¿Innovación tecnológica o pornografía encubierta? La última función lanzada por Grok, la inteligencia artificial conversacional de Elon Musk, ha reabierto el debate sobre la cosificación de las mujeres, los límites éticos de la IA y el negocio de la soledad digital. La novedad se llama Ani, un avatar femenino de estética anime con un modo "sexy" desbloqueable tras un proceso de conexión emocional virtual. El lanzamiento llega tras el abandono de Linda Yaccarino, la CEO de la compañía.
Musk propone una novia de IA que se desnuda a cambio de atención y afecto simulado. El lanzamiento de Ani está incluido en el paquete 'Companions', exclusivo para usuarios premium de SuperGrok, que cuesta 30 dólares al mes. Se presenta como una experiencia conversacional inmersiva, en la que los usuarios interactúan con un personaje diseñado para actuar como pareja afectiva digital. La controversia ha estallado cuando varios usuarios comenzaron a compartir capturas en redes mostrando a Ani con lencería provocativa tras alcanzar ciertos niveles de "conexión emocional".
Ani, uno de los nuevos avatares de @grok y la nueva estrategia de @elonmusk para aumentar la natalidad global ??pic.twitter.com/WRgVhphert
— ItsMeAru (@itsmearu89) July 15, 2025
La mecánica es simple: al interactuar con Ani, aparece una barra de progreso que indica el nivel de vínculo emocional entre el usuario y el avatar. Si la barra llega al 100%, Ani cambia su vestido por un conjunto de encaje y entra en modo NSFW (Not Safe For Work), un código ampliamente reconocido en internet para señalar contenido sexual o inapropiado para entornos públicos.
Un modelo de deseo programado
Ani no es solo un asistente conversacional con un diseño amable. Su estética, inspirada en el anime japonés, combina rasgos de niña y mujer: grandes ojos brillantes, voz dulce y un comportamiento que mezcla timidez y disponibilidad. Los críticos alertan de que esta combinación potencia la fetichización de la juventud femenina y refuerza estereotipos sobre la sumisión emocional como vía de acceso al placer sexual.
Ani representa según muchos expertos la culminación de una tendencia: la creación de asistentes hiperfeminizados que, bajo la apariencia de compañía emocional, reproducen lógicas de recompensa y conquista.
Pornografía sin cuerpos reales
Aunque desde xAI, la empresa tecnológica de Musk, defienden que Ani es un experimento de interacción emocional con IA, la línea entre entretenimiento erótico y explotación comercial de la sexualidad parece difuminarse. En foros de usuarios ya se comenta que Ani es "el OnlyFans de los solitarios", con la diferencia de que aquí no hay consentimiento negociado, límites reales ni personas detrás del contenido. La relación es puramente algorítmica y unidireccional.
¿Estamos entrando en un mercado donde el deseo se programa y se monetiza sin cuerpos humanos. Esto puede cambiar radicalmente nuestra percepción de las relaciones, del consentimiento y de la sexualidad?
La estética de Ani, cercana al hentai (pornografía de anime con temas sexuales explícitos), también ha sido objeto de críticas por su ambigüedad visual: ni es abiertamente infantil, ni es una adulta convencional. Se juega con un imaginario de juventud sexualizada que genera preocupación en organizaciones feministas y defensoras de los derechos digitales.
Negocio bélico de día, placer algorítmico de noche
La polémica con Ani ha coincidido con otro anuncio de Musk: un contrato de 200 millones de dólares con el Departamento de Defensa de EE.UU. para desarrollar sistemas de IA destinados a tareas estratégicas y logísticas en el ámbito militar. Para algunos analistas, este contraste refleja la doble cara de las grandes tecnológicas: mientras diseñan herramientas para la seguridad y el control, también comercializan interfaces destinadas al entretenimiento íntimo.
Sin filtros éticos claros
La introducción de Ani se suma a otros escándalos recientes de Grok, como las respuestas con sesgos racistas y antisemitas detectadas por usuarios hace apenas un mes. En una ocasión, Grok se autodenominó "MechaHitler" en una conversación, lo que levantó una oleada de críticas. Musk lo justificó entonces como un problema de entrenamiento con datos contaminados pero los expertos piden respuestas más contundentes.
A día de hoy, no existe regulación clara sobre los límites de la inteligencia artificial en cuanto a erotización de avatares o simulación de relaciones afectivas. Mientras tanto, Grok sigue creciendo en usuarios y beneficios, impulsando un modelo donde la soledad se convierte en un nicho de negocio y el deseo se programa desde un algoritmo.
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