Bolsa, mercados y cotizaciones
'Fat finger' o algunos 'manazas' que han desplomado los mercados
- Un solo error desató el pánico este lunes en la Bolsa de Estocolmo
- Los 'flash-crash' cada vez son más comunes ante órdenes automatizadas
Laura de la Quintana
"Si eres un inversor [normal] y un día decides vender tus 100 acciones de la compañía X, lo lógico es que accedas a tu bróker y ejecutes la orden de venta", sin más, explica Matt Levine, un reconocido analista de Bloomberg. Pero "si eres un trader de un gran banco y quieres vender las 100.000 acciones que tienes de esa misma compañía, lo normal es que accedas al ordenador, abras la plataforma de trading y presiones el botón de vender a mercado, ¿no? ¡Oops! No, no hagas eso porque si llegas a hacerlo serás el protagonista de historias" como la que sucedió en la primera hora de mercado del lunes en la Bolsa de Estocolmo.
¿Y qué sucedió? Básicamente lo que en jerga financiera se conoce como un fat finger, que significa -no literalmente- un error de trading, o equivocarse de tecla en el ordenador a la hora de lanzar una orden. En España a la máxima expresión a la que aspiramos es a calificar a alguien como manos de mantequilla o sencillamente torpe, sin entrar a valorar el grosor de los dedos de nadie. EEUU debe ser el adalid de lo políticamente correcto en todo menos en el trading.
Ese fat finger, que ni es el primero de la historia ni será el último, pertenecía a la mano de un bróker de Citi que cometió un error al tramitar una operación, aunque no ha trascendido ni el activo ni el volumen de la misma. Esto provocó que en cuestión de minutos, el índice de la Bolsa de Estocolmo (OMX) se desplomara hasta un 8% y arrastró con él al resto de grandes plazas financieras. El Ibex llegó a caer un 2,7% para cerrar luego con pérdidas -que no logró remontar- del 1,7%.
En marzo de este año el níquel vivió 18 minutos de infarto en la Bolsa de Metales de Londres
Firmas como el gigante textil H&M que cotiza en Suecia llegó a desplomarse un 12% en la sesión, para cerrar luego con un alza del 1,5%. Otro clásico del país, Volvo, se dejó un 6,4% antes de las 10 de la mañana y al cierre subió un 0,6%; y el banco Nordea cedió un 4,7% nada más arrancar el lunes la cotización.
Una vez superado el susto, cabe recordar que, cada vez con mayor frecuencia, aparece en escena algún fat finger, que lo que provoca es una corrección corta y abrupta en el tiempo que se conoce como flash-crash. ¿Por qué son tan comunes? Hay dos motivos clave: la indexación de miles de ETFs y fondos y debido al trading automático, o HFT (high frequency trading) que son, en resumidas cuentas, ordenadores que hacen saltar al unísono miles de órdenes de compra/venta en cuanto se cruzan determinados niveles. Y esto va a más.
Aunque hay altos niveles de opacidad se calcula que las órdenes automáticas suponen más del 50% del volumen que se mueve diariamente en Wall Street y próximo al 30% en Europa, con datos de 2018, y que son difíciles de estimar. Va más allá, en el mercado de commodities la contratación por HFT suponía el 50% de los contratos agrícolas, y el 60% en energía. Y suma y sigue.
Mientras el OMX de Estocolmo se desplomó un 8% en media hora, H&M se dejó un 12%
Es por ello que el primer flash-crash que se recuerda data del 6 de mayo de 2010, hace justo (y solo) doce años. Aquella sesión el Dow Jones de Industriales perdió 1.000 puntos en solo unos minutos, cerca del 9% de su capitalización, y desató el pánico a nivel mundial. 20 minutos después -hacia las tres de la tarde- ya había recuperado algo más del 60% de la caída. Cinco años después un operador londinense fue detenido ante los beneficios conseguidos aquella sesión.
Pero hay muchos más ejemplos. El temor a la devaluación china provocó en enero de 2015 abultadísimas pérdidas en minutos en las bolsas estadounidenses y también asiáticas. En 2016 la libra se dejó más de un 10% frente al dólar en solo unos minutos. Los rumores apuntaban, en pleno Brexit, a una postura mucho más dura de lo esperado de la Unión Europea, aunque nunca se descartó que el motivo real, de nuevo, fuera un fat finger. Se han visto otros flash-crash en el yen en numerosas ocasiones y más si cabe en el mercado de las materias primas. Y ni hablar ya de las criptomonedas, que son el culmen de la volatilidad y los automatismos.
La locura del níquel
El 8 de marzo de este mismo año el níquel vivió 18 minutos de caos absoluto en el mercado de futuros de Londres. Su precio rebasó los 100.000 dólares por tonelada, máximo de todos los tiempos y rompió la confianza de los inversores en su cotización. Pasó con el café y ha pasado con el oro.
La London Metal Exchange salió al paso bloqueando la cotización por días hasta ser capaz de casar las órdenes de compra/venta de la commodity, en plena invasión de Ucrania, y reconoció, de alguna manera, que parte de la culpa había sido de los especuladores y las máquinas. El níquel pasó de 30.000 a 100.000 dólares/tonelada en horas.
"El rally en el precio de las materias primas no es necesariamente positivo para las compañías (...) Esos 18 minutos me capturaron", aseguró un alto ejecutivo del sector, preocupado por lo que subida disparatada iba a suponer para su compañía, pero también para la industria de materias primas. El níquel había subido un 250% en 24 horas. Y se llevó por delante miles de millones de dólares de traders y le costó un disgusto enorme a la china Tsingshan Holding, a quien le hizo un agujero de más de 2.000 millones de dólares.