El país nipón se ha convertido este verano en el destino de moda. Entre los rostros conocidos que han paseado por sus espectaculares templos y parques estaba Raquel Sánchez Silva con su marido, Matteo Dumont, o Sara Carbonero con su novio, el empresario Jota Cabrera. La ex de Iker Casillas ha compartido algunas imágenes de su paso por Japón y ha confesado que algunos días se le hicieron especialmente duros: "Tuve que parar, sentarme y llorar".
Ocurrió durante su visita a Hiroshima, la ciudad devastada en 1945 por la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial y que todavía hoy recuerda a sus víctimas como un símbolo de paz y de concordia. "La belleza y la calma de los jardines contrasta con la crudeza y el horror reflejado dentro del museo. Imprescindible vivir los dos extremos para comprender el pasado y el presente de la ciudad (y del país). No es un lugar bonito ni alegre, pero sí es necesario para entender por qué la paz nunca debería darse por sentada", ha escrito Sara Carbonero junto a unas imágenes en las que aparece contemplando el Museo y Parque de la Paz.

La visita al lugar es abrumadora, pues nada más llegar un cartel informativo te recuerda que allí perdieron la vida más de 140.000 personas: "Muchos me estáis diciendo que no fuisteis capaces de terminar la visita del Museo de Hiroshima. Yo también tuve que parar en la mitad y sentarme, y llorar", ha confesado la periodista. "Hay una historia que me marcó especialmente, la de Sadako Sasaki, una niña que sobrevivió al bombardeo atómico de Hiroshima y que, al desarrollar leucemia años después, intentó curarse haciendo origamis de papel, inspirada por una leyenda japonesa que decía que si conseguía hacer mil en un mes, se curaría. La niña los hizo. Aunque no logró curarse, su historia la convirtió en un símbolo de paz y las grullas de origami en un emblema de los movimientos pacifistas. La ciudad está llena de ellos", ha añadido.

Una experiencia dura pero bellísima que demuestra que el viaje de Sara a Japón ha estado lejos de diversión y los lujos y más cerca de esa filosofía 'slow live' que ella practica desde que le fuera detectado un cáncer en 2019. La manchega se ha empapado de la tradición, la cultura y la esencia del país que la ha recibido con los brazos abiertos y lo ha hecho, además, en la mejor compañía: la de su chico, Jota Cabrera. Con él ha disfrutado de la gastronomía local y visitas obligadas como Don Quijote (una de las mayores tiendas cosméticas del mundo) o los Jardines del Palacio del Emperador.

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