El valiente comienzo de Lagarde
elEconomista.es
Los dos bancos centrales más importantes a ambos lados del Atlántico, la Reserva Federal (Fed) y el BCE, coinciden en una contundente actuación para impulsar sus respectivas economías.
La Fed lo hizo cumpliendo con las expectativas de los mercados y acometiendo el tercer recorte de los tipos de interés en 2019. Por su parte, la futura presidenta del BCE, Christine Lagarde, no puede anunciar aún cambios de política monetaria, pero no por eso debe minusvalorarse su proceder.
La exdirectora del FMI marcó todo un punto de inflexión al señalar sin ambages a Alemania y Holanda como dos países "que no hacen los suficiente" para ayudar a reanimar el PIB de la eurozona. Es indudable que el fondo del mensaje no es nuevo. Se cuentan por decenas las veces que su predecesor en el cargo, Mario Draghi, dio por agotado su margen de actuación e instó a los Estados con superávit presupuestario a que pusieran en marcha estímulos fiscales. Sin embargo, Lagarde llega mucho más lejos, sobre todo, al apelar directamente a Berlín para que inicie programas de gasto que otros países como España, aún con déficit, no están en condiciones de desplegar. El alcance de este paso se calibra en su justa medida considerando que supone un respaldo decidido a los planes de la canciller Angela Merkel de liberar inversiones públicas, pese al férreo rechazo del Bundesbank (reiterada desde agosto) a toda intención de elevar el gasto.
La futura presidenta del BCE no retrocede ante el Bundesbank y demanda directamente a Alemania un mayor gasto
El gran peso que el banco central alemán tiene en el Consejo de Gobierno del BCE, y su reciente oposición a los estímulos monetarios anunciados en septiembre, no ha acobardado a Lagarde. Gracias a ello, demanda a Alemania un compromiso con la economía de la Unión Monetaria que Berlín no debe demorar más.