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El oráculo de la inflación en EEUU: la Fed favorece el PCE frente al IPC

  • El indicador PCE mide los gastos de consumo personal
  • Es el índice favorito de la Fed para evaluar la inflación
<i>Foto: Reuters</i>.

José Luis de Haro

Con la Reserva Federal (Fed) habiendo instaurado ya cinco subidas de tipos de interés desde diciembre de 2015, los precios se han convertido en un referente esencial a la hora de seguir justificando la normalización monetaria en EEUU. Sin embargo, a la hora de medir la inflación, el Índice de Precios al Consumo, comúnmente conocido como IPC, no es la única herramienta en manos del banco central estadounidense para tomar la temperatura al coste de bienes y servicios.

De hecho, si echásemos un vistazo a la inflación, tanto de cabecera como la subyacente, que deja de lado la volatilidad de los precios de los alimentos y la energía, observaríamos como en los últimos meses ambas han sobrepasado el objetivo del 2% en su lectura interanual que se autoimpone la Fed como justo baremo para evitar un sobrecalentamiento. Entonces, ¿por qué seguimos escuchando a propios y extraños incidir en que todavía no se ha logrado dicha meta?

Básicamente porque los funcionarios de la Reserva Federal prestan una mayor atención a lo que se conoce como el Índice de Precios de los Gastos de Consumo Personal (PCE, por sus siglas en inglés). En esta sopa de letras para medir la inflación, los economistas del banco central favorecen al PCE sobre IPC por una serie de razones, entre ellas el hecho de que el primero incluye una gama más amplia de gastos que el segundo.

El IPC de toda la vida hace una media de los precios pagados por los consumidores sobre una canasta común de bienes y servicios que sirve como oráculo para determinar la salud de la economía. Una inflación demasiado alta implica un sobrecalentamiento que normalmente suele afectar a determinados activos generando lo que comúnmente se conocen como burbujas. En el caso contrario, la deflación suele ser sinónimo de recesión económica y financiera. Tampoco debemos dejar de lado la estanflación, cuando existen ciertas presiones al alza en los precios pero el crecimiento económico no acompaña.

Aún así, mientras el IPC es calculado por el Buró de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) y depende de sondeos entre los consumidores, el Buró de Análisis Económico (BEA, por sus siglas en inglés) elabora el PCE usando encuestas a empresas y negocios, que comúnmente aportan una mayor confianza. Paralelamente, también incluye una fórmula que se ajusta a los cambios en el comportamiento del consumidor que ocurren a corto plazo (Fisher-Ideal), algo que la fórmula estándar del IPC (Laspeyres) no contempla.

Si continuamos indagando, las diferencias entre ambos termómetros es, en ocasiones, decisiva. Es importante tener en cuenta que el IPC, que generalmente suele ser ligeramente más alto que el PCE, capta solo lo que los consumidores urbanos gastan de su propio bolsillo en una canasta común de bienes y servicios. Por su parte, el PCE incluye todos los bienes y servicios que se consumen en el país, ya sean comprados directamente por los propios consumidores o por empleadores o el gobierno en su nombre.

"Una de las principales diferencias reside en los gastos en seguros de salud", explica a elEconomista un alto funcionario de la Fed, quien incide que normalmente el coste de los mismos no sale directamente del bolsillo del consumidor sino de su empleador. "Es por ello que el PCE ofrece una perspectiva mucho más amplia a la hora de analizar los precios", añade. Es cierto que el IPC sólo incluye el copago que costean los estadounidenses pero no refleja si un consumidor está cubierto por un programa público como el Medicare o cuenta con un seguro privado completo costeado por la empresa para la que trabaja.

Otro hecho a tener en cuenta es que el IPC utiliza ponderaciones fijas generadas a partir de una canasta de bienes que se actualiza cada dos años, lo que no permite la introducción de nuevos productos o cambios en los precios en caso de que en determinado momento las circunstancias potencien que los consumidores sustituyan un artículo por otro. Para solucionar esta brecha, el PCE utiliza lo que se conoce como una ponderación en cadena. El resultado da lugar a un indicador de la inflación más completo, aunque menos familiar.

La Fed busca respuestas sobre los precios en ambos indicadores, al fin y al cabo el IPC supone una porción significativa del gasto de consumo personal además de utilizarse como referencia para ajustas los tramos del IRPF y beneficios públicos, como la seguridad social así como contratos laborales o de alquiler. Dicho esto, la evolución del PCE se convierte en su oráculo de cabecera a la hora de determinar síntomas evidentes de un alza sostenida en los precios.