Opinión
Coge tu empresa y corre
José María Triper
Ya es oficial. Nissan cierra su planta de Barcelona que envía al paro a más de 23.000 empleos entre directos e indirectos. Y no será la única en abandonar el barco. Detrás vienen Alcoa, Renault, las muchas que se lo están pensando y las que dejarán de venir.
Cierto es que en el caso de la multinacional japonesa los planes para cerrar venían de lejos. Su proyecto no era viable y, además, la decisión se enmarca dentro del plan de reestructuración de su alianza con Renault y Mitsubishi, para reorganizar recursos y optimización de costes. Pero sería de necios ignorar que detrás de estas motivaciones meramente empresariales se esconden otros de carácter político y de confianza que han sido decisivos para que la automovilística haya optado por huir de España y quedarse en el Reino Unido a pesar del Brexit y sus consecuencias.
Detrás del cierre de la planta de Barcelona hay motivaciones políticas y de seguridad jurídica que han sido decisivos para que Nissan haya optado por huir de España y quedarse en el Reino Unido a pesar del Brexit
Un gobierno socialcomunista que no tiene parangón ni credibilidad en Europa; que pacta derogar una reforma laboral apoyada por la UE y que ha creado más de dos millones y medio de puestos de trabajo. Un gobierno que miente sobre las cifras del desastre económico y sanitario por su gestión de la pandemia; que demoniza a los empresarios; que pacta con los herederos de ETA marginando a los agentes sociales; que amenaza con subidas fiscales indiscriminadas e impuestos populistas a las grandes fortunas, y que muestra claras tentaciones intervencionistas y de nacionalizaciones, es un gobierno no garantiza la estabilidad, la fiabilidad y la seguridad jurídica que son necesarias para que las empresas apuesten por el para invertir y crear empleo.
Y si a esto añadimos la demencia independentista en Cataluña con sus derivas de agitación social y laboral y la irresponsabilidad de las máximas rectoras municipales de Barcelona que abogaban por cerrar las industrias automovilísticas, acompañada de la aversión de algunos miembros del Gobierno hacia un sector que aporta el 10 por ciento del PIB nacional, el 9 por ciento del empleo y que exporta el 85 por ciento de su producción, pues, apaga y vámonos. Y eso es lo que ha hecho Nissan.
El problema no son los países, son los gobiernos y Sánchez no es creíble en Europa que es quien tiene que darnos el dinero para salir del foso y que va exigir drásticas reformas y recortes de gasto improductivo
El problema no son los países, son los gobiernos. Y aquí y ahora tenemos la desgracia de que en una de las crisis sociales y económicas más dramáticas de nuestra historia Sánchez no es creíble en Europa, que es quien tiene que darnos el dinero para salir del foso y que, en medios comunitarios confirman que están examinando con lupa los informes de los servicios secretos franceses y alemanes sobre la deriva populista de este ejecutivo de coalición y su inclinación hacia el derroche de gasto improductivo.
El rescate europeo, que es inevitable, vendrá con exigencias inexcusables de drásticas reformas y ajustes que implicarán recortes en el estado de bienestar y en las prestaciones sociales, y con el control del más escrupuloso cumplimiento de la ortodoxia presupuestaria de la UE en materia de reducción del déficit y del endeudamiento. Y con un aviso para navegantes, que no es mío, sino del prestigioso y nada sospechoso economista y catedrático Ramón Tamames: "cualquier idea de nacionalizar empresas, o remunicipalizar, o convertir la Seguridad Social en una especie de asilo general para comprar votos, debería ser descartada. El Gobierno debe dejarlo claro, y trasladárselo a la Comisión de Reconstrucción Nacional. De no ser así, la crisis se prolongará mucho más tiempo".
Comisión de Reconstrucción que, por cierto, ya se ha encargado de dinamitar el jueves Pablo Iglesias, con la intención deliberada de evitar cualquier acuerdo o consenso con la oposición que impida sus proyectos de ruina económica y enfrentamiento social, cumpliendo el manual bolivariano. Una Comisión esta que, ya dijimos, nació muerta por la incompetencia y el sectarismo de su presidente, de su vicepresidente y de la mayoría de sus miembros. Al tiempo.