Janet Yellen piensa a lo grande
Víctor Alvargonzález
"Con los tipos de interés en niveles históricamente bajos, lo más inteligente que podemos hacer es pensar a lo grande". Es lo que dijo Janet Yellen en su reciente comparecencia ante el senado de EE.UU. Solo le faltó decir "y el que venga detrás, que arree", aunque supongo que en inglés habría sonado rarísimo.
No es una crítica, es solo una constatación: la estrategia para compensar las consecuencias económicas de confinamientos y limitaciones de la movilidad se puede definir de forma muy breve, muy poco técnica, pero muy clara: fabrico dinero en grandes cantidades, lo pido también prestado por si acaso, para que "no falte de ná", y el que venga detrás, que arree. Porque en eso consiste llevar el estímulo monetario hasta cotas desconocidas - sobre todo en el caso del Banco Central Europeo -, disparar la emisión de deuda a niveles estratosféricos y, con todo ese dinero, evitar que se destruya el tejido productivo y, tan pronto sea posible, ponerlo a trabajar a base de inversión y gasto público para reanimar la economía.
Para evitar malentendidos, permítanme insistir en que no critico la estrategia. Tal vez en el caso europeo habría sido de agradecer que estuviera dirigida a apoyar a las empresas – especialmente a las PYME -, fomentar la innovación y eliminar la burocracia y los excesos regulatorios que provocan la famosa "euro esclerosis" , en lugar de promover una especie de plan quinquenal soviético, que va a generar corrupción y donde mucho dinero se va a perder en gasto político. Pero en términos generales está claro que una vez has decidido cerrar la economía tienes que buscar una solución para que la máquina sigua funcionando y que cuando vuelvas a abrir lo haga a pleno rendimiento.
Pero somos asesores financieros y nuestra misión no es criticar la forma en la que se ha gestionado la pandemia sino establecer si lo que se está haciendo es bueno o malo para las bolsas, los bonos u otros activos financieros. Y en este sentido nuestra opinión es muy clara: la estrategia de "me gasto lo que tengo y lo que no y el que venga detrás que arree" es muy buena para las bolsas y muy mala para "el que viene detrás".
Yellen desde luego lo tiene claro: con los tipos de interés en niveles históricamente bajos y siendo el país con mayor calidad crediticia del mundo y la divisa de referencia mundial, habría que ser tontos para no aprovechar la oportunidad y endeudarse hasta las cejas a un coste realmente bajo. Lo tiene tan claro que en su comparecencia no descartó la posibilidad de emitir bonos con vencimiento a 50 años.
Con la caja llena, barra libre para incrementar el endeudamiento y el partido demócrata controlando ambas cámaras, la fiesta del gasto y la inversión pública va a ser histórica. Si a eso añadimos el dinero emitido y que seguirá emitiendo durante una temporada la Reserva Federal, así como los programas de ayuda, tenemos no uno, sino varios "tsunamis" de liquidez llegando al sistema financiero y a la economía. Por eso resulta extraño ver como hay tantos analistas que no se dan cuenta de que, si bien es cierto que todo esto tendrá malas consecuencias en el largo plazo, a corto plazo es auténtico maná para las bolsas.
En realidad ya lo está siendo. Las bolsas empezaron a descontar este escenario tan pronto se confirmó que Biden ganaba las elecciones y que los demócratas controlaban las cámaras. Pero queda recorrido. Falta ver cuál es el efecto económico y bursátil del momento en el que se junten los tres tsunamis: el del dinero de las ayudas, que ha quedado en manos del público, el que ha "fabricado" la FED - que en gran medida está en manos de bancos e inversores – y, finalmente, el de los planes de infraestructuras. Biden ya ha anunciado que su gobierno invertirá 1,3 billones de dólares.
No es de extrañar que el tipo de interés del bono americano haya pasado del 0,72% que cotizaba a inicios del cuarto trimestre del año pasado al 1 % en la actualidad. Y eso pese a que la Reserva Federal sigue comprando bonos a mansalva. Lo que va a tener su gracia es cuando la Fed deje de comprar y el mercado de bonos – y no sólo el norteamericano - se de cuenta que ni la oferta monetaria ni la deuda han sido nunca tan elevadas y que los planes de expansión dejan pálido al famoso Plan Marshall. Por eso, sin prisa pero sin pausa, igual que les sugiero que aprovechen la fiesta de la renta variable mientras dure, también les diría que sean cuidadosos con los fondos de renta fija que invierten en deuda de largo plazo.