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La hermana y la madre de Carla Bruni, de 95 años, siembran Venecia de elegancia y simpatía

La hermana y la madre de Carla Bruni, en Venecia

En ocasiones, las alfombras rojas brillan por los vestidos de alta costura y las joyas deslumbrantes; en otras, emocionan porque transmiten algo más profundo. Eso fue exactamente lo que ocurrió en la 82ª edición del Festival de Cine de Venecia, cuando Valeria Bruni Tedeschi decidió desfilar no solo como actriz y directora, sino también como hija orgullosa. A su lado estuvo su madre, Marisa Borini, de 95 años, en un gesto que convirtió uno de los momentos más fotografiados del certamen en una conmovedora declaración de amor familiar.

El dúo madre e hija acaparó flashes y miradas, pero también sonrisas y emoción. Su llegada a la alfombra roja, marcada por gestos de complicidad y lágrimas de alegría, recordó que la verdadera elegancia no se mide únicamente en términos de moda, sino en la fuerza de los vínculos afectivos.

Marisa Borini, de 95 años, y su hija, en la alfombra roja de la Mostra

La cineasta italiana, hermana de la ex primera dama francesa Carla Bruni, apostó por un diseño de Giorgio Armani que deslumbró por su equilibrio entre sencillez y sofisticación. El vestido, en tono cipria, estaba recubierto de microdiamantes que aportaban destellos sutiles sin caer en excesos. Con finas tiras y un escote delicado, la prenda realzaba la silueta y las líneas naturales de la intérprete. Los zapatos llevaban la firma de Manolo Blanhik.

El look se completó con un maquillaje discreto y luminoso, acompañado de un recogido sencillo que dejaba al descubierto un rostro visiblemente emocionado. Valeria no trató de ocultar su vulnerabilidad, y ese gesto de autenticidad se convirtió en uno de los más comentados de la jornada.

La actriz y directora Valeria Bruni Tedeschi, hermana de Carla Bruni, en Venecia

Marisa Borini, frescura a los 95 años

Si la presencia de Valeria atrajo la atención, la de su madre, Marisa Borini, no se quedó atrás. A sus 95 años, la pianista y actriz italiana demostró que la edad no es un límite para la elegancia. Eligió un vestido largo y fluido en tonos pastel, adornado con delicados motivos florales que evocaban frescura y naturalidad.

Borini completó su estilismo con sandalias planas y collares de colores, un detalle que aportaba espontaneidad y autenticidad, fiel a una personalidad que nunca ha necesitado artificios para destacar. Su imagen fue aplaudida como símbolo de estilo genuino y de vitalidad envidiable.

Marisa Borini y su hija, en la alfombra roja de la Mostra

La ocasión no era cualquier cita del calendario cinematográfico. Madre e hija asistieron juntas a la première de Duse, la última película del director Pietro Marcello, dentro de la programación oficial del festival. Su entrada en la alfombra roja trascendió el protocolo y el glamour habituales: se trató de un instante íntimo compartido con el público y los medios.

El gesto de Valeria Bruni Tedeschi de compartir protagonismo con su madre fue interpretado como un homenaje a los valores transmitidos en su familia. Marisa Borini, que ha sido para ella un referente artístico y personal, encarnó sobre la alfombra roja la herencia de la belleza interior y exterior que define a la saga Bruni.

En un festival que suele rendir culto a la imagen, la aparición de Valeria y Marisa fue recibida como un soplo de autenticidad. Mostraron moda y glamour y ofrecieron una representación rara y valiosa: la elegancia del afecto, esa que nace de los lazos familiares y que trasciende las cámaras y los focos.

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