Internacional

La campaña electoral de EEUU da su pistoletazo de salida oficial con Biden por delante y las encuestas más estables que nunca

  • En los últimos dos meses, Biden ha mantenido una ventaja sobre los 8 puntos
  • Los indecisos son apenas una tercera parte de los que había en 2016

Víctor Ventura

Aunque las elecciones de EEUU parecen eternas y permanentes, tienen unos tiempos y unos plazos como cualquier otra. Y esta semana dará comienzo oficial la campaña electoral con la nominación de Joe Biden como candidato del Partido Demócrata, seguida la semana que viene por la de Donald Trump por parte de los republicanos. Y a esa fecha se llega con las encuestas más estables que se han visto en muchísimo tiempo: desde el 12 de junio, la ventaja de Biden en la media de encuestas de la web FiveThirtyEight solo ha caído por debajo de los 8 puntos durante cinco días, una calma demoscópica nunca antes vista. Este lunes, el margen es de 8,3 puntos a favor del exvicepresidente demócrata: 51,2% de intención de voto para él, frente a un 42,9% para el actual presidente.

Y aunque quedan dos meses y medio para la fecha oficial de las elecciones, el comienzo real de las votaciones está ya a la vuelta de la esquina: en menos de tres semanas, el 4 de septiembre, abrirán las urnas en el más madrugador de los estados clave que decidirán el resultado final, Carolina del Norte, seguido poco después por otro trío fundamental: Minnesota, Michigan y Pensilvania. Además, el aumento esperado del voto por correo ante la pandemia de Covid-19 puede empujar la mayor parte de la participación a fechas mucho más tempranas de lo normal.

El resultado es que las campañas están adelantando la compra de anuncios y confiando en que los grandes eventos de inicio de campaña, que suelen aumentar el apoyo a los partidos en las encuestas durante los días posteriores, tengan un efecto más acentuado de lo normal. Trump ha decidido centrar su campaña en los primeros estados en votar, y prepara una batería de contradiscursos y anuncios para contrarrestar el efecto de cuatro días de cobertura mediática permanente para Biden durante su congreso de esta semana y para amplificar el efecto del suyo en la próxima.

Biden, por su parte, mantiene sus esperanzas puestas en un hecho: la extraordinaria estabilidad del mayoritario rechazo a Trump. Prácticamente desde el día en que comenzó su mandato, la desaprobación al presidente supera el 50% en las encuestas, un dato que apenas se ha movido pese a todos los enormes eventos que han ocurrido en este tiempo. Y con un 60% de estadounidenses que desaprueban la gestión de la crisis del Covid-19 por parte del mandatario, nada hace indicar que vaya a haber un giro sorprendente en el último instante.

Los indecisos se acaban

Precisamente, uno de los datos más curiosos es que, en estas últimas semanas, la leve recuperación de Trump en las encuestas -de un punto porcentual respecto al 16 de junio- no ha sido a costa de Biden, que sigue recogiendo cada vez más apoyos y ya supera en intención de voto (51,2%) al resultado que obtuvo Barack Obama en su victoria electoral de 2012 (51,1%), según la media de FiveThirtyEight. En su lugar, está desplomándose el número de indecisos y votantes de partidos minoritarios: en las encuestas ya apenas son un 5,9%, solo dos décimas más que los que votaron a una opción distinta a demócratas y republicanos en 2016 (5,7%). Por comparar, en 2016, la cifra de indecisos y de personas dispuestas a votar a partidos minoritarios alcanzaba el 19,5% en estas mismas fechas, más del triple que ahora.

Esto supone un problema para Trump, que en 2016 cimentó su remontada con una victoria aplastante entre los millones de ciudadanos que decidieron el sentido de su voto en las últimas semanas de campaña, cuando Hillary Clinton se vio envuelta de nuevo en una investigación del FBI por su servidor privado de correo electrónico. Si el número de votantes de terceros partidos este año acaba siendo igual que entonces, ya apenas no habría nadie más a quien convencer, y Trump tendría que atraer a los votantes que ya han decidido su voto por Biden, un reto mucho mayor.

La web FiveThirtyEight, la que más confió en Trump en 2016, le da unas opciones similares este año, aunque advierte: tiene que empezar a acercarse en las encuestas ya

De todas formas, la cifra de votos a otros partidos fue menor en otros años: en el 2000 solo fue un 3,7% del electorado, en 2008 fue un 1,5% y en 2012, un 1,7%. Pero aunque puedan quedar unos 4 puntos porcentuales de votantes sin opinión a los que convencer, Trump tendría que ganarse prácticamente a todos y cada uno de ellos para tener la más mínima opción de ganar los estados necesarios por apenas un puñado de papeletas y sin ningún margen de error.

Hay que recordar que las elecciones no se celebran a nivel nacional, sino estado por estado. Y en 2016, el estado que dio la victoria definitiva a Trump por apenas un 0,8% de los votos, Wisconsin, votó unos 3 puntos a la derecha de la media del país, por lo que Trump tendría una mínima opción de ganar si logra reducir su margen de derrota en unos 5 puntos más: prácticamente convencer a todos los indecisos que quedarían en el escenario más bipartidista imaginable.

Aun así, todos los analistas insisten en recordar que es imposible pronosticar unas elecciones con tantos meses de antelación, y muchos están aún quemados por los resultados de 2016, en los que tanto ciudadanos a pie, como tertulianos y muchos analistas daban la victoria de Trump poco menos que por imposible. El medio de análisis FiveThirtyEight fue precisamente el que más 'confió' en Trump, dándole un 32% de posibilidades de vencer. Este año le da el mismo porcentaje de opciones, aunque su director, Nate Silver, puntualiza que si las encuestas no empiezan a moverse pronto a su favor de forma clara, su probabilidad de victoria comenzará a reducirse a pasos agigantados.

Aunque, por hacer una comparación con nuestro país, es posible que las elecciones de este año acaben siendo tan emocionantes como los comicios españoles de 2011, en los que el candidato que se mantuvo por delante de casi todas las encuestas durante un año entero -Mariano Rajoy, en nuestro caso- acabó ganando por un margen similar al que le pronosticaban los sondeos. A veces las elecciones no son tan complicadas, especialmente cuando hay una crisis histórica y los ciudadanos rechazan la gestión del Gobierno de forma mayoritaria. Pero la mayoría de los estadounidenses querrá esperar a ver el recuento antes de decidir si lo de 2016 fue algo extraño provocado por la impopularidad de Clinton o si es que, de verdad, Trump ha encontrado la fórmula mágica para desafiar las leyes de la política.