Bolsa, mercados y cotizaciones
Así son los nuevos activos de renta fija que todo gestor quiere tener en cartera
Ángel Alonso
Madrid,
La renta fija abarca muchos más activos que la deuda soberana y los bonos corporativos con grado de inversión y en los últimos años se han hecho más presentes en la vida de los inversores por la búsqueda de rentabilidad. Más en un momento en el que el inversor conservador es el que más está sufriendo con su cartera.
Había una vez una época en que los inversores conservadores no necesitaban más que comprar un bono soberano de uno de los principales países desarrollados para lograr una remuneración adecuada de su dinero. Tampoco les importaba invertir en deuda corporativa con grado de inversión de compañías con una buena situación financiera y capacidad suficiente para pagar los cupones con regularidad.
Pero la crisis arrasó con ese tiempo idílico donde la renta fija hacía honor a su nombre y los inversores dormían tranquilos por las noches, con su perfil defensivo. La actuación de los bancos centrales bajando los tipos de interés a mínimos, cerca de cero, provocó un cambio en las rentabilidades de los activos financieros. Los inversores debieron acostumbrarse a un nuevo entorno donde la renta fija ya no era tan fija como suponían y, sobre todo, a toda una serie de nuevos nombres asociados a esta clase de activo: bonos de alto rendimiento o high yield, bonos flotantes, CoCos, deuda subodinada... Son los nuevos activos de la renta fija que todo inversor debe conocer si quiere mantener un perfil conservador, y que pueden no ser tan fáciles de comprender para los legos en la materia.
Además, si no se da el salto a la renta variable, puede ser la única manera de obtener rentabilidad hasta que se normalice el mercado monetario, aunque en Estados Unidos el bono a diez años ya ofrece un rendimiento que ronda el 3%. "Es un entorno complicado para el inversor de renta fija, acostumbrado a una cartera estática, ya que las primas asociadas con el riesgo de tipos y de crédito -principales fuentes de retornos para la renta fija- son bajas y el Euribor está en negativo. Para el inversor en dólares la situación es mucho más cómoda, pero para un inversor en euros los costes de cobertura de la divisa se comen la rentabilidad adicional de los bonos en dólares, y nos parece arriesgado invertir en dólar sin coberturas viendo el nivel actual del cambio", explica Paolo Mezza, socio de Arcano Family Office.
'High yield'
La deuda high yield tiene mala fama porque siempre se han catalogado a estos bonos como basura, al exigir el inversor una mayor rentabilidad del cupón a cambio de su compra, debido al riesgo de impago que podía conllevar. De ahí que las compañías que no conseguían una calificación crediticia de grado de inversión para sus emisiones entraran en el saco de las firmas con problemas de las que era mejor estar lejos. Pero, en realidad, la crisis ha colocado a muchas de estas compañías en este escalón por la sequía del mercado a la hora de proporcionar financiación, más que por un problema puro de solvencia de las compañías. Y ha habido oportunidades que los gestores han sabido aprovechar, aunque con un cambio de ciclo en ciernes se va reduciendo el apetito por este activo con más riesgo, por lo que ahora recomiendan las emisiones a corto plazo.
Bonos flotantes
Los bonos flotantes son otro de los activos a los que han debido acostumbrarse los inversores. De hecho, un fondo internacional que invierte en este tipo de deuda, Deutsche Floating Rate Notes, se ha convertido en uno de los más vendidos en España y figura en numerosos productos perfilados. La principal característica de estos bonos es que la rentabilidad del cupón no es fija, sino que varía en función de los movimientos de un indicador de referencia. Normalmente se toma el Euribor más algunos puntos básicos. En un contexto de subida de tipos de interés, el inversor se beneficia de un cupón mayor, razón por la que han tenido tanto éxito este tipo de emisiones. Pero tienen un riesgo latente, como explica Asunción Gómez, responsable de Gestión de Renta Fija de Trea Asset Management. "Pueden ser una opción interesante, pero no se puede olvidar el riesgo de crédito que siguen teniendo, aparte de que un bono flotante a largo plazo, aunque no tenga duración, sí que tiene vencimiento y los movimientos en este tipo de bonos pueden ser igual de grandes que en un bono con cupón fijo del mismo emisor con vencimiento parecido", señala.
CoCos
Los bonos convertibles contingentes, más conocidos por CoCos, sus siglas en inglés, se han transformado en los últimos años en uno de los activos de renta fija con mayor oferta por parte de las entidades financieras, ante los cambios regulatorios que han debido afrontar para reforzar sus balances. En realidad es un tipo de bono híbrido donde la conversión de deuda a capital depende del emisor y el inversor acepta de antemano. La condición más habitual para forzar esta conversión suele ser que el ratio de capital Tier 1 -que incluye las acciones ordinarias, participaciones preferentes e instrumentos híbridos- de la entidad haya bajado de un nivel mínimo establecido, por lo que dicha conversión le permite reducir el volumen de deuda en proporción a la emisión realizada y mejorar su nota, algo que les beneficia de cara a la supervisión del regulador, sobre todo en los momentos de mayor incertidumbre sobre su viabilidad. Mientras el bono está vivo, los inversores se benefician del atractivo cupón que normalmente ofrecen, pero cuando se convierte en capital asumen el riesgo de esa transformación.
Deuda subordinada
Otro tipo de deuda híbrida de las entidades financieras que también ha tenido bastante recorrido ha sido la deuda subordinada, que computa como capital Tier 2 -que agrupa entre otros el capital social de las acciones sin derecho a voto, las reservas de regularización, actualización o revalorización de activos o los fondos de las obras sociales de las cooperativas de crédito- y que también se transforma forzosamente en capital ante un evento de inviabilidad del banco. Pero no solo las entidades financieras realizan emisiones de este tipo de deuda subordinada. Gregorio Oyaga, responsable de Renta Fja de Credit Suisse Gestión, considera que "tiene sentido bajar en la estructura de capital de compañías bien monitorizadas e invertir en su deuda subordinada, en emisiones benchmark, y con opciones de recompra hasta los cinco años. Estas oportunidades surgen por un aspecto jurídico: las entidades financieras están obligadas a emitir esta deuda por Basilea III y las aseguradoras por Solvencia II. Por otro lado, a las compañías no financieras les lleva a emitir esta deuda la metodología de las agencias de rating".