Bolsa, mercados y cotizaciones

El indicador dentro del dato de la inflación que vigila el BCE para frenar la subida de tipos

  • La inflación 'supercore', del sector servicios, preocupa al consejo de Gobierno
  • La evolución de los salarios son la clave de esta nueva fase inflacionista
  • El precio del gas y del grano ucraniano sigue bajo, pero existe riesgo de repunte
Christine Lagarde, presidenta del BCE.

Víctor Blanco Moro
Madrid ,

Los banqueros centrales de Europa han identificado varios datos que ayudan a entender qué está pasando con la inflación en la región, y hay señales de que la eurozona está entrando en una nueva fase inflacionista, marcada por una ralentización del crecimiento del IPC desde el año pasado, pero no libre de riesgo de que la inflación se enquiste. Hay uno que es especialmente clave: la inflación 'supercore', la que recoge el incremento de precios en el sector servicios, excluyendo en este sector los precios de la energía y otros componentes volátiles, como el precio de los inmuebles e hipotecas.

Las actas de la última reunión del Banco Central Europeo (BCE), publicadas la semana pasada, muestran cómo los miembros del Consejo de Gobierno de la entidad hicieron un repaso a fondo de distintos indicadores de inflación para poder evaluar la situación en la que se encuentra la zona euro en la lucha contra el incremento de los precios.

Inflación de servicios e inflación de bienes

"Las diferentes dinámicas de la inflación en los bienes, frente a la inflación del sector servicios, relacionadas con el componente laboral, demuestran que es importante mirar de forma separada a estos dos indicadores", destacan las actas del BCE.

"El ajuste significativo en el Componente Persistente y Común de la Inflación (PCCI) [indicador que vigila el BCE para entender los factores inflacionistas comunes en distintos países de la zona euro] ha reflejado en gran parte la caída de los precios de la energía, al mismo tiempo que la inflación de los bienes ha entrado en un camino de caídas", señalan.

Esto lleva al organismo a centrarse en la inflación que no está dando estas señales de ralentización, la del sector servicios, especialmente aquella que no depende de la energía. "Por el contrario, la inflación del sector servicios no ha dado señales de una caída visible", explica el documento.

Esta tendencia de la que avisa el BCE confirma que la eurozona ha entrado en una nueva fase inflacionista, en la que los incrementos salariales ganan protagonismo. Esta ha sido una de las grandes preocupaciones de los banqueros centrales en los últimos meses: que se produzca una espiral inflacionista derivada de los aumentos salariales que se negocien en la zona euro. Los trabajadores quieren compensar la pérdida de poder adquisitivo que se ha producido estos años con aumentos de salarios y esto puede terminar siendo un problema para el BCE, si a su vez hace que las empresas incrementen los precios para compensar un mayor coste laboral.

Los bancos centrales quieren evitar que se produzca una espiral inflacionista

Todo lleva al organismo a vigilar muy de cerca el mercado laboral en esta nueva fase del ciclo inflacionista; lo que hagan los salarios será clave en la decisión que tome el BCE sobre los tipos. La fortaleza del mercado laboral se sostiene sobre una economía que, por el momento, ha conseguido evitar una recesión grave, a pesar de haberse producido la subida de tipos más agresiva de la historia por parte del BCE.

El debate del BCE

La institución que preside Christine Lagarde está atravesando uno de los momentos más complejos de su historia. Los estímulos sin precedentes tras la crisis de 2008, y de nuevo, por la pandemia de Covid, ha hecho que la economía de la zona euro entre en terreno inexplorado. De ahí la cautela del organismo a la hora de lanzar mensajes al mercado.

A pesar de que el ritmo de crecimiento de la inflación se ha suavizado mucho en los últimos meses (llegó casi al 11% el año pasado, y ahora crece a un ritmo del 5,5% interanual), el BCE prepara, como mínimo, una subida más de tipos en julio, y a partir de ahí todo está en el aire. Hay que recordar que las últimas previsiones que maneja el organismo apuntan a una inflación en el 2,2% en el año 2025, todavía por debajo del nivel objetivo del BCE.

La incertidumbre es tan alta que, ayer, uno de los miembros más agresivos del Consejo de Gobierno del BCE, dejó en el aire que vayan a producirse más subidas de tipos después de julio. Klaas Knot, el conocido 'halcón' (partidarios de una política monetaria menos laxa) holandés, avisó de que "más allá de julio una subida de tipos es, como mucho, una posibilidad, pero de ninguna manera una certeza", señaló el presidente del banco central de Holanda en Bloomberg. "A partir de julio tenemos que observar cuidadosamente lo que nos dicen los datos", avisa.

El crecimiento de la inflación en el sector servicios es ahora más alto que el de la cesta general, pero se ha relajado desde el 7,5% del mes de marzo hasta el 6,8% actual, una caída que el BCE quiere ver que se consolida en los próximos meses.

La tendencia sigue siendo a la baja para la inflación, pero después de lo vivido en los últimos años, parece que nadie en el BCE quiere pillarse los dedos y cometer un error de cálculo con las subidas de tipos. Hay que recordar que, aunque los precios de la energía en Europa siguen estando muy por debajo de los niveles que se llegaron a tocar el año pasado (340 euros por MW/h en el caso del gas en 2021, frente a los precios actuales, inferiores a los 35 euros), los repuntes de 2021 y 2022 fueron muy rápidos, y con un escenario geopolítico tan inestable como el actual, no se puede descartar que vuelvan a haber repuntes.

Norbert Rücker, economista jefe de Julius Baer, admite el peligro de que vuelva a haber subidas en los precios del gas europeo, pero mantiene como su escenario central que las caídas continúen en los próximos meses, algo que evitará nuevos dolores de cabeza en el BCE por parte de la energía. "El mercado del gas sigue mostrando nerviosismo por los eventos que se vivieron el año pasado, lo que podría amplificar el impacto de pequeños cambios en los fundamentales del mercado, con reacciones en los precios excesivamente sensibles. A día de hoy, los futuros sobre el gas del invierno que vienen parece que siguen sustancialmente sobrevalorados", señala.

La cuestión del trigo ucraniano

En el frente de las materias primas y su poder de contagio inflacionista en el mercado, no todo es gas natural. Más de la mitad de las materias primas registran descensos desde que comenzó a repuntar con fuerza la inflación, a principio de 2022. En los últimos días, la guerra de Ucrania ha vuelto a ser el centro de atención por la negativa del gobierno ruso de ampliar el acuerdo sobre las exportaciones de grano. Esto significa que Rusia no garantizará el libre paso del grano ucraniano a través del mar negro, lo cual puede generar un incremento de los precios que reviva las presiones inflacionistas en la zona euro, especialmente ahora, que acaba de comenzar la temporada de cosecha.

Aunque los precios de grano como el trigo o el maíz siguen siendo muy inferiores a los que se alcanzaron en 2022 (256 euros por tonelada para el trigo, según la referencia francesa, frente a los más de 460 del año pasado, y unos 200 euros por tonelada en el maíz ucraniano, mínimos de 2020 y por debajo de los 380 euros de 2022), no se debe descartar que haya episodios de volatilidad en los precios de estos recursos agrícolas en próximos meses, algo que contribuirá a presionar al alza a la inflación europea.