Afganistán: una crisis alimentaria a prevenir antes que todo se vuelva aún más grave
Mario Lubetkin
Los traumáticos hechos ocurridos durante las últimas semanas en Afganistán han nuevamente puesto a este país asiático al centro de la atención mundial con sus múltiples aristas que han sido analizadas últimamente por los medios de comunicación. Quizás uno de los argumentos menos afrontados en la situación actual es el estado de la agricultura y la alimentación en este país y sus posibles efectos que, de no ser afrontados a tiempo, solo tenderán a agravar una situación de por sí ya muy difícil.
En una reunión ministerial extraordinaria realizada el lunes 13 de septiembre, convocada por el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, para discutir las medidas urgentes a tomar tendientes a aliviar la difícil situación humanitaria en ese país, el tema potencial del hambre, especialmente en niñas y niños, apareció en reiteradas intervenciones hechas por numerosos países, donantes y organizaciones internacionales.
Si no se afronta el crítico otoño que se acerca, la prevista sequía, la crisis económica, la inestabilidad y la pandemia del Covid-19, se puede generar un devastador escenario de hambre y flujos migratorios interno y hacia el exterior con los efectos de inestabilidad que se pueden generar en la región.
La sequía amenaza la subsistencia de 7 millones de afganos si no llegan a tiempo los apoyos para la recolección de la temporada.
El 70 por ciento de los habitantes viven en zonas rurales y la agricultura garantiza la supervivencia del 80 por ciento de la población.
El Director General de la FAO, Qu Dongyu, solicitó una contribución urgente de 36 millones de dólares para afrontar de inmediato el tema agrícola y alimenticio para llegar a una población de 3.500.000 de personas. FAO apoya actualmente a más de un millón y medio de personas en 28 de las 31 provincias. La asistencia en este sector debe ser técnica, de donación de semillas, de formación y de pequeñas ayudas económicas para garantizar las necesidades básicas alimenticias. La sequía prevista este año reducirá las plantaciones en un 20 por ciento y exigirá un aumento de las necesidades de cereales de un 30 por ciento, al tiempo que tres millones de cabezas de ganado estarán en riesgo.
Los adelantos en los campos tecnológico e informático permiten prever muchas catástrofes antes de que se desaten y causen sufrimiento a los seres humanos, y el aumento de las amenazas contra la seguridad alimentaria y los medios de vida rurales en países en crisis severa como Afganistán exige la intensificación masiva de estos instrumentos digitales.
Para el Director de Emergencias y Resiliencias de la FAO, Rein Paulsen, ante la complejidad, frecuencia e intensidad de nuevos países que se suman a dramáticas crisis alimenticias, no se puede seguir recurriendo a estrategias del pasado, se debe avanzar en innovación e inversiones más sabias y eficientes. Las acciones inmediatas en Afganistán deben basarse en experiencias anteriores para tener logros inmediatos mejores con costos menores si se actúa a tiempo y eficiencia.
En los últimos cinco años, el número de personas en el mundo afectados por una crisis alimentaria ha aumentado hasta alcanzar en 2020 los 155 millones en 55 países, mientras otros 41 millones se enfrentan a situaciones de emergencia por inseguridad alimenticia, corriendo así el riesgo de padecer hambruna o condiciones similares a menos que reciban asistencia inmediata para sobrevivir.
Más de 811 millones de personas pasan hambre en todo el mundo, tendencia en aumento en los últimos años.
El aumento de la financiación con fines humanitarios destinados al sector alimentario, -de 6.200 millones de dólares a casi 8.000 millones de dólares entre 2016 y 2019-, ha sido importante, aunque no suficiente para absorber las urgencias básicas. En el caso de Afganistán, múltiples países han escuchado el pedido de las Naciones Unidas de afrontar una cooperación urgente con el país, multiplicando las contribuciones de urgencia humanitaria en un país en el que la mitad del presupuesto nacional dependía de la contribución internacional.
Incrementar las contribuciones ahora, utilizándolas de forma eficaz, reducirá los costos si se actúa tempestivamente y no se focaliza la asistencia solo con posterioridad.
Afganistán es un desafío para toda comunidad internacional en su nueva realidad. Resolverlo positivamente demostrará que es posible invertir las tendencias negativas en la seguridad alimenticia global a menos de 10 años del término para lograr los Objetivos del Desarrollo en 2030, el segundo de los cuáles es la eliminación del hambre en nuestro mundo.