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La Fed demorará la subida de tipos tres años hasta que el paro baje del 5%


    José Luis de Haro
    Nueva York,

    El Comité de Mercados Abiertos de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) arranca este martes su reunión de política monetaria con la ardua tarea de interpretar las implicaciones que la última remesa de datos macro tendrá en las múltiples medidas de emergencia adoptadas desde el azote de la pandemia del coronavirus.

    Un revés que ya dejó notar sus efectos en el primer trimestre del año, cuando la mayor economía del mundo se contrajo un 5%. En estos momentos, los propios funcionarios de la Reserva Federal de Atlanta proyectan en su GDPNow que en la actualidad el PIB se estaría contrayendo un 53,8%. Sin embargo, sus compañeros en el banco central de Nueva York son algo más optimistas, dado que su Nowcast indica un crecimiento negativo del 25,5% en el trimestre en curso, pero atisba ya una contracción del 12% entre julio y septiembre.

    No obstante, la sorprendente creación de 2,5 millones de empleos el pasado mayo adelantó antes de lo previsto el inicio de la recuperación laboral en el país que, desde mediados de marzo, ha llegado a destruir casi 42 millones de puestos de trabajo. Una situación que hace difícil predecir qué ocurrirá a corto plazo.

    "En este encuentro en particular, la Fed se encuentra en el limbo", señala Ellen Zentner, economista de Morgan Stanley, quien indica que después de haber estabilizado el nivel de volatilidad en las condiciones financieras, la economía de EEUU comienza su proceso de deshielo a medida que la desescalada continúa entre los 50 estados del país y las restricciones sobre la actividad desaparecen gradualmente.

    Precisamente, en la comitiva que culminará el miércoles, no solo contaremos con el habitual comunicado y posterior rueda de prensa del presidente de la Fed, Jerome Powell, sino con una edición actualizada de las perspectivas económicas del banco central así como su revoltoso dot-plot, el diagrama de puntos donde los funcionarios telegrafían el rumbo de las tasas de interés federales a corto, medio y largo plazo. "Las proyecciones serán confusas debido a los múltiples puntos de vista de los miembros del Comité", aventura Zentner.

    Desde Citi, Andrew Hollenhorst, considera que es probable que las proyecciones económicas de inflación y tasa de desempleo apoyen que el precio del dinero se mantendrá sin cambios tanto este año como en 2021. "Para 2022, la dispersión será mucho más amplia con algunos miembros indicando una o dos alzas", explica. Por su parte, Brett Ryan, economista de Deutsche Bank, calcula que el elevado desempleo y una inflación por debajo del objetivo del 2% deberían quedar reflejado en la media de estas proyecciones, que no indicarían cambios al menos hasta finales de 2022.

    La espera para la próxima subida de tipos puede ser significativamente mayor, sobre todo si echamos un vistazo al episodio más reciente en que la Reserva Federal se vio obligada a desplegar buena parte de su arsenal para sacar a flote la economía. Tras la crisis financiera y posterior Gran Recesión, las tasas permanecieron en el 0,125% durante siete años, desde diciembre de 2008 hasta noviembre de 2015. De hecho, la ex presidenta de la Fed, Janet Yellen, no optó por mover ficha hasta un mes después, cuando la tasa de paro cayó al 4,8%.

    "El consenso estima una tasa de desempleo media del 6,5% en 2022, que probablemente será demasiado alta para justificar un aumento de la tasa de interés de la Fed", indica John Lonski, director gerente de Moody´s Capital Markets Group. Es por ello que considera que la próxima subida de tipos podría no materializarse hasta la segunda mitad de 2023 como muy pronto.

    Una situación que desde su punto de vista seguirá beneficiando a la renta variable de EEUU. "Pueden pasar varios años antes de que el mercado de acciones se enfrente a una competencia real de los bonos", aclara haciendo referencia a que el consenso del Blue-Chip Financial Forecast no ve que el rendimiento del Tesoro a 10 años alcance un 2% hasta 2023. El mismo consenso espera que 2024 sea el primer año en que el bono a 5 años toque esa cifra.

    Vuelta a la 'normalidad'

    De momento, se espera que la reunión de junio se postule como el capítulo en que el FOMC vire de una postura centrada en la contención de la crisis hacia una más tradicional, cuyo objetivo sea proporcionar la flexibilización necesaria para garantizar la recuperación.

    En particular, la Fed podría reducir su programa de flexibilización cuantitativa, QE por sus siglas en inglés, hacia niveles más normales que rondarían entre los 60.000 millones y 85.000 millones de dólares mensuales desde los casi 100.000 millones actuales.

    Hasta la fecha, los altos funcionarios del FOMC se han aferrado a su coletilla, "como sea necesario", al hacer referencia a la compra no solo de bonos del Tesoro sino también de activos respaldados por hipotecas que el banco central engulle y que han engordado ya su balance hasta los 7,1 billones de dólares.

    La noción de no poner límite alguno a su glotonería ha funcionado bien para mantener la liquidez en el mercado. Es por ello que anunciar expresamente un ritmo fijo de compras mensuales corre el riesgo de provocar una pataleta en el mercado si éste quedase por debajo de las expectativas.

    Además, al mantener la flexibilidad en la compra de activos, la Fed encontraría una útil herramienta si finalmente se decidiera a ejercer algún tipo de control sobre la curva de rendimiento en los próximos meses.