Bolsa, mercados y cotizaciones
Invertir en dólares no es gratis: el coste de cobertura que pocos calculan
- Este gasto puede convertir una inversión rentable en otra que deje pérdidas
Álvaro Lleras Montoya
Muchos inversores europeos compran acciones del S&P 500, bonos del Tesoro estadounidense o fondos globales denominados en euros, pero el subyacente está en dólares. Como consecuencia de ello, la evolución del billete verde respecto a la divisa comunitaria podría llegar a afectar a la rentabilidad de la operación. Además, muchas veces pasa desapercibido un factor que puede tener un impacto enorme en su rentabilidad: el coste de cobertura de divisa. En un entorno de tipos de interés dispares entre la eurozona y Estados Unidos, cubrir o no cubrir la exposición al dólar puede ser la diferencia entre obtener un retorno positivo o sufrir una pérdida, incluso cuando el activo subyacente se comporta bien.
Para quien invierte en mercados internacionales, la exposición a otras divisas forma parte del juego. Pero también implica riesgos, sobre todo cuando estas se mueven con fuerza. La cobertura de divisa permite neutralizar esos movimientos, asegurando que lo que gane o pierda una inversión dependa solo del activo, no de la evolución del euro frente al dólar.
¿Qué es el coste de cobertura?
Cubrir la divisa no es gratis. Para los inversores minoristas, la forma más sencilla de hacerlo es mediante fondos que ofrecen clases en euros "cubiertas". Esto significa que la gestora aplica derivados (como contratos forward) para eliminar el riesgo de tipo de cambio. Pero esa operación tiene un coste ligado al diferencial de tipos de interés entre las dos monedas.
En 2025, ese diferencial es elevado. Mientras la Reserva Federal mantiene los tipos en torno al 4,5%, el Banco Central Europeo sigue en niveles mucho más bajos, alrededor del 2%. Eso provoca un coste de cobertura a tres meses del 2,41%. En la práctica, cubrir el dólar implica asumir una penalización anualizada de cerca de tres puntos porcentuales. Es decir, si una inversión en dólares ofrece un 5% de rentabilidad, con la divisa cubierta el rendimiento neto para un inversor europeo podría reducirse al 2,6%, solo por efecto de esa cobertura.
¿Cómo afecta al inversor europeo?
El efecto real del coste de cobertura y del tipo de cambio puede observarse con claridad en los datos del S&P 500 hasta el 30 de mayo de 2025. En lo que va de año, el índice estadounidense ha subido un 1,06% en divisa local, una ganancia modesta pero positiva. Sin embargo, cuando esa rentabilidad se convierte a euros, el panorama cambia drásticamente: el S&P 500 en euros ha caído un 7,97%.
La explicación está en el tipo de cambio. El dólar comenzó el año en 1,0354 y ha cerrado mayo en 1,1370. Esta apreciación del euro frente al dólar ha erosionado gran parte del retorno, incluso convirtiendo una ganancia en una pérdida para los inversores que no estaban cubiertos. Pero si ese mismo inversor hubiese optado por una clase cubierta en euros, la historia habría sido distinta: el rendimiento del S&P 500 cubierto sería de 0,32%, mucho más alineado con el comportamiento real del índice.
Este ejemplo evidencia por qué es tan importante considerar el coste de cobertura y su impacto potencial. No se trata solo de una cuestión técnica, sino de una decisión que puede alterar profundamente los resultados de una inversión internacional.
¿Cubrirse o no cubrirse? Esa es la cuestión
La decisión de cubrir o no la divisa no es universal. Depende del tipo de activo, el horizonte de inversión y la tolerancia al riesgo. En renta fija, donde los rendimientos suelen ser bajos y estables, el efecto del tipo de cambio puede ser desproporcionadamente alto. Por eso, en bonos -especialmente en plazos cortos-, cubrir divisa es casi imprescindible si se quiere mantener la lógica de rentabilidad-riesgo del producto.
En renta variable, en cambio, el debate es más abierto. Las acciones tienen una volatilidad intrínseca más alta, y la exposición a divisa puede ser incluso beneficiosa si la moneda extranjera se aprecia frente al euro. Algunos inversores prefieren no cubrir, asumiendo que los movimientos de divisa se compensarán en el largo plazo. Otros optan por una cobertura parcial, o utilizan la divisa como una fuente adicional de diversificación.
Lo importante es tener claro qué riesgo se está asumiendo. No cubrir puede jugar a favor o en contra, pero hacerlo sin saberlo -o sin quererlo- puede desvirtuar completamente una estrategia de inversión.
En un entorno como el actual, con tipos de interés dispares y movimientos importantes en el tipo de cambio, la cobertura de divisa deja de ser una herramienta técnica para convertirse en una palanca clave de control de riesgos.
El inversor europeo que quiera tener exposición internacional debe tomar una decisión informada: ¿prefiere asumir el riesgo de tipo de cambio, con sus potenciales recompensas y castigos? ¿O prefiere eliminar esa fuente de incertidumbre, aun pagando el peaje de la cobertura? No hay una respuesta correcta para todos, pero sí una certeza: ignorar el coste de cobertura puede salir más caro que el propio mercado.