Les contarán que el mundo es maravilloso, que la gente va a programas con la intención de hacer el bien y entretener al público y que Genoveva Casanova se pegó las palizas que supone participar en El Desafío por evadirse del escándalo y la presión y por divertirse. Puede ser que haya algo de cierto en eso. Pero no seamos ingenuos. Es verdad que la mexicana ya había recibido la llamada del talent producido por Pablo Motos antes de pasear por Madrid con el "Gran Danés" pero ella siempre había dicho no.
También pasó Genoveva por otros espacios como el Masterchef de celebridades porque, mucho antes de sus escenas con el marido de Mary Donaldson, era ya famosa como nuera o ex nuera de la duquesa de Alba, mujer de Cayetano Martínez de Irujo, padre de sus hijos, y novia del ex ministro José María Michavila o de un hijo de Vargas Llosa, al que acompañó a recibir el Nobel en su día.
Pero aquí estamos hablando (como casi siempre) de audiencia y de dinero. O sea, de dinero. En el bazar de las vanidades que alimenta las aventuras televisivas, el fichaje de Genoveva Casanova por El Desafío no fue un simple acto de persuasión, sino un tratado de alta diplomacia gestionado con la inmensa habilidad y eficacia de una profesional como Susana Uribarri, maestra en el arte de convertir escándalos en oro, sea la bronca de Sofía Suescun con su madre, la cornamenta de Íñigo Onieva a Tamara Falcó, o cualquiera de las aventuras de su amiga Ana Obregón, con quien compartió novio una vez.
Fue Susana Uribarri, la hija del mejor presentador que jamás tuvo Eurovisión, la ex de aquel polaco macizo llamado Darek que también estuvo con Ana Obregón, quien ejecutó la operación con la precisión de un violinista tocando una fuga de Bach. El precio, elevado desde el principio, se disparó tras las fotos de Genoveva paseando con Federico de Dinamarca en una coreografía que parecía orquestada por los ángeles del cotilleo.
En el mundo de las exclusivas, las imágenes tienen una extraña alquimia: convierten la intimidad en morbo y el morbo en una mina de billetes. El revuelo mediático por aquella cena junto al entonces príncipe europeo, hoy jefe de Estado, subió el caché de Genoveva como la espuma de un champán que nunca termina de descorcharse. Uribarri entendió que el momento de negociar era aquel preciso instante en que el mundo entero hablaba de ella, para bien o para mal. Las cifras que finalmente se cerraron por su participación en el programa fueron muy superiores a las que se manejaron antes del escándalo. Genoveva, que había dicho no en las primeras invitacones y en las primeras cifras, se dejó guiar con la misma discreción con la que había cruzado la vida aristocrática. Ella está acostumbrada a las intrigas palaciegas y los despachos de los que mandan en televisión al fin y al cabo son palacios del entretenimiento.
En el plató de El Desafío, la mexicana encontró algo parecido a un refugio. No había paparazzi agazapados tras los focos ni preguntas que apuñalaran su delicada tranquilidad. Llegó envuelta en mantas y, según cuentan algunos testigos, incluso escondida en el maletero de una furgoneta con cristales tintados, como una diva fugada de su propio cuento de hadas. Pero dentro del estudio, lejos de los flashes, se despojó de los miedos y adoptó una actitud sorprendentemente ligera, como quien ha decidido olvidar los fantasmas que la persiguen para entregarse a la novedad de un desafío físico y emocional. Nos lo contaba Jorge Salvador, productor del programa, y legendario artífice del no menos legendario Crónicas Marcianas de Javier Sardá. Algo de morbo debe saber aún.
No hace falta que Genoveva nos hable de Federico ni siquiera de Groenlandia. Hay una especie de justicia poética solo con verla enfrentarse a retos como el equilibrismo o las telas acrobáticas. No era difícil imaginar a Genoveva, tras un año en el que había pasado de los jardines de la nobleza a la tormenta del escándalo, caminando sobre una cuerda floja que parecía una metáfora de su vida. Aquel verano de 2023, un infarto pulmonar la llevó al hospital durante ocho días, pero aquí estaba, afrontando cada prueba como si cada salto, cada esfuerzo, fuera una declaración de independencia frente al juicio social.
En la rueda de prensa previa al estreno no estuvo presente. Genoveva prefería que su discurso no fuera verbal, sino gestual, como el que grabó en una performance final para sus propias redes sociales, al ritmo de This Is Me, el himno de El gran showman, que parecía dirigido a todos los que la habían prejuzgado. Si algo había aprendido en el último año era a transformar los desastres en oportunidades.
Por contrato, estaba obligada a visitar El Hormiguero. Allí, a TRancas y Barrancas, se enfrentó a las preguntas bien calibradas de su jefe, Pablo Motos. Fue otro capítulo del rito televisivo que todo concursante debe afrontar, aunque fuera con la sonrisa en los labios y el alma llena de reservas. Pero fuera de platós Genoveva no quiere saber nada del mundo de las luces y los flashes. Mientras la demanda contra Mediaset adelantada por Informalia sigue su curso, su futuro es un territorio en el que las preguntas sobre Federico de Dinamarca se desdibujan y la vida sigue como un reto más en el que aprender a mantener el equilibrio. No olvidemos que Genoveva tiene demandada a la cadena rival de Antena 3, donde la veremos desde este viernes. Aparte, ya demandó a Lecturas. Quizá el verdadero desafío de Genoveva Casanova no sea superar pruebas físicas, sino encontrar el arte de vivir en paz consigo misma, en ese lugar donde la fama y la privacidad son líneas paralelas que nunca terminan de encontrarse.
La demanda de Genoveva contra la cadena rival: la que compite con la que la ha fichado a ella
Como avanzamos en primicia el pasado mes de noviembre, el juzgado de primera instancia número 16 de Madrid ha admitido a trámite la demanda presentada por Genoveva Casanova contra Alessandro Lequio, Mediaset y Unicorn Content, la productora de Ana Rosa Quintana, en respuesta a la difusión de comentarios y contenidos emitidos en diversos programas del grupo audiovisual tras sus fotografías en Madrid con Federico de Dinamarca y que, según la demandante, perjudicaron su imagen y su potencial y capacidad publicitaria. De acuerdo con la demanda a la que tuvo acceso Informalia, Casanova argumenta que ella no es un personaje público, que jamás ha comerciado con su vida privada y que estos comentarios, emitidos en Vamos a ver y recogidos por otros espacios de la cadena, han generado dinero para los querellados y menoscabado sus oportunidades profesionales.
La controversia se origina a propósito de la publicación de las imágenes de Casanova junto a Federico de Dinamarca, entonces príncipe y hoy monarca, en la revista Lecturas hace más de un año. Aquellas sorprendentes escenas causaron una repercusión mediática considerable, no solo en España, sino también en Dinamarca, dado el estatus del príncipe y la expectación por la vida privada de la mexicana, ex esposa de Cayetano Martínez de Irujo y cuyas relaciones con el ex ministro José María Michavila o Gonzalo Vargas Llosa fueron también objeto de deseo de la llamada crónica social.
En su argumentación, Genoveva Casanova sostiene que los comentarios emitidos en los programas de Mediaset afectaron directamente su imagen pública y la percepción del mercado sobre su valor como figura pública, lo que a su vez se tradujo en una supuesta pérdida económica. Según la defensa de Casanova, esta afectación asciende a algo más de 400.000 euros por una parte, cifra con la que estiman el perjuicio sobre sus potenciales ingresos publicitarios, representaciones y contratos, y alrededor de 800.000 más a Mediaset por la estimación de ganancias en los programas donde se habló de Genoveva.
No obstante, fuentes de la industria señalan que el impacto mediático de esas fotografías supuso, al contrario de los expuesto en la demanda, un aumento significativo en la popularidad de Casanova en su momento, lo cual habría elevado su caché. "Genoveva Casanova se convirtió en una figura destacada de la vida social y fue muy solicitada para entrevistas y apariciones en eventos", comenta una fuente relacionada con el entorno mediático. Agrega que Casanova, antes de pasar por El Desafío, ya había recibido invitaciones para participar en programas y eventos públicos, como fiestas patrocinadas adonde va gente con caché, es decir, cobrando por asistir y posar en un Photocall, "pero ahora con un caché mayor". A lo largo de los años, Casanova ha mantenido un perfil de relevancia en la vida social española, inicialmente, debido a su matrimonio con Cayetano Martínez de Irujo, miembro de una de las familias aristocráticas más reconocidas de España. Tras su separación, Casanova ha seguido siendo objeto de interés mediático, no solo por sus relaciones personales con figuras públicas, sino también por su participación en solidarias y de otra índole
De acuerdo con nuestras fuentes, es Cayetano Martínez de Irujo quien asume el todo o una parte de los honorarios de la defensa de su ex mujer. La demanda es por vulneración de los derechos al honor y a la intimidad. Genoveva considera vulnerados sus derechos fundamentales al Honor y a la Intimidad frente a las que considera "ilegítimas intromisiones" presuntamente cometidas por los demandados, a través del programa de televisión Vamos A Ver, presentado por Joaquín Prat. Genoveva Casanova sostiene en su demanda que ella "no pertenece ni ha pertenecido nunca al sector de personajes públicos que comercian con su vida personal". En su escrito, recuerda que ella "ha desarrollado su labor profesional en la empresa privada, organizaciones no gubernamentales y fundaciones". En el texto de la demanda, la mexicana asegura que ella "escribe la columna Cita con el arte en la revista Mujer Hoy", y que ha desarrollado "facetas como la fotografía, el modelaje, la actuación, y también la escritura, publicando su propio libro El llanto de los elefantes".
MasterChef Celebritiy, Mask Singer... Y ahora El desafío...
En cuanto a las apariciones televisivas, la propia demanda reconoce que Casanova "ha figurado puntualmente en entrevistas o programas de televisión", pero matiza que "siempre al objeto de promocionar sus proyectos profesionales o humanitarios", ignorando por ejemplo su lucrativa participación en El Desafío, un contrato que, según varias fuentes consultadas, se cerró después del escándalo de las fotos, cuando la popularidad de Genoveva tocaba máximos. De hecho, el programa producido por Pablo Motos que comienza a emitirse este viernes, convertirá en un par de meses a la amiga de Federico de Dinamarca en una de las estrellas del prime time de la cadena más vista de España, junto a celebrities como Victoria Federica Marichalar.
Genoveva también ha participado en el programa MasterChef Celebritiy (con famosos, por definición) en Televisión Española, emitido en 2023, y también en el programa Mask Singer, de Antena 3, emitido a finales del año 2020. También ha concedido reportajes a la revista Hola y no es de extrañar porque sus relaciones, además de ser la mujer de Cayetano, han sido con personalidades como el ex ministro de Justicia José María Michavila o uno de los hijos de Vargas Llosa. Pero ser fotografiada con el marido de Mary Donaldson cenando y paseando por Madrid la convirtió, obviamente, en una de las personas más famosas, más aún que antes, y sin duda el morbo de verla en un concurso es un reclamo para la audiencia, lo cual, a su vez, eleva su caché. Digan lo que digan. Fuentes cercanas a la productora de Ana Rosa Quintana, una de las demandadas, aseguran que están tranquilos porque consideran que Genoveva ha sido respetada en todo momento y que desde luego es un personaje público y que hablar sobre ella en tertulias "se enmarca", de acuerdo con las fuentes consultadas, "en el ejercicio de la libertad de expresión, ya que no se asegura nada".