Opinión

En busca de talento femenino para los consejos de administración

    Los cambios que genera la incorporación del talento femenino a los consejos de administración

    Alfonso Jiménez

    La diversidad es una tendencia mundial que viene marcada por las diferencias entre las personas por múltiples variables. Una de ellas es el género, aunque existen otras como cultura, raza, religión, edad, orientación sexual, capacidades funcionales e incluso orígenes sociales. Lo contrario a la diversidad es la uniformidad. Un grupo es más diverso si quiénes lo forman tienen "pocas cosas en común".

    La diversidad se ha demostrado útil cuando los grupos tienen que crear ideas nuevas. Esto es así porque cada persona tiene una visión del mundo en función de sus propias características. De modo, que dos personas con las mismas variables de diversidad tenderán a ver el mundo de manera similar. Mientras que un grupo cuyos integrantes sean diversos es más rica su visión y su capacidad de innovación.

    Pero la Diversidad no es buena en cualquier grupo. Así, en equipos que tienen que realizar tareas establecidas y de carácter repetitivo, es más productivo si no es diverso, ya que la Diversidad requiere vencer algunos factores que la dificultan ya que en general nos sentimos más cómodos con aquellos que son como nosotros.

    Así, surge un concepto complementario a la Diversidad que es la Inclusión que es la actitud positiva hacia la Diversidad y que hace que aquella funcione. Un grupo diverso por sí solo no tiene porqué ser más eficiente si no va acompañado de actitudes inclusivas.

    Los Consejos de Administración, como órganos del gobierno de las empresas, son grupos de personas y, como tales, aplican estas reglas sobre la Diversidad y la Inclusión.

    Un Consejo de Administración será más diverso en la medida que sus integrantes sean diferentes entre sí en términos de género, edad, perfiles, etc.

    Por ello, una tendencia de muchos reguladores de los mercados, incluyendo el de nuestro país, están impulsando promover órganos de gobierno corporativo diversos, con regulaciones, en cuanto a la diversidad de género.

    Así, en la revisión del Código de buen gobierno de las sociedades cotizadas, revisado en el mes de junio del pasado año, se establece la necesidad de que, en los Consejos de Administración de este tipo de sociedades, las mujeres alcancen el 40% en 2022.

    Según la CNMV en 2019, de un total de 1.267 consejeros de las sociedades cotizadas en España, había tan solo 300 ocupados por mujeres, esto es, tan solo el 23,68%. Por tanto, aunque en 2020 se han incorporado algunas más, las necesidades de incorporación de talento femenino son muy importantes.

    Para lograr esto en menos de dos años las empresas tienen tres métodos: la sustitución de hombres por mujeres, la adición de mujeres a los Consejos, manteniendo a los ocupantes varones o la dilución del peso de los hombres

    Con el primer método, implicaría la sustitución de 207 hombres. Este método tendría la ventaja de mantener intacto el número de consejeros de cada empresa y, por tanto, su coste.

    La diversidad se ha demostrado útil cuando los grupos tienen que crear ideas nuevas

    Con el método adictivo, se tendrían que incorporar 345 mujeres a los Consejos de Administración, lo que implicaría pasar de los 1.267 puestos actuales a los 1.612.

    Finalmente, la tercera vía, implicaría la drástica reducción del número de consejeros actuales con la salida de 517 consejeros varones.

    Posiblemente las distintas sociedades estén planteándose cómo hacer estos ajustes y probablemente, si el compromiso regulatorio se mantiene, se impondrán modelos mixtos, aunque prácticamente podemos afirmar que en los próximos años la incorporación de profesionales a los órganos de gobierno tendrá que realizar básicamente con talento femenino.

    Esto tiene varias implicaciones. La primera es que las sociedades tendrán que aprovechar esta incorporación de talento femenino para cubrir necesidades de conocimientos y de otros elementos de diversidad aportados por estas nuevas consejeras.

    Además, hay que tener en cuenta una consideración demográfica. Las responsabilidades de un Consejo de Administración implican poseer un conocimiento de negocio, de estrategia, de gestión, de tendencias, mercados, regulaciones, etc., que requieren formación y experiencia. La mujer en nuestro país inició el cambio social de su comportamiento laboral a mitad de los años 80. Es en ese momento cuando las jóvenes que entonces tenían en torno a los 20-25 años decidieron incorporarse al mercado laboral de manera similar a sus compañeros. Esas mujeres que hoy tienen entre 55 y 60 años son las primeras que, de manera extendida, han hecho una carrera profesional. Anteriormente, eran muchas menos las mujeres que no se salían del mercado laboral. Esta razón de naturaleza demográfica implica que no es tan fácil conseguir mujeres con experiencia y capacidad para los órganos de gobernó. De hecho, la edad media de las mujeres que participan en consejos es menor que la de sus compañeros varones.

    No es tan fácil conseguir mujeres con experiencia y capacidad para los órganos de gobierno

    En definitiva, las sociedades van a tener que buscar en el mercado de profesionales aquellas mujeres con capacidad de aportar en un órgano de gobierno, pero con conocimientos complementarios no sólo de los propios negocios, sino también de aquellos temas que son tendencia y que deben reforzarse en dichos órganos: cumplimiento normativo y ética de los negocios, sostenibilidad y medio ambiente, digitalización y tecnología, reputación y marca y personas y cultura.

    Como será importante la demanda, aquellas sociedades que se anticipen conseguirán vencer en esta carrera por la adquisición del talento femenino. Una carrera que ya ha empezado y que durará menos de dos años para incorporar a las mejores en una horquilla entre 207 y 345 consejeras en nuestro país.

    Esta búsqueda implicará el descubrimiento de talento oculto y para ello será necesario contar con servicios profesionales que no eran tan esenciales cuando la demanda era menor porque no había que atender a cambios regulatorios y los candidatos eran conocidos y abundantes y el mercado se gestionada directamente por contactos directos o indirectos de los candidatos por las propias sociedades.