Inversion a Fondo

Qué se consigue cuando se acumulan dividendos


    Ana Palomares

    Que el Dax alemán sea el único en máximos históricos tiene truco: su índice es el único de los grandes que incluye dividendos. ¿Cómo puede el inversor beneficiarse de lo que en el argot se conoce como interés compuesto?

    Desde que Lehman Brothers anunció el 15 de septiembre de 2008 su quiebra, el índice Dax ha subido un 111%. Una cifra muy superior al 13 por ciento de rentabilidad que acumula el Eurostoxx 50 en el mismo periodo y sobre todo muy diferente del 3,05% que pierde el Ibex desde entonces. En esta dispar evolución seguro que ha influido que Alemania, a diferencia de España, no ha estado sumido en este periodo en una crisis de deuda que sacudió especialmente a los países de la periferia europea, en una crisis económica que llevó a España a una recesión económica o en una crisis de empleo que aún hoy supone que la tasa de desempleo en nuestro país sea del 18%, frente al 5,8% de los vecinos alemanes. Pero no solo eso, ya que en esa amplia diferencia en el comportamiento de ambos índices también influye cómo se realiza el cálculo de los mismos, ya que el Dax es el único de los grandes índices que incluye en su cálculo los dividendos que pagan las empresas que lo componen. "El resto de los índices también tiene una versión que los incluye, pero no es nunca la que aparece en los medios por defecto", puntualiza Ignacio Ramabud, de Fidelity. En el caso español ese índice es el Ibex 35 Total Return y desde ese fatídico 15 de septiembre de 2008 se anota un alza del 50 por ciento, frente a las pérdidas del 3% que se anota su versión sin dividendos.

    Éste es solo un ejemplo para explicar por qué la acumulación de dividendos en particular, o de los intereses que genera una inversión en general, es una de las recomendaciones que más se repiten entre los expertos a la hora de planificar una inversión. Hay más ejemplos y otro de ellos tiene su propia definición: el interés compuesto o, lo que es lo mismo, "la octava maravilla del mundo", o "la fuerza más poderosa de la galaxia", según se dice que dijo en su día el científico Albert Einstein. El interés compuesto no es otra cosa que reinvertir tanto una cantidad de dinero -inicial y periódica- como la rentabilidad que se consigue con ese capital a lo largo del tiempo. "Esta herramienta supone que los intereses conseguidos cada año se vuelvan a reinvertir y se obtenga una curva exponencial de rentabilidad. Sus beneficios no pueden notarse en el corto plazo, pero sí en un plazo a 20, 30 ó 40 años", apunta María Vázquez, socia de Quadriga Funds.

    Para entenderlo basta un pequeño ejemplo. Pongamos que un inversor A hubiera decidido invertir hace 10 años 10.000, y que esa inversión le hubiera generado una rentabilidad del 3 por ciento cada año. Si en toda esta década no hubiera tocado su inversión inicial, hoy tendría un capital de 13.439 euros -10.000 de capital inicial más 3.439 euros por los intereses generados-. Si ese mismo inversor hubiera reembolsado cada año ese 3% de rentabilidad que le había dado su inversión, la ganancia que habría obtenido en ese periodo sería de 3.000 euros. Y eso sin contar que con cada reembolso anual habría tenido que hacer frente al pago del impuesto sobre rendimientos del capital, que oscila entre el 19 y el 23%, en función de la ganancia obtenida.

    Cuándo merece la pena reinvertir los dividendos

    ¿Quiere eso decir que siempre es buena idea reinvertir un dividendo, un cupón o los intereses que genere una inversión? Depende. Para tomar esa decisión hay que fijarse en dos aspectos básicos: las previsiones que haya en mercado para ese activo y las propias necesidades de liquidez que tenga el propio inversor. "La teoría de reinvertir los dividendos siempre ha sido bien vista pero, por ejemplo, en el caso de los bonos hay que mirar la TIR que se ofrece en el momento del vencimiento. En cuanto a los dividendos de acciones hay mucha gente que no busca reinvertir los dividendos, sino usarlos como fuente de liquidez. Si se optara por reinvertirlo en acciones de la compañía habría que mirar la sostenibilidad del dividendo y las perspectivas que se manejan", afirma Ignacio Cantos, de atl Capital. Además, Javier Niederleytner, profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del IEB, recomienda no fijarse tanto en la rentabilidad que da un dividendo -para este año la del Ibex es del 4 por ciento de media según Bloomberg-, a no ser que el inversor "se olvide de que esa acción puede ir a la baja, algo que solo se consigue cuando uno invierte a largo plazo". Además, el profesor recuerda que en España los dividendos o cupones deben pasar por Hacienda, independientemente de que se cobren o reinviertan. "En España no se permite la reinversión, porque se debe pagar por el circuito de Hacienda, por lo que no existe ese tipo de interés compuesto, no se permite hacerlo ni con las acciones ni con los bonos". Por ello, Rose Marie Boudeguer, del servicio de estudios de Banca March, recomienda que "si no se necesitan los ingresos por dividendos, lo mejor es invertir en acciones o índices o fondos que no den dividendos, porque el cobro del mismo conlleva carga fiscal".

    La vía para difrutar del interés compuesto pasa por el fondo

    Aunque un inversor no pueda aprovecharse de la magia del interés compuesto cuando invierte directamente en activos de renta fija o de renta variable, al menos no incluyendo la fiscalidad, sí puede hacerlo de una manera indirecta a través de cualquier producto de inversión colectiva como sicavs, fondos o planes de pensiones, ya que la amplia mayoría acumula los dividendos o cupones que engordan su valor liquidativo. De hecho, es por ello que para saber si un fondo o plan de bolsa española ha conseguido su objetivo de batir al Ibex en un periodo determinado de tiempo, la comparación debe hacerse con el Ibex Total Return y no con el Ibex 35 y el resultado es que en fondos solo dos de los 133 que hay lo logran este año, mientras que en planes de pensiones ninguno lo consigue.

    De los 26.700 fondos de inversión que se comercializan en España incluyendo las diferentes clases de participaciones que tienen cada uno de ellos, solo 8.700 no acumulan los dividendos o cupones, sino que los reparten -fondos de reparto-, según los datos de Morningstar. Una opción que siempre han ofrecido muchas gestoras extranjeras y que en los últimos años se puso muy de moda entre las españolas ante la creciente necesidad de los inversores de depósitos que, incluso con rentabilidades cada vez más menguante, no se decidían a traspasar su dinero al circuito de fondos por la sensación de que no encontrarían en ellos pagos recurrentes. De hecho, Victora Torre, de Self Bank, cree que pueden ser una buena opción para "aquellos que lo que buscan es recibir un pago periódico que le permita complementar con otros ingresos".

    Sin embargo, Ignacio Cantos cree que optar por la versión de reparto y no de acumulación en un fondo "no tiene mucho sentido en este momento, porque tiene peor fiscalidad ya que no te permite diferir las plusvalías ni compensar las minusvalías como sí sucede con las acciones". Y es que esos dividendos o cupones también han de pasar por Hacienda, mientras que si se acumulan en el fondo gozan de la mismas ventajas que tienen los mismos: los traspasos están exentos de tributación y solo se pagan impuestos cuando se venden, lo que los hace especialmente atractivos para aquellas categorías como las ligadas a renta fija corto plazo que tienen menores expectativas de revalorización para los próximos años en un contexto de tipos de interés al 0 por ciento. "Además, la capitalización compuesta es un fenómeno con mucha fuerza, que permite que al ir acumulándose los dividendos el efecto de la revalorización sea exponencial. Esto puede ser especialmente significativo en fondos monetarios o de renta fija a corto plazo, donde la diferencia de rentabilidad puede variar bastante en caso de distribución o acumulación", afirma Victoria Torre.