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La biodiversidad empieza a anidar en las carteras
- Aún son muy escasos los productos centrados en la protección de las especies
- Más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza
- Los fondos de Ecología caen a ritmo de doble dígito en 2022
María Domínguez
El cambio climático lleva años como protagonista absoluto en lo que respecta a la inversión ESG (aquella que tiene en cuenta factores ambientales, sociales y de buen gobierno). De hecho, la taxonomía verde, que la Comisión Europea ha logrado sacar adelante y que tantas noticias ha generado, aborda por ahora solo dos objetivos de los seis que se fijó inicialmente, y ambos están ligados al cambio climático (son, en concreto, la adaptación y la mitigación del mismo). Consulte otros artículos en el portal especializado elEconomista Inversión sostenible y ESG.
Aunque esos dos objetivos abarcan la mayor parte del universo de activos verdes invertibles, lo cierto es que a la taxonomía le quedan pendientes otros cuatro por acometer, algo que previsiblemente hará de forma inminente. Esas cuatro metas son: el uso sostenible de los recursos hídricos y marinos; la transición a una economía circular; la prevención de la contaminación; y, finalmente, "la protección de la biodiversidad y los ecosistemas". Precisamente este domingo, 22 de mayo, se celebra el Día Internacional de la Biodiversidad biológica.
La actividad humana ha alterado gravemente el 75% de la superficie de la tierra y el 66% del ecosistema marino
El término biodiversidad hace referencia a la variedad de especies que habitan el planeta. La actividad humana ha alterado gravemente el 75% de la superficie de la tierra y el 66% del ecosistema marino. Un millón de especies de la fauna salvaje, y una de cada cinco especies de plantas, están amenazadas de extinción. Todo este daño a los ecosistemas puede representar un riesgo para la economía global de 10 billones de dólares en 2050, de acuerdo con los datos de Federated Hermes, desde donde advierten que si se analizan los problemas únicamente desde el punto de vista del cambio climático, "es poco probable que los inversores aborden adecuadamente el declive de la biodiversidad y los ecosistemas".
A diferencia del cambio climático, que se puede calibrar midiendo las emisiones de dióxido de carbono, la pérdida de biodiversidad es más difícil de contabilizar y comparar, ya que los impactos suelen estar localizados y dispersos en las cadenas de suministro. De ahí que, para los inversores, sea "un reto evaluar el impacto de una empresa en la biodiversidad, así como su dependencia de la misma", señalan desde la firma.
Pocos productos específicos
Quizá esta complejidad, sumada a lo concreto del tema, tenga que ver en que sean muy escasos, y de lanzamiento muy reciente, los fondos a la venta en España que incluyen en su denominación el término biodiversidad, según recoge Morningstar. Son el Axa WF ACT Biodiversity A Cap EUR Hedged, el Federated Hermes Biodiversity Eq REURAcc y el UBAM Biodiversity Restoration AEC EURAcc.
Hace un mes escaso que Axa IM lanzó su producto, cuyo objetivo, además de ofrecer retornos financieros a largo plazo, es mitigar la pérdida de biodiversidad "mediante la inversión en las mejores compañías que ofrecen soluciones innovadoras para hacer frente a cuestiones como la contaminación de la tierra y el agua, la degradación del suelo, la protección de la fauna y la flora, y el exceso de consumo", señalan desde la gestora.
AXA IM ha identificado cuatro áreas de inversión que contribuyen a la preservación o restauración de la biodiversidad: los materiales sostenibles, la preservación de la tierra y los animales, los ecosistemas acuáticos y el reciclaje. Y ha diseñado la estrategia siguiendo cuatro Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS): en concreto, los números 14 y 15 (los más asimilables a la biodiversidad, ya que se refieren a la protección de la vida submarina y los ecosistemas terrestres, respectivamente); también el número 6 (agua limpia y saneamiento) y el 12 (producción y consumo responsables). El fondo sigue un proceso bottom-up (es decir, selecciona compañía por compañía tras analizar sus fundamentales) y excluye a algunas empresas en base a criterios ESG (fabricantes de armas, tabaco, defensa…).
El Federated Hermes Biodiversity Eq REURAcc vio la luz a finales del pasado mes de marzo. Desde la gestora explican que el equipo ha investigado "exhaustivamente" las principales amenazas regionales y mundiales a la biodiversidad, y definido seis temas para el fondo: contaminación terrestre y marina, explotación marina, condiciones de vida insostenibles, cambio climático, agricultura insostenible y deforestación. Dentro de estas temáticas concretas desarrollan su actividad "empresas que contribuyen a mitigar los riesgos específicos para la biodiversidad o a aportar soluciones a la pérdida de la misma, añaden.
En una reciente entrevista concedida a elEconomista, la gestora de este producto, Ingrid Kukuljan, explicaba que menos de un 1% de las empresas globales están alineadas con los ODS números 14 y 15, los más ligados a la biodiversidad. También señalaba que lo interesante de las compañías ligadas a ésta es que, por su naturaleza, son negocios growth, pero sus valoraciones están en línea con las del MSCI. "Son valores que no han recibido tanta atención todavía, ya que la diversidad aún no es un tema tan relevante, y esperamos ver una expansión de los múltiplos", advertía.
También de creación muy reciente, pero ya con un pequeño recorrido, es el UBAM Biodiversity Restoration AEC EURAcc, que salió al mercado el pasado mes de septiembre, con lo que ya es posible tener una rentabilidad correspondiente a 2022 (nada alentadora, ya que cae un 16,5%, con datos de Morningstar a 12 de mayo). Este producto de UBP tiene un patrimonio que ronda los 53 millones de euros. "Se estima que más del 50% del PIB global generado cada año depende, de forma moderada o elevada, de la naturaleza", afirman desde la entidad. El fondo invierte en empresas que contribuyen a reducir la pérdida de biodiversidad.
Productos de Ecología
Más allá de estos tres productos, existe una gama mucho más amplia de fondos de ecología, y que particularmente tienen una proporción más alta de la media de las carteras relacionada con los ecosistemas saludables, según Morningstar. Esta categoría, la de Ecología, sí que recoge fondos un poco más longevos, lo que permite saber que, incluso a pesar de estar viviendo caídas de doble dígito en 2022, su rentabilidad anualizada a 2 años supera en algunos casos el 20%, como ocurre con el muy conocido Nordea 1-Global Climate & Environment BP EUR, gestionado por Thomas Sørensen, o con el FFG Cleantech II Class R Acc.