¿Hacia una ralentización del crecimiento económico?

Subidas de tipos de interés, tensiones geopolíticas, volatilidad en los mercados, disrupciones en las cadenas de suministros… Las economías mundiales se están enfrentando en la actualidad a una coyuntura compleja, en la que la incertidumbre y el cambio son las únicas constantes.

Ante esta situación, para la que no existen bolas de cristal, es importante mantener la serenidad, no precipitarse y observar los indicadores económicos que nos pueden dar pistas para guiar nuestras decisiones financieras.

En este sentido, una de las señales más significativas de hacia dónde pueden ir los mercados es el comportamiento de los bancos centrales. Venimos de una sucesión de incrementos acusados de los tipos de interés, por parte tanto de la Reserva Federal como del Banco Central Europeo, como medida que ha surtido efecto en el control del encarecimiento de precios.

Por lo tanto, cabría esperar que, para el segundo semestre del año, viéramos una moderación en las subidas de tipos. Se trataría de una situación con una lectura positiva, pues llevaría a que los tipos de interés se instalaran a la par de la tasa de inflación. En esta línea, y a consecuencia, podríamos esperar que el ritmo de descenso de la inflación se frene en la segunda mitad del año.

Sería coherente, por tanto, que las medidas aplicadas por los bancos centrales para evitar la recesión generaran un efecto de aterrizaje suave, o soft landing, en los últimos meses de 2023. De esta forma, sería previsible una ralentización del crecimiento económico para la segunda mitad del año, si bien la entrada en recesión no sería descartable por completo.

En cuanto al desempeño tanto de la economía como los beneficios empresariales, venimos de un primer semestre que podemos valorar como bastante positivo. El ecosistema empresarial ha arrojado unos resultados cuyo balance ha sido superior al esperado. Así, podemos prever que los mercados tomarán beneficios para consolidar niveles durante la segunda mitad del ejercicio, aunque también cabría esperar entornos cada vez más volátiles.

La volatilidad es precisamente uno de los factores que mayor preocupación pueden levantar. Esta tendencia se estaría viendo afectada por las altas subidas de los mercados, la falta de soporte desde los bancos centrales y por una miríada de pequeños riesgos, como contingencias geopolíticas, la posibilidad de un hard landing o desviaciones en política monetaria, que, si bien tienen escasas probabilidades de materializarse, es posible que aparezcan. Por lo tanto, debemos acostumbrarnos a jugar bajo estas reglas y crear planes de contingencia en caso de que llegáramos a encontrarnos con estos escollos.

Dada esta situación, en una atmósfera en la que aún predominan los cambios y en la que no estamos libres de incertidumbre, una de las recomendaciones que podríamos ofrecer desde Allianz Soluciones de Inversión sería apostar por plazos cercanos. Una buena idea sería construir una cartera de renta fija a corto plazo pues, a pesar de que no se ha producido el esperado rebote en uve, los valores se mantienen en positivo con unas rentabilidades bastante aceptables. En la medida en que veamos que la inflación se estabiliza y se acerquen las bajadas de tipos de interés, poco a poco podríamos ir aumentando la duración, pero de momento todavía es preferible mantenerse en duraciones cortas y medias. En lo que respecta a la renta variable, la recomendación sería permanecer neutral.

Aunque el futuro pueda guardarnos alguna sorpresa, estudiando los indicadores económicos podemos esbozar un mapa aproximado de lo que podemos esperar de aquí a final de año. Esperamos que, a pesar de los posibles riesgos y de la volatilidad, las empresas continúen demostrando su solidez, apoyadas por un crecimiento económico positivo. Nos encontramos en entornos muy dinámicos que pueden reportarnos movimientos muy interesantes.