Televisión

José Pablo López maltrata a los espectadores de las telenovelas en un intento agónico por rescatar el 'Sálvame' de TVE a cualquier precio

Por mucho que se vista de gala, La familia de la tele no deja de ser un intento de resucitar Sálvame bajo el paraguas de la televisión pública. Y el responsable directo de esta maniobra es José Pablo López. El presidente de RTVE parece empeñado en imponer a toda costa un programa que los espectadores no quieren ver. El resultado: una cadena que traiciona a su audiencia fiel en un desesperado intento por reflotar un formato que ya naufragó en Mediaset.

Cuatro semanas han bastado para constatar que La familia de la tele es un fracaso sin paliativos. Sus datos de audiencia no solo son flojos, son preocupantes: el programa apenas logra alcanzar un 6,5% de cuota, muy por debajo del promedio de La 1, que en mayo supera con holgura el 10%. Aun así, TVE sigue apostando por el formato y, peor aún, lo hace a costa de lo que sí funciona en sus tardes: las telenovelas Valle salvaje y La Promesa.

Como hemos recogido y publicado, desde este lunes, La familia de la tele se ha alargado nuevamente, ocupando ya desde las 15:50 hasta las 17:30. En apenas un mes, ha ganado 40 minutos de emisión. ¿Y a quién perjudica esta decisión? A los miles de espectadores que cada tarde sintonizan La 1 para seguir sus series favoritas. Ahora deben esperar más de lo razonable, ver los capítulos más tarde y sufrir los vaivenes de una programación cada vez menos respetuosa con sus hábitos y preferencias.

La situación es particularmente sangrante en el caso de La Promesa, una ficción que ha sido clave en el resurgir de la franja vespertina de La 1 y que ha conseguido fidelizar a una audiencia que valora la calidad, el relato pausado y el buen hacer actoral. Sin embargo, esa audiencia está siendo relegada, utilizada como moneda de cambio en una operación de salvamento mediático que no tiene justificación desde ningún punto de vista, ni creativo, ni estratégico, ni económico.

José Pablo López no está gestionando un canal privado, sino una cadena pública que se debe al interés general. En lugar de priorizar los contenidos que conectan con la audiencia y refuerzan la identidad de RTVE, ha optado por imponer una agenda personalista, más preocupada por rescatar viejas glorias del corazón que por consolidar una televisión de servicio público de calidad. Apostar por La familia de la tele en estas condiciones es una falta de respeto no solo al espectador, sino también a los creadores y trabajadores que han hecho de las tardes de La 1 un espacio competitivo y valioso.

El espectáculo de ver cómo se ignoran las señales evidentes de fracaso es tan incómodo como el propio contenido del programa. ¿Hasta cuándo va a seguir TVE sacrificando lo que funciona para sostener lo que no? ¿Cuánto más va a castigar a su público fiel por el capricho de sostener un programa moribundo?

RTVE debe hacer una reflexión urgente. No todo vale en nombre de la cuota de pantalla, y menos aún si esa cuota ni siquiera llega. Mientras tanto, los espectadores de La Promesa y Valle salvaje seguirán pagando el precio de decisiones erráticas y desconectadas de la realidad. El mensaje que se les está enviando es claro: su fidelidad no importa. Solo importa que el cadáver de Sálvame siga respirando, aunque sea con respiración asistida y a costa del resto de la programación.

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