones de euros para mitigar la recesión. El resultado fue el aumento de la deuda pública en términos del PIB en más de diez puntos en un año, desde el 59,7% al 70%.

    Con la recuperación económica, tanto CDU/CSU como FDP están a favor de volver a la disciplina fiscal cuanto antes, por lo cual serían socios ideales. El líder liberal, Christian Lindner, y Laschet proceden de Renania Norte-Westfalia, donde ambos partidos gobiernan juntos desde 2017. Además, ambos prometen reducciones impositivas, aunque los democristianos favorecerían más a la clase media-baja y el FDP a los pudientes. Además, el retorno a la disciplina fiscal por parte de Alemania influenciaría al resto de países de la eurozona a abandonar sus políticas fiscales expansivas cuanto antes. No obstante, Linder ve con malos ojos los constantes tropiezos del candidato democristiano.

    Una opción más viable sería una coalición entre CDU/CSU, FDP y Verdes, la llamada "Jamaica". Sin embargo, el objetivo de los liberales es bajar impuestos y contener el endeudamiento público, mientras que los Verdes están a favor de un impuesto digital sobre los gigantes tecnológicos y de relajar la regla fiscal para promover infraestructuras públicas por 500 miles de millones de euros. No es que el FDP no reconozca las lagunas en la adaptación del país al cambio climático y en la digitalización, es solo que considera que debe encargarse de ellas el sector privado, mientras que los Verdes desean una combinación público-privada. De hecho, los Verdes se han hecho más pragmáticos y desean una buena sintonía con las empresas que se centren en la sostenibilidad ambiental.

    Otra coalición con altas probabilidades de llegar al 50% conforme avanzan los socialdemócratas es la "semáforo", entre SPD, FDP y Verdes. No obstante, Scholz no dejó claro su postura respecto a la regla fiscal. Parece que desea su vuelta, pero de forma más progresiva que los liberales, lo que podría dar lugar a fricciones. Además, el FDP dejó claro que no permitiría ningún aumento impositivo, mientras que socialdemócratas y Verdes estarían a favor del rol redistribuidor del Estado para reducir diferencias sociales. Por tanto, parece una unión destinada al fracaso.

    Por último, no se puede descartar una coalición Roja-Roja-Verde, entre SPD, la Izquierda y los Verdes. La Izquierda es un partido comunista heredero de la RDA y propone incrementar los impuestos sobre transacciones financieras y las herencias. Sin embargo, la Izquierda propone un reacercamiento hacia Rusia, lo que casa mal con todos los partidos, incluidos los socialdemócratas.

    Sea cual fuera la coalición definitiva, queda claro que el fin del centralismo longevo de Merkel abre puertas a un debate real sobre el papel del Estado en la política económica germana y europea.