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¿Qué es eso de la taxonomía verde europea?

    Grupos de actividades consideradas dentro de la taxonomía.

    María Domínguez

    Las empresas españolas ya han empezado a reportar, obligadas por ley, el alineamiento de sus actividades con la llamada taxonomía verde. Su porcentaje de alineamiento influirá en cuestiones como el coste de financiación de las compañías (que puede abaratarse), o la posibilidad de emitir bonos verdes, por ejemplo. Hasta ahí bien, pero ¿qué es eso de la taxonomía? Visite el portal especializado elEconomista ESG.

    En biología, la taxonomía es la ciencia que ordena y jerarquiza los grupos de animales y vegetales. En lo que respecta a las actividades económicas verdes, su finalidad es similar: la taxonomía de la UE es la clasificación de actividades consideradas "potencialmente muy positivas para el medio ambiente". El listado de la UE concreta cuáles son las actividades verdes en base a sus códigos NACE, la clasificación estadística europea de actividades económicas.

    ¿Cómo se compartimenta la taxonomía? En base a 6 objetivos: Mitigación del cambio climático; Adaptación al cambio climático; Uso sostenible del agua y los recursos hídricos; transición a una economía circular; prevención y control de la contaminación; y, por último, protección y la restauración de la biodiversidad. Las actividades económicas se considerarán taxonómicas, o verdes, si contribuyen sustancialmente a uno o varios de ellos. Solaria, Redeia y Acerinox son las firmas del Ibex 35 más alineadas con la taxonomía.

    Por el momento, las empresas han tenido que reportar en base a los 2 primeros objetivos (mitigación y adaptación), los puramente climáticos, que son los que, a nivel regulatorio, se han desarrollado completamente.

    ¿De cuántas actividades hablamos?

    La web de la Comisión Europea reconoce 95 actividades económicas que contribuyen al objetivo de mitigación y 101 para el de adaptación. Unas 200 actividades a las que, tras la incorporación de los cuatro objetivos restantes, se añadirían otras 35.

    La clasificación establece grandes grupos de actividades, a saber: Arte y entretenimiento; construcción y 'real estate'; educación; energía; protección del medio ambiente; actividades financieras y seguros; silvicultura; salud humana; comunicaciones; manufacturas; actividades científicas y técnicas; transporte; abastecimiento de agua y reciclaje. Le puede interesar: La energía y el 'ladrillo' son los sectores más alineados con la taxonomía verde, según la CNMV.

    ¿Qué es mitigación? ¿Y adaptación?

    "La sociedad no termina de entender la diferencia entre mitigación y adaptación, y que lo realmente importante es la adaptación", explica Verónica Sanz, responsable de Sostenibilidad y Verificación ASG en OCA Global. Estos objetivos están conectados, pero son diferentes. "La mitigación es la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero; que por el tubo de escape salgan menos gases. Por su parte, la adaptación supone hacer frente a los efectos que tiene el cambio climático sobre la economía, las sociedades y el medio ambiente", añade.

    La taxonomía recoge actividades que, por su propia naturaleza, van a tener un impacto significativo. Las actuaciones que llevamos a cabo los ciudadanos de a pie para reducir nuestras emisiones no están recogidas en la taxonomía (no somos cementeras, ni gestionamos flotas de camiones). Las actividades de mitigación son eminentemente manufactureras, industriales y energéticas, y conllevan grandes procesos de ingeniería.

    Entre las actividades de adaptación encontramos negocios como el de los seguros, ya que las aseguradoras ayudan a sus clientes a contrarrestar los efectos del cambio climático una vez que se han manifestado sus fenómenos extremos asociados. O los cuidados, esto es, la atención a la salud. "Se ha detectado un agravamiento de problemas crónicos debido a las altas temperaturas", de modo que una empresa asistencial puede alinearse con la taxonomía "porque contribuye a reducir los riesgos de que los efectos del cambio climático afecten a las personas", señala Verónica Sanz. También encajaría en el objetivo de adaptación un medio de comunicación dedicado a divulgar los efectos del cambio climático, "ya que su actividad ayuda a que la población y las empresas entiendan dichos riesgos", explica esta experta, que también señala que a menudo una actividad contribuye al mismo tiempo a los objetivos de mitigación y de adaptación.

    Actividades "facilitadoras" y "de transición"

    La taxonomía también diferencia entre actividades facilitadoras y de transición. Las más verdes, por así decirlo, son las facilitadoras: aquellas que hacen posible que se ejecuten las actividades que contribuyen a alguno de los 6 objetivos taxonómicos. Pensemos, por ejemplo, en la instalación de un parque eólico: depende de la minería, por el aluminio necesario para fabricar las turbinas, pero también del transporte en base a combustibles fósiles para construirla, y del cobre para alimentarlas. Todas esas actividades son facilitadoras.

    Por su parte, las de transición son, por así decirlo, lo menos malo dentro lo que está disponible: aquellas actividades en cuyo ámbito no existe a día de hoy una técnica mejor, y que sí suponen una mejora en cuanto emisiones respecto al resto de las existentes.

    Fue en este apartado (actividades de transición) donde se incluyeron, con gran polémica e incluso con una demanda por parte de Greenpeace, el gas natural y la energía nuclear. Sanz se moja sobre este asunto: "No estoy en contra de que se hayan incluido en la taxonomía. Al incorporarlas en ella, puedes forzarlas a que vayan mejorando, a ser menos contaminantes, mientras que, si las dejas fuera, pueden emitir lo que quieran, al no estar reguladas y no tener este aliciente".