Opinión

Una oportunidad para la España vaciada

    La pandemia abre una ventana de oportunidad para los entornos rurales

    Ignacio Vasallo

    Es bien sabido que en España cerca de un 95% de la población vive en un 13% del territorio. Con excepciones como Madrid, Zaragoza y Valladolid, la inmensa mayoría a menos de cinco kilómetros de la costa. Los datos oficiales de 93 habitantes por kilómetro cuadrado nos ocultan, como tantas veces, la realidad. En ese 13% en el que se concentra la población la densidad es de 737 personas por kilómetro cuadrado según los estudios del Profesor Alistair Rae de la Universidad de Sheffield.

    De las 33 áreas europeas de un kilómetro cuadrado con una población de más de 40.000 personas, 23 están en España. Las periferias de Madrid y Barcelona figuran a la cabeza de Europa por densidad de población.

    Pero Castilla-La Mancha o Castilla y León tienen 25 habitantes por kilómetro cuadrado y concentrado en las ciudades. Hay muchas zonas con menos de ocho, un nivel que en Europa solo se da en el Norte de Escandinavia.

    La "Laponia" española abarca municipios de Teruel, Zaragoza, Cuenca, Guadalajara, Burgos, Segovia Soria, Castellón, Valencia y la Rioja .Todos ellos se encuentran en zonas montañosas o próximas. Como es lógico la climatología es dura en esos lugares con clima continental. Los inviernos son largos y fríos, pero, en general luminosos, los veranos cálidos pero por la noche refresca y las primaveras preciosas con olores y colores desconocidos en otros lugares. Este fenómeno ha sido muy bien descrito por Sergio del Molino en su libro La España vacía.

    La digitalización puede generar un positivo movimiento de regreso al campo

    Esa España se vació no por la voluntad de sus habitantes- en todo caso nunca hubo demasiados - sino por la transformación de la estructura económica que, en un par de generaciones, pasó de una agricultura que representaba un tercio del PIB a una décima parte en la actualidad. Un cambio generado por el crecimiento acelerado del tejido industrial primero, que necesita concentración, y del turismo después, que necesita costa.

    La tendencia podría haber sido mucho peor sin las ayudas de la UE desde finales de los ochenta. Por un lado se construyó una tupida red de autovías a las que se accede con cierta facilidad desde cualquier parte del país y que permite por ejemplo recibir paquetes por Amazon en el mismo plazo que en las ciudades, y por otro se arreglaron y mejoraron numerosas edificaciones para convertirlas en casas rurales. También se han mantenido cultivos imposibles sin apoyo. Y por supuesto las paradas del AVE en lugares como Segovia o Guadalajara han generado el fenómeno del commuting (vivir en un lugar y trabajar en otro), desconocido hasta entonces.

    Existen actualmente en España unas 16.000 casas rurales con unas 150.000 plazas, que reciben anualmente menos de cinco millones de turistas, de los que solo el 20% son extranjeros. Tienen un factor de ocupación anual que no llega al 20%. Las visitas se realizan principalmente en verano y en fines de semana.

    Estas dos fortalezas: buenas comunicaciones y amplia infraestructura de alojamiento se enfrentan a las debilidades, que son los escasos servicios digitales en muchas zonas y la lejanía de centros de salud y colegios.

    La implantación de la tecnología 5G es un gran aliciente para impulsar la economía rural

    Ahí es donde otra vez vuelve a entrar en juego la Unión Europea. Toda la política del equipo de Von der Layen, y en consecuencia de las ayudas de 140.000 millones de euros que España puede recibir en los próximos siete años, tiene como objetivo la mejora del medio ambiente y un fuerte impulso a la digitalización.

    El verano del 20 nos ha dado algunas indicaciones sobre tendencias que incluyen una enorme caída del turismo masivo de playa y de ciudad y un buen comportamiento del turismo rural en todas sus facetas.

    La aceptación del teletrabajo por parte de una gran variedad de empresas va a permitir que muchos empleados se trasladen a vivir a lugares más seguros sanitariamente y más baratos y que los llamados "nómadas digitales" de cualquier nacionalidad no se fijen ya solo en los tradicionales lugares de Canarias, Barcelona o la Costa del Sol y observen zonas con valioso espacio, una vez que cuenten con el imprescindible acceso de alta velocidad a internet. La implantación nacional de la tecnología 5G sería un gran aliciente. Los colegios se reabrirían en cuanto se alcanzara el número mínimo de alumnos al igual que ambulatorios de asistencia primaria.

    Por supuesto todo este movimiento de regreso al campo, si se produce, se llevaría a cabo principalmente por personas ya residentes en España , pero si avanza lo suficiente abriría al turismo internacional espacios hoy prácticamente desconocidos.