Bolsa, mercados y cotizaciones

Cuánto cuesta tener un entrenador personal para el ahorro

  • El asesoramiento se paga y los costes oscilan entre el 0,15 y el 1,5% del patrimonio
  • Todo depende del dinero que se invierta y del servicio que se espere obtener

Ana Palomares

Puede que no lo sepa pero cuando acude a la sucursal del banco y pregunta al comercial dónde puede dejar su dinero para obtener algo de rentabilidad ya le están asesorando. Al fin y cabo, según define la RAE, asesorar es "dar consejo o dictamen" por lo que sí, incluso cuando se le vende un depósito hay un asesoramiento detrás.

El problema es que hasta ahora ese asesoramiento encubierto ha respondido más a intereses comerciales de la propia entidad -ha habido épocas en las que había que colocar depósitos, otras en las que había que vender preferentes y otras en las que lo que había que comprar sí o sí eran fondos- que a los del propio inversor. Tanto que, según ha denunciado la CNMV recientemente, solo constan como clientes asesorados un 9% del total de clientes bancarios. Es decir, al 91% se le presupone que los productos financieros que ha incluido en su cartera los ha adquirido solo a petición propia...

Luchar contra ese asesoramiento no reconocido y potenciar el real, que añade valor al inversor y se adecua a sus necesidades personales y no a las necesidades comerciales de otros, es lo que persigue la Directiva Europea Mifid II. También arroja claridad con respecto a los costes que va a implicar para el inversor decantarse por uno u otro tipo de asesoramiento, lo que puede suponer una auténtica revolución y obliga a las empresas de servicios financieros a ser más competitivas que nunca.

Con Mifid II al inversor de fondos se le abren cuatro posibilidades. La primera es usar su entidad financiera solo como supermercado y pagarle por ello -es lo que se conoce como comisión de retrocesión- en torno al 50% de lo que va a pagar en concepto de comisión de gestión de cada fondo. La segunda es asumir que lo que se va a recibir es un asesoramiento no independiente y que es el modelo que han elegido la amplia mayoría de entidades españolas. Lo han hecho por un motivo muy claro: quieren seguir cobrando comisiones de retrocesiones y ésta es la única opción que tienen para seguir haciéndolo. "Pagar por asesoramiento es algo que no se tiene en mente en España y, aunque el asesoramiento ya se esté pagando, el inversor no tiene la percepción de ello", afirma Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank España. Y no tiene esa percepción porque paga de una manera implícita que se descuenta del valor del fondo. De ahí que las clases de fondos a las que se accede por este servicio sean más caras -clase retail-. Eso sí, ahora a cambio ese mismo inversor recibirá una oferta de productos que no solo sean los de la gestora del banco en cuestión o acceso a herramientas que aporten valor añadido a su cartera, ya que es el precio que ha puesto Mifid II a las entidades para mantener ese statu quo.

La era del cobro explícito

Pero si hay una opción que están potenciando las entidades financieras, ésa es la de la gestión discrecional de carteras, un servicio con el que las entidades buscan obtener ingresos recurrentes -se cobra al cliente una comisión explícita- y flexibilidad a la hora de gestionar la cartera, ya que el cliente delega esa función en el equipo gestor. Tanto es el éxito del servicio, que han recibido en el primer semestre por este concepto un 16% más en comisiones solo este año, según las últimas estadísticas de la CNMV. Hay dos vías para contratar el nuevo servicio de moda. Una es acudir al banco tradicional donde las tarifas oscilan entre el 0,15% o los 6 euros que ofrecen Bankinter y CaixaBank  respectivamete para su servicio de gestión delegada que, eso sí, implica una cartera de fondos gestionados solo por ellos, al 1% que como máximo cobran las entidades por este concepto, en función del patrimonio gestionado. Otra es recurrir a los robo advisor, ya sean los que han desarrollado las propias entidades y que suelen tener tarifas más baratas a cambio de una menor oferta en la mayoría de los casos, o a los más puros como Finizens, Indexa Capital, InbestMe o la recien llegada Fintep, cuyas carteras solo están integradas por fondos indexados y para las que cobran tarifas totales de en torno al 0,8% del patrimonio gestionado. Dos cosas más en las que fijarse. La primera, analizar si esas carteras incluyen o no fondos de terceros -en los robo advisor puros todos lo son-, ya que ese acceso suele ligarse a un patrimonio elevado; y dos, hay que tener en cuenta que son muchas las entidades, no tanto los robo advisor, que aplican además de una comisión fija, otra variable en función de los resultados. Y eso es muy importante, ya que el inversor deberá pagar el IVA al 21%  del coste en su totalidad.

El último modelo de asesoramiento, el que en realidad persigue fomentar Mifid II aunque sin mucho éxito en España, es el de asesoramiento independiente, que al fin y al cabo es ir un paso más allá que en la gestión de carteras, ya que no solo se le asesora con fondos, sino también con otro tipo de productos financieros y en algunos casos recibe otro tipo de servicios como planificación fiscal o patrimonial. De ahí que el coste medio del servicio, que también paga IVA, pueda ascender a niveles de entre el 1 y el 1,5%, aunque el coste se negocia en función de la cantidad invertida. 

Sin embargo este modelo se está quedando concentrado sobre todo en los negocios de banca privada, ya sea a través de entidades independientes o de las bancarias. De hecho, esta misma semana Bankinter y Santander han anunciado un servicio de asesoramiento independiente pero que solo ofrecerán a sus clientes más adinerados (en el banco naranja el patrimonio mínimo es de 10 millones de euros).

Sea cual sea el modelo, si algo pone de relieve Mifid II es que el inversor ahora sí sabrá lo que paga porque le asesoren y lo conocerá en euros. Eso unido a un mercado complicado como el que se nos avecina implica que "se va a poner en valor el asesoramiento, porque va a haber mucha volatilidad y resultados en las carteras muy diferentes", según afirma Ignacio Perea, director de Inversiones de Tressis.