Es un misterio que somos incapaces de comprender porque, más allá de hacer leña del árbol caído, lo mejor es extraer algo positivo, buscar causas y establecer diagnósticos para, al menos, aprender la lección y no volver a tropezar con la misma piedra.

Lo más justo, dadas las circunstancias, sería reformular la pregunta del titular: ¿Qué no falló? Primero, resultaba arriesgado volver a programar un magacín vespertino en La 1 después de la bofetada a mano abierta que el propio José Pablo López se llevó la última vez que intentó sacar adelante algo parecido, siendo entonces director de Contenidos y número dos de RTVE. Es decir, la gigantesca galleta que se pegó con La Plaza, aquel engendro que mezclaba a Terelu Campos con Marta Robles, bajo la presentación del pobrecito Jordi González. Pero al menos, en aquella ocasión, el estreno no desembarcó en TVE con la arrogancia de esta versión esperpéntica de Sálvame: un desfile caótico, caro, vergonzoso y estrafalario, donde se anunciaron presencias como la de Rocío Carrasco —que apenas ha vuelto a aparecer— o la del periodista Martín Bianchi, disfrazado de época, que tampoco ha regresado a la cadena pública.

Además, hay que reconocer que con La Plaza, José Pablo López supo rectificar en cuanto el programa empezó a arrastrarse y los datos de audiencia le señalaron la puerta de salida. Lo retiró en apenas dos semanas. Esta vez, el dato —y, sobre todo, las curvas de audiencia— no solo indicaban el rechazo más absoluto hacia el programa en sus dos franjas, con un sangrado de espectadores a borbotones, sino que marcaba récords negativos día tras día.

La diferencia con La Plaza es importante: aquel programa estaba producido por TVE, mientras que este Sálvame mutante llena los bolsillos de Adrián Madrid y Óscar Cornejo, exjefes de Sergio Calderón, actual número dos de José Pablo López y principal candidato a ser arrojado al volcán como ofrenda para salvar el cuello del jefe que lo nombró. Otra diferencia es el presupuesto: La Plaza, siendo un programa malísimo, era mucho más barato y, encima, llegaba disfrazado de 'rollito intelectualoide' y embadurnado en el postureo de la corrección política.

Otro aspecto que explicaría el estrepitoso fracaso del gran proyecto de José Pablo López es que, además de errático, el estilo del programa ha sido cobarde: si vas a hacer Sálvame, hazlo sin tapujos. No intentes blanquear el contenido con jardinería, mascotas o chorradas varias. Ve a saco con lo que Kiko Matamoros y sus congéneres mejor saben hacer: leña al mono hasta que suba el share.

Y luego está lo de haber puesto en riesgo la audiencia de programas consolidados como las telenovelas y Aquí la tierra. Al menos, cabe felicitar a José Pablo López por haber rectificado, por haberse arrodillado ante su propio ego y haber reconocido su error. Ha retirado la segunda parte de La Familia de la Tele y ha recortado la primera. Eso le honra, aunque haya tardado demasiado.

El siguiente paso ya lo conocemos: quitar el programa del todo. Las preguntas que quedan son: ¿cuándo? ¿qué vas a hacer con los guiñoles? y ¿vas a pagar todo el contrato a tus amigos de La Osa, que ya no es la Mayor? ¿Les vas a dar más oportunidades? ¿O se vuelven a Ten? Porque allí a lo mejor les reciben como al hijo pródigo, con los Tentáculos abiertos. Los que tienen un disgusto tremendo son los de Atresmedia y Mediaset, que estaban encantados con el 5% de La Familia. La familia de la tele no llegó este viernes ni al 6% en el tramo que aún sobrevive (hizo un 5,9%). El segundo, el que ya no volverá, hizo un 6%. El contenedor suma un 8% y lo peor es que han dejado la telenovela Valle Salvaje con un 9% y La promesa con un 12,6%.

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