Ingreso mínimo vital, gasto máximo mortal
Juan Fernando Robles
En este Gobierno lo que se manejan bien son los números imaginarios, que como es sabido se emplean en física cuántica, y eso le servirá a la larga para encontrar cuántos. Cuántos han fallecido y cuántos han enfermado, cuántos se han arruinado y cuántos van al comedor social. Puede que no lo sepan, pero lo que es seguro es que no quieren que lo sepamos. Si el dato incomoda, acabemos con el dato.
Por fin la física cuántica gobierna España, lo que sin duda gustará al astronauta y aliviará a Escrivá, que estaba empeñado en usar números reales que le salían irracionales. En el Gobierno, siendo de los pocos que saben contabilidad, aplica el debe haber y descubre que no hay. No en balde dirige una institución quebrada que después de esta crisis va a quedar quebradísima, pues tiene un agujero de 100.000 millones y subiendo. Aun así, le ha estado dando a la calculadora para repartir un dinero que no tiene. Su salvación vendrá de los números imaginarios y tendremos unas cifras infladas que saliendo de la nada irán a los bolsillos de unos pocos.
El Gobierno debería transmitir a los ciudadanos la dificultad real de la situación
El ministro ha pasado de furriel a gastador, y desde la quiebra se propone proteger ingresos mínimos, algo tan tierno como imposible y, día que pasa, más imposible, tanto por la escasez de recursos del Estado como por la ingente cantidad de posibles beneficiarios que habrá. Pero el trabajo de neutralizar a Iglesias hay que reconocer que lo ha hecho a la perfección.
Este Gobierno de atrezo no quiere ser consciente de la situación. Con un desplome de ingresos que ni siquiera ha evaluado, mantiene un grado de ficción económica que recuerda a la Champions de Zapatero. Europa ya discute un plan que en modo alguno va a ser la panacea que nos proporcione recursos suficientes como para salir de esta sin despeinarnos. No es realista pensar que el descontrol de las cuentas públicas puede mantenerse en el tiempo. El presupuesto va a estar tan apretado que para poder dar a unos lo que hasta ahora no les correspondía, por poco que sea, habrá que quitarle a otros lo que les venía correspondiendo, y ahí es donde van a empezar los verdaderos problemas. Recorte del sueldo de funcionarios, recorte de las pensiones, recorte de las inversiones públicas y una dramática situación financiera. Gran descalabro económico, con subida de impuestos generalizada y bajadas de salarios en el sector privado. Ya lo hemos visto no hace mucho.
La propaganda no puede ocultar los miles de fallecidos y un país camino de la ruina
El otro día Calviño ponderaba la buena acogida de las emisiones del Tesoro entre los inversores. ¿Hasta cuándo vicepresidenta? Ahora la prima de riesgo ha cedido por el anuncio de que habrá ayuda europea, pero hasta el año que viene hay que atravesar un camino plagado de trampas. El primer gran examen está en julio, cuando se sabrá cuál ha sido el descalabro del segundo trimestre, que se antoja apoteósico. En ese momento ya no serán previsiones ni números imaginarios, sino que se verá la magnitud del desastre en toda su extensión. Entonces, sea cual sea la ayuda que nos pueda prestar Europa, el Gobierno se verá obligado a transmitir ortodoxia, austeridad y credibilidad financiera para intentar vender los bonos de los que vive. ¿Están preparados para hacer una política fiscal más dura que la de Rajoy en 2012?
Está muy bien eso de proteger rentas y repartir dinero entre los necesitados. Pero está mejor no mentir a los ciudadanos, decirles claramente que la situación va a ser dificilísima y transmitir, desde la responsabilidad, que el Gobierno va a hacer todo lo que esté en su mano para proteger lo ya comprometido, y no andar prometiendo la luna sin tener asegurado ni remotamente lo más básico. Eso sería lo decente y lo ético.
Un Gobierno que sabe que tiene muchas probabilidades de caer y consciente de lo desbordado que ha estado por la situación, parece que carece del incentivo de gobernar para el futuro en beneficio de los ciudadanos y pretende usar al máximo el presente en beneficio propio.
La deficiente gestión de la crisis sanitaria, con decenas de miles de fallecidos y el país camino de la ruina, no hay propaganda que pueda ocultarla. Los hechos, pero sobre todo sus consecuencias, van a transformarse en descontento social que no tardará mucho en cristalizar, sobre todo porque no va a haber dinero para evitar la dramática situación de millones de españoles. Y así, la falsa pretensión de la protección de rentas, de la prodigalidad de un Estado camino de la quiebra, pondrá negro sobre blanco que la lentitud y negligencia con que se abordó la situación va a ser la causa principal de pasar de la desaparición innecesaria de decenas de miles de españoles a la innecesaria pobreza de millones.
Ojalá encontraran la fórmula para atender a todo el que lo necesite de verdad, pero a sabiendas de que eso va a ser imposible asistimos a un nuevo acto electoral sin elecciones para intentar hacernos creer que cumplen un programa que no cumplen. Nuevamente nos obsequian con números imaginarios.