Bolsa, mercados y cotizaciones
¿Un S&P 500 volando hacia los 6.000? Los grandes problemas que pueden hundir el sueño de Wall Street
- Goldman y BMO lo ven llegando a estos niveles
- El cansancio de la IA, la economía, las elecciones...
Álvaro Moreno
Aparente felicidad en Wall Street. Tras el primer recorte de los tipos de interés en Estados Unidos y unos resultados convincentes en sus empresas, los principales índices no han encontrado obstáculos hasta máximos históricos. Ahora empiezan a emerger las voces que hablan de la posibilidad de que el S&P 500 conquiste los 6.000 puntos animado por esta tendencia. Sin embargo, la senda hacia este objetivo histórico no será nada fácil de alcanzar y supondrá un tortuoso camino plagado de desafíos, a pesar de que este objetivo ya está a un 4,7% y se acerque el cuarto trimestre, un periodo históricamente alcista en la renta variable.
El S&P 500 ya sube un 20% en lo que va de año, conquistando los 5.732 puntos, una zona nunca antes explorada por el índice. Misma situación con el Dow Jones, que avanza un 12% y ya planea sobre los 42.200 puntos. El Nasdaq 100 también vive días de gloria con un avance anual del 20%, al situarse en los 19.944 puntos, y ya mira sin temor a la reconquista de los 20.000 para, al igual que sus homólogos, entrar en máximos históricos.
Los defensores de ese posible ascenso hasta los 6.000 puntos han sido Goldman Sachs y BMO. El primero cree que se dará en los próximos 12 meses y su analista en jefe, David Kostin, defiende que el potencial de unas acciones apoyadas por los recortes de tipos se liberará tras las elecciones. "Tras unos comicios se despeja la incertidumbre y el mercado tienda a subir". Todo esto, mientras las acciones de mediana capitalización cogen el relevo de las grandes tecnológicas y mantienen la antorcha como nuevos líderes en los mercados.
El estratega jefe de inversiones de BMO Capital Markets, Brian Belski, incrementó su apuesta para el S&P 500 de los 5.600 anteriores a los 6.100. "Estamos muy sorprendidos de la fortaleza de las ganancias de mercado y consideramos que era necesario este ajuste al alza", comentaba el experto.
Sin embargo, estas primeras apuestas de un índice volando por encima de esos niveles contrastan con las dudas de un consenso que aún, a falta de una ronda de actualizaciones en sus precios objetivos, apostando por un retroceso del 3,5% de media. Algunos que sí han actualizado sus análisis tras el movimiento de la Reserva Federal son tremendamente escépticos con S&P subiendo a esos niveles. Un ejemplo son los analistas de UBS que hablan incluso de un descenso del 10% desde los niveles actuales. El equipo de estrategia global de de Stifel también ve un descenso idéntico. Suba o baje el mercado, estos son los problemas a los que tendrá que sobreponerse el S&P 500 para mantener su racha y soñar con ese objetivo de los 6.000 puntos.
Cansancio IA y la advertencia del verano
Ante las dudas de si se logrará ese aterrizaje suave, el inicio de la flexibilización monetaria ha pillado a Wall Street muy cerca de máximos históricos, que se han renovado después de que Jerome Powell apretara el gatillo de los 50 puntos básicos. Desde Federated Hermes señalan esta anomalía. Normalmente, el S&P 500 cotiza prácticamente plano en los 12 meses anteriores al primer recorte de tipos pero, esta vez, el índice se revaloriza un 26% en ese tiempo previo. Es un comportamiento como el de 1995, cuando la relajación monetaria no acabó en recesión. Si ahora se repite la jugada, entonces, la bolsa puede tener un recorrido al alza del 20% en los próximos ocho meses, el escenario habitual cuando se esquivan las turbulencias económicas y se ha dado comienzo a los recortes, según la gestora. En definitiva, todo depende del aterrizaje, pero la economía aún está en pleno descenso.
En parte, los máximos históricos han estado muy ligados a la tecnología y a la inteligencia artificial (IA). Un claro ejemplo de ello es Nvidia, cuyo ascenso ha sido vertical. Sin embargo, la obsesión del mercado de buscar ganadores ha generado un rally en otras beneficiadas colaterales de esta ola, como las energéticas, un sector clave para que la IA funcione. De las diez empresas que mejor rinden en el S&P 500, la mayoría lo hacen debido a ese entusiasmo. Sin embargo en agosto el sector ya dio una señal de alerta tras sus resultados con brutales caídas en bolsa ante la perspectiva de que no podrían capitalizar las ganancias de la IA tan rápido como se venía proyectando.
Este giro ha propiciado que el Nasdaq 100 se haya quedado algo más rezagado, con más dificultades que sus pares para subir. Puede ser una señal de que las valoraciones ya son muy elevadas y que, a partir de aquí, las ganancias van a costar más. De hecho, muchas de sus grandes estrellas aún no están en máximos históricos, con Nvidia un 8% por debajo de sus cifras de su récord en julio, Apple un 4% por debajo, y Microsoft otro 8%. Entre otros ejemplos de empresas que vivieron unas claras caídas en el periodo estival ante las dudas de las tecnológicas.
"Las acciones de IA han sido un lastre para los retornos de los mercados los últimos dos meses"
Los analistas de Morningstar explicaban que estamos desde la entrada en el tercer trimestre en un periodo de volatilidad con las tecnológicas. De hecho señalan que su índice de grandes capitalizadas ligadas con la IA, el Morningstar Global Next Generation Artificial Intelligence, ha caído un 15% desde sus máximos del verano, que se dieron el 15 de julio. "Las acciones de IA han sido un lastre para los retornos de los mercados los últimos dos meses". Una tendencia que, según la firma, se debe a un cierto "agotamiento" tras las frenéticas subidas desde 2023.
Los defensores de una mejor evolución del S&P 500 los próximos meses apuntan a que estas acciones pierdan su impulso pero en favor de unas medianas empresas fortalecidas por los recortes de tipos. Bernstein mencionó este martes que este tipo de empresas "tendrá un desempeño tres veces superior a las grandes capitalizadas". Sin embargo existen dudas sobre que la economía de EEUU y, en consecuencia, el consumo, pueda sostener esta gran rotación.
Un consumidor cansado
En caso de querer proseguir en su asalto, la economía será el factor decisivo. A pesar de que ahora, con los recortes de tipos, estén emergiendo los cantos de sirena de un posible aterrizaje suave, la realidad es que hasta hace un mes estaba muy presente el temor de un mercado laboral debilitado. En aquellos momentos se hablaba incluso de recesión e incluso alertas que nunca antes habían fallado, como la regla Sahm (que predice periodos de destrucción económica) habían funcionado.
A pesar de que la opción de una recesión fue minoritaria, la realidad es que los analistas coinciden en un debilitamiento del empleo, con el paro ya en el 4,2%. Sin embargo, hay otro frente clave que preocupa en Wall Street: el consumo. Hasta ahora, la fortaleza de los ciudadanos de EEUU para seguir gastando había sido uno de los grandes bastiones de sus empresas que, temporada tras temporada, podían salvarse de los malos pronósticos y desechar la idea de una caída en las ventas gracias a esto. Sin embargo ahora hay dudas.
Los últimos datos de confianza del consumidor en EEUU publicados este martes mostraron la mayor caída en tres años, principalmente debido a las dudas que estaba generando el mercado laboral, cada vez más debilitado. "El deterioro de los principales componentes del índice probablemente reflejó las preocupaciones de los consumidores sobre el mercado laboral y las reacciones a menos horas, aumentos más lentos de las nóminas y menos vacantes de empleo, incluso si el mercado laboral sigue siendo bastante saludable, con bajo desempleo, pocos despidos y salarios elevados", dijo Dana Peterson, economista jefe del Conference Board.
"El mercado laboral se encuentra en una situación más precaria. La escasez de mano de obra ha desaparecido y los márgenes se han reducido"
"Aunque las perspectivas de menores costes de endeudamiento pueden levantar temporalmente la moral, esperamos que el deterioro de las condiciones del mercado laboral ejerza una influencia más fuerte en el gasto de consumo", explicaban los analistas de BCA Research. "El crecimiento de los salarios es el principal impulsor del gasto de los hogares, y no esperamos que los enormes recortes de tasas de la Fed repercutan en la economía a tiempo para evitar una recesión el año próximo".
El ánimo general no es tan duro respecto a las posibilidad de una recesión pero en lo que todos coinciden es que el aterrizaje suave no está, ni mucho menos, confirmado. "Hoy, debemos tomar más en serio la amenaza de una recesión en Estados Unidos", comenta Darío Perkins, de TS Lombard. "El mercado laboral se encuentra en una situación más precaria. La escasez de mano de obra ha desaparecido y los márgenes se han reducido, lo que significa que es más probable que las empresas respondan a cualquier deterioro de la demanda desprendiéndose de su fuerza laboral".
En cualquier caso, hay defensores de un aterrizaje suave que sí permita a las empresas de EEUU crecer y sostener las ganancias en bolsa. Desde Moody's creen que el rápido movimiento de la Fed con su recorte de 50 puntos básicos "todo apunta a un aterrizaje suave", según explicaba Anadolu Martin Wurm, director de Moody's Analytics. "La normalización de los tipos permitirá que los trabajadores conserven sus puestos de trabajo y sus familias permanezcan en sus hogares". Algo en lo que coinciden los analistas de Goldman Sachs, con su director financiero Denis Coleman, hablando en una entrevista con la CNBC de que, a pesar de que sabe que hay preocupaciones "el consenso para hablar de un aterrizaje suave".
Sin embargo, el mismo CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, expresaba que los riesgos de recesión son reales y que pese a los movimientos de la Fed "soy un poco cauteloso sobre las implicaciones económicas". A comienzos de mes, antes del gran recorte, se mostraba más pesimista alegando que "no estamos fuera de peligro respecto a una estanflación (estancamiento económico y precios elevados)".
Desde Morgan Stanley opinaban que, si bien el recorte ha dado tiempo al ciclo alcista de Wall Street la economía será la que marque la diferencia. "En definitiva, el recorte de tipos mayor al esperado por parte de la Reserva Federal puede dar más tiempo para que las acciones de alta calidad sigan siendo caras e incluso ayudar a que las acciones de menor calidad encuentren cierto respaldo; sin embargo, los datos laborales y de crecimiento probablemente ahora deban mejorar para justificar estas condiciones hasta fin de año", escribió el estratega en jefe, Mike Wilson.
Unas elecciones claves
Otro factor serán las elecciones que ahora mismo se presentan con una igualdad total entre Donald Trump y Kamala Harris. Esta niebla de guerra suele ser veneno para las acciones. No en vano el último informe de T. Rowe Price muestra como los mercados de valores suelen arrojar rendimientos inferiores los años en los que hay comicios. Concretamente la rentabilidad media del S&P 500 desde 1927 es del 11% estos años frente al 11,6% habitual.
Aunque este cambio pueda resultar modesto a primera vista, suele incrementar a medida que se avanza hacia la fecha decisiva y, además, estas elecciones serán unas de las más trascendentales por los temas que hay sobre la mesa. Concretamente en el centro del debate están una enorme ronda de aranceles por parte de Trump del 60% a los productos chinos y del 10% a cualquier producto extranjero. Algo que tendrá un impacto decisivo en las cuentas de las compañías de Wall Street y tanto por su actividad como por el impacto en su divisa. También están otros factores como la inmigración, un elemento decisivo que ha marcado el mercado laboral de EEUU, una de las claves de la actividad de las empresas y las decisiones de la Reserva Federal. Desde Capital Economics señalan que "las elecciones añaden una capa nueva de incertidumbre".
La pista de las recompras
Un factor que parece haber pasado más desapercibido es la reciente debilidad en las recompras de acciones por parte de las propias empresas. Pero un reciente informe de S&P Global hace un diagnóstico de la caída de estas transacciones: "los flujos de caja de las empresas pueden estar presionados por unos tipos de interés en máximos de varias décadas y una ralentización económica en ciernes". Además, las propias recompras suponen un impulso de demanda para la renta variable.
El valor agregado de estas operaciones ha disminuido un 35% interanual, cayendo en lo que llevamos de año a su valor más bajo en este periodo desde 2020, cuando la pandemia paró el mundo, según el informe. Los datos son a nivel mundial, pero EEUU está notando especialmente la tendencia. En los primeros ocho meses del año, el valor agregado ha caído casi un 50%, hasta los 104.580 millones, desde los 201.000 millones de dólares que a estas alturas se habían logrado en 2023. Además, la agencia matiza que la caída en las operaciones de recompra se ha intensificado en los últimos meses.
Desde Schroders explicaban que, si bien este no es un factor clave que justifique por sí mismo una tendencia a la baja en los mercados, sí que hay "un impacto en la renta variable". Desde Schwab comentan que una caída en las recompras puede ejercer una presión importante. "Los inversores temen una caída de las recompras porque las grandes empresas estadounidenses han sido la principal fuente de demanda de acciones desde 2007 hasta 2020" y ahora supone un peso sustancial.
¿Un mercado sobrevalorado?
Este posible problema de un mercado algo sobrecalentado es algo que muchos analistas ya están señalando a través de los datos. Este es el caso del último informe de BMO, incluso comprando la idea de los 6.000 puntos, reconoce que las altas valoraciones son un problema. Según los cálculos que muestra el informe, en caso de llegar por encima de los 6.000 puntos habría una relación precio-beneficio de 24,4 veces, muy por encima de la media de los últimos diez años (18 veces).
Esto puede suponer un problema para un S&P 500 que tendría que seguir pisando el acelerador para llegar a los 6.000 puntos que empiezan a comentarse. Desde Vanguard se mostraron contundentes a este respecto y su economista en jefe, Joe Davis, explicaba que "las ganancias de las empresas de EEUU tendrían que aumentar un 40% para justificar su valoración actual, algo que genera un riesgo significativo de decepción". Por lo tanto alertaba de que "los inversores deberían moderar cualquier expectativa en el corto plazo".